La sacralidad del “SÍ QUIERO”
El matrimonio y la profesión solemne
“Con amor eterno te he amado” (Jr 31,3)
He sido en pocos días, testigo de dos momentos sagrados de compromiso, uno en el matrimonio y el otro en la profesión de votos temporales de cuatro jóvenes religiosas de clausura en el convento de las carmelitas del Talavera de la Real, en la provincia de BAdajoz.
Entiendo y leo creyentemente estos dos momentos celebrativos en el contexto histórico salvífico del Dios amor, que desde el sí a la vida fundamenta y sostiene todo lo que se construye desde la experiencia del absoluto en la gratuidad del amor único.
Por una parte Laura y Alfonso, fue una celebración sencilla preparada desde sus vidas y sus experiencias personales ocultas y anónimas para este mundo ajetreado y confuso, la referencia fue la montaña. El es un enamorado de la escalada a las montañas, desde los doce años en su parroquia. Ella no lo era pero ya lo es, han subido juntos y han compartido esa experiencia rica de descubrir juntos las cimas y las vistas que serenan y llenan de belleza y de paz el espíritu que cada día les ha unido más. Pero la riqueza ha sido subirlas juntos, allí han descubiertos claves que les ayudan a entender la vida y la existencia de un modo profundo y complejo, a la vez que sencillo y dinámico: proceso, preparación, esfuerzo, continuidad, superación, compartir, solidaridad, paciencia, dolor, alegría, belleza, paz, cercanía, comunicación… Así ha sido la vida de cada uno, y sobre todo el encuentro, cuando en la vida tras haber sido amados y queridos desde muchas perspectivas y por mucha gente, y de haber también querido, sin saber cómo, te encuentras con una persona que te quiere “de un modo único”, para quien” tú eres único” y ante quien” te sientes único”; a la vez que ella es para tí también”alguien único”y tú le haces sentirse “único” ante tí; desbordados por un deseo de amor absoluto en la experiencia de lo limitado y de lo débil. Ese encuentro es el que lleva a la realidad sagrada del paso matrimonial, a la fuerza del “sí, quiero”, donde Dios se encarna y se hace sacramento en lo pequeño y lo cotidiano de dos jóvenes de mirada limpia, y de futuro que quiere estar preñado de vida y de esperanza, alumbrada en aquellos, los hijos- nuevas cimas maravillosas-, que están por venir yque “serán únicos de un modo nuevo” para los dos y por quién darán su vida gratuitamente, sabiendo que van a amarlos pero no nunca deben poseerlos.
Por otra parte, cuatro jóvenes,Rosa Ángela, Yudis Isabel, Viviana y Rosa, con la alegría y la emoción de las más enamoradas del mundo, querían subir por el monte Carmelo, para cantar las alabanzas del Dios que las ama, y que las ha sobrepasado con una experiencia de absoluto que las ha inquietado para siempre, y las ha llevado y traído sobre sus alas con una ternura, que las ha seducido por amor para que sean testigos del amor de lo absoluto en el silencio de la vida y en lo oculto de la contemplación viva y activa que se entrega en la Iglesia; para ser corazón del mundo, y amarlo todo con un amor sin fisuras, unificado en aquél que por amor vino al mundo y se entregó por nosotros, y al que ellas han descubierto como el esposo que llena de amor toda la vida. Sí, cuatro jóvenes colombianas, preparadas humana y culturamente con sus niveles universitarios, que no han buscado el éxito ,ni la riqueza, ni la seguridad en su salto a este continente europeo, en este pueblo sencillo extremeño. Les ha movido un amor que les tocó en un camino de fe, en este caso neocatecumenal, y que tras un proceso largo, reflexivo, experienciado y profundo, con un formación teoríca y práctica de la mística y de la vida comunitaria en esta comunidad y en este convento oculto, han dado su “sí, quiero”, para vivir con la gracia del Padre una virginidad que sin ninguna duda será fecunda en ternura y alegría para muchos que se acogerán a su maternidad entrañable; una obediencia que les hará libres en el encuentro con el Padre, en la entrega en la comunidad, y en la radicalidad de la verdad y de lo verdadero, para que muchos deseen, desde ellas, ser libres y crean que realmente pueden serlo en la vida de cada día, no dejándose atar por nada ni por nadie; y en una pobreza que sin duda las enriquecerá de un modo nuevo en su espíritu y serán la envidia de aquellos que a duras penas llegamos a la profundidad y al gozo del espíritu, tocados por la prisas y el estres de un mundo rápido y cambiante, y a la vez nos enriquecerán con su acogida, con sus palabras, con su alegría, con su paz, su serenidad… si con todos los dones del Espíritu, con los que Dios va a enriquecer a la Iglesia y al mundo a través de ellas.
Decidme si es o no es todo en la vida un misterio del amor de Dios, y que estos seis jóvenes en estos días últimos han sidos reflejos bellos de El, en caminos distintos pero de ningún modo distantes, porque todos han bebido y beben en la fuente del amor absoluto y a él aspiran, como sedientos que “han encontrado la fuente que mana y corre, aunque es de noche”.
Felicidades a Alfonso y Laura por su boda;y a nuestras hermanas colombianas que han optado por consagrarse a Cristo en la vida contemplativa de las carmelitas descalzas.Vuestras respectivas vocaciones son y serán muy beneficiosas para la Iglesia.
Una familia cristiana debe vivir al estilo y ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret y ser así forja de otras vocaciones al sacerdocio,a la vida consagrada,al matrimonio y también al compromiso por los más necesitados,por la defensa de los Derechos Humanos,la justicia,la paz,el desarrollo de los pueblos y la dignidad de la persona humana.
Las monjas de vida contemplativa se consagran para toda su vida a honrar y alabar a Dios y rezar por todos nosotros desde la clausura de sus conventos y monasterios.Para mí es una gran bendición los jóvenes llamados/as al sacerdocio y a la vida religiosa.Los conventos de vida contemplativa como los benedictinos o los carmelitas son oasis de paz donde se puede encontrar a Dios y a sí mismo.
Qué Dios bendiga el nuevo matrimonio formado por Alfonso y Laura y a las nuevas hermanas del convento carmelita de Talavera la Real.
Qué Dios los llene de gracias en su nuevas vidas .