En medio del mundo

Acabo de llegar del encuentro  navideño del presbiterio diocesano que celebramos cada año. El obispo ha vuelto a repetirnos aquello de la comunión ontológica ministerial – que debe ser como lo del “carácter” que se define que existe pero no lo que es-  y también indica que  hay que contar con lo afectivo. Nosotros disfrutamos mucho por lo afectivo del encuentro, que al final supongo que ha de tener mucho de ontológico, digo yo!  Pero de lo que quiero hablar hoy, es de  lo que dice el título de la entrada: ” la familia, como capital social”.

La idea me la sugiere la entrevista a Fernando Vidal que  publica  “Noticias Obreras” – revista de lujo envagelizador  en su especificidad- que acabo de recibir. Él dirige actualmente el Instituto de la Familia de la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, es un autor e investigador de lujo en todos los terrenos, un cristiano laico de frontera, auténtico y coherente del que yo recibo y aprendo un montón. Hace poco estuvo en los barrios de marginación de Badajoz con un grupo de  treinta alumnos de su universidad   de Comillas para “aprender en el barro de la calle de aquellos que son personas en debilidad y pobreza que pueden enseñarnos mucho a  la universidad”.

De dicha entrevista quiero rescatar unas ideas con las que estoy muy sensibilizado desde que mi madre es dependiente total y ocupa el centro de mi familia, de mis hermanos y mia.  Pero que está siendo una experiencia de enriquecimiento brutal para los tres, el arropaje social y afectivo a nuestra madre  nos está sensibilizando y descubriendo la vida, la familia, lo económico, el trabajo, lo afectivo  y lo social de un modo totalmente nuevo. De tal manera esto es así, que en estos días pensaba en el portal  poniendo a mi madre en el lugar del niño, envuelto en pañales y acostado en un pesebre (colchón antiescaras), y visionando a todas las personas, paisaje humano, que entra en mi casa junto a ella: hermanos y familia, auxiliares de enfermería, ayuda domicilio, enfermera y médica, peluquera, amigos… pero esta reflexión la dejaré para otro día.

Ahora me interesa trasponer cómo responde Fernando a las preguntas de José Luis Palacios acerca de la familia,  y las frases que quiero subrayar y que confirmo desde esta experiencia personal de mi madre anciana y de mis hermanos:

“Las personas cuando tienen problemas necesitan personas, acudir a otras personas, no sólo a un Estado o a un agente abstracto,  necesita un hogar, este sitio donde tenemos los vínculos primordiales y las fuentes primordiales de sentido. Esa vuelta al hogar es permanente, necesitamos actuar desde esas pertenencias de sentido, sociales, básicas, originales. Desde ahí la persona se restaura cuanto tiene problemas. Las personas agravan sus problemas, se sienten impotentes y angustiadas, porque la familia les ha fallado”.  Es cierto, mi madre que  no puede moverse, hay muchas noches que me dice: Pepe,  así como estoy  con todos vosotros, no me importaría vivir unos añitos más; su frase preferida en estos momentos es, y así se despide cada día, “siempre como hoy y mejor cuando Dios quiera”.

Más adelante dice  Vidal con claridad meridiana que “el sujeto necesita capital social, sobre todo necesita familia”; Este es el mayor antídoto frente a la adversidad y la necesidad, este es el mayor valor que puede tener y atesorar una sociedad, sin ella la sociedad está fracasada. Está claro, la mayoría de los ancianos son cuidados y  queridos por sus familias, el estado no podria atender a todos ,ni les podría dar lo que la familia aporta. Sin la familia el estado estaría vacio y empobrecido, es el mayor capital que tiene y que no se cuenta en millones.

 Avisa que la realidad laboral actual está influyendo en la familia de un modo empobrecedor y añade tres ideas fundamentales o razones de esta situación: 

– Antes la  empresas querían ser como  una familia, hoy no quieren serlo y lo más grave es que en muchos casos las familias quieren ser  y funcionar como empresas; de este modo lo más genuino de la familia que es la donación gratuita se pierde. Yo me alegro de que el  planteamiento que, gracias a Dios, estamos haciendo mis hermanos y yo con mi madre no sea empresarial, y que estemos empeñado en que ella hoy más que nunca se sienta en familia, y además sabiendo que los más beneficiados estamos siendo nosotros.

– La precarización y secundarización del mercado del trabajo  llevan a unas jornadas ymodos de trabajo que  impiden la concililación de la vida familiar y laboral, lo cual rompe la vida familiar interna, su arquitectura más básica. Agradezco enormemente la conciliación que está siendo posible entre nosotros y la apuesta que tenemos para que a todos nos sea leve y gracioso el poder colaborar y cuidar del más débil de la casa. ESto sólo es posible por los otros miembros de la familia que nos rodean.

– Difícilmente en este contexto de mercado uno va a entender su trabajo como vocación, si a  ellos sólo se le valora por lo que hacen para amortizar su puesto de trabajo. Se pierde el sentido de servicio y de dignidad del trabajo. Es un lujo, y aquí pongo nombres,  Querube en una primera etapa, y ahora Milagros y  Pilar, una bendición de Dios,  personas trabajadoras para quienes su trabajo es un derroche de ternura, cercanía, cariño, atención… mucho más allá de la obligación y del sueldo. Un capital  social, que nunca podremos pagarles. Mi madre me repite muchas veces: “Quién me iba a decir a mí que iba a estar atendida y tratada como una reina… con dos mujeres de lujo pendiente de mí todo los días…” Ellas no nos sustituyen, pero nos suplen y nos complementan de un modo que la vida se está haciendo fácil y fecunda para todos.

!Bendito sea Dios por la familia y su capital social¡ Que tomen nota las izquierdas y la derechas como dice este sociólogo, laico cristiano de aupa¡

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