“El miedo de los pobres…”

“SU GRITO HA LLEGADO HASTA MI… VOY A BAJAR A LIBERARLOS”

Hoy se ha acercado Carmen a mi despacho para preguntarme cómo conectar con universitarios nuevos para invitarlos a la asamblea de comienzo de curso del movimiento de estudiantes de Acción Católica en Badajoz. Se ha interesado por mi madre y mi estado de ánimo, de salud, etc. Ella, dulce y amable como siempre; le he preguntado por su madre que se operó hace poco tiempo, y por su familia, en especial cómo les iba el bar que abrieron hace unos meses. Su madre  y  su padre  han trabajado toda su vida intensamente, en muchos lugares de España, siempre trabajos sacrificados dentro de la hostelería, han sido muchos hermanos, cinco, los han criado bien, ya trabajan fuera del hogar y están casados tres, en casa quedan  Carmen y una hermana, las pequeñas que son universitarias, estudian química y Psicopedagogía.

La madre ya recibe la prejubilación, el padre tras una enfermedad larga y seria, ya no tiene derecho a nada y le consideran hábil para trabajar. Viven en un piso de protección, de estos últimos que ofrecieron a ciudadanos que tenían suerte y que estaban valorados en setenta mil euros, lo van pagando poco a poco. Pero la situación estaba siendo difícil, Carmen con su beca protege y apoya a su hermana que no la consigue en su carrera, y después la familia. Esto les llevó  a arrendar un bar y abrirlo, es lo que saben hacer. Las cosas con la crisis no van muy bien, abren el bar todos los días desde las ocho de la mañana hasta que queda el último cliente  bien entrada la noche; viven a más de diez kilómetros, y pasan el día ahí en este establecimiento. Las  hijas van a comer allí con ellos, y echan una mano en la siesta para que descansen los padres. Hasta ahora se van manteniendo, y “van comiendo del bar” como dice ella; pero no están sacando ni para el jornal de su padre, aunque todos están apoyando.

Hoy me decía Carmen, que están preocupados, porque están yendo los inspectores; hasta ahora viendo sus permisos, y todo lo que se refiere a sanidad e higiene.  Pero tienen miedo porque les dicen que también están llegando los inspectores de trabajo, y que como su madre va a hacer la comida, limpiar el bar, y organizar los aperitivos y raciones, y ellas ayudan unas horas, como les pillen, tendrán multas del orden de dieciocho mil euros y  a su madre le pueden quitar la paga de prejubilación.  Eso les hace vivir con miedo y en tensión.  Me decía “siempre tenemos algo”, aunque ella les anima   y les cuida, porque ahora su padre no está tan deprimido y nervioso como estaba antes, y todos están mejor en casa.

Esta tarde en la parroquia teníamos una oración, y el hilo central era como Dios se hace presente en la pobreza y en la limitación; que nos salva desde la debilidad y se identifica con ella. Hemos aportado hechos de vida, y yo he puesto mi conversación con Carmen, su pobreza, sencillez, debilidad, y a la vez confianza, lucha, entrega, animosidad, deseo de transformar la realidad. Recuerdo que un día entré en secretaria con ella, para pedir que le hicieran un trámite burocrático antes de tiempo porque se iba a venir a preparar la asamblea nacional de estudiantes a Salamanca, y la administrativa que nos atendió dijo que lo haría con muchísimo gusto, porque su hija que es alumna de la facultad y ha coincidido con Carmen en clase, le ha dicho en más de una ocasión que Carmen es la mejor chica de toda la facultad.  Es débil y es la mejor para su compañeros. Dios se hace fuerte en la debilidad.

Por eso en el niño  Jesús, que  ha ido pasando de mano en mano en la oración comunitaria parroquial, yo he visto su rostro, su bar y su familia, he pensado en todos los miedos y los sufrimientos de los sencillos y los pobres, trabajadores y honrados, y he recordado dos textos de la sagrada escritura:

El del éxodo, cuando Dios le dice a Moisés que el grito de los pobres de su pueblo ha llegado hasta sus oídos, a su corazón, y que él va a bajar a liberarlos, frente al Faraón que los oprime.Y el  de Lucas cuando nos dice que ahí está la señal: “Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”, o “asustado en el trabajo duro y largo de un bar sencillo de barrio”

Todo esto en medio de las noticias de las indemnizaciones para los altos mandatarios de la cajas de ahorro,  supervisados por políticos y el banco de España. Seguro que ellos no tienen miedo, ni los unos ni los otros.

6 Responses to ““El miedo de los pobres…””

  1. Acabo de leer tu articulo sobre Carmen y su familia y quiero felicitarte por tu sensibilidad para desde algo tan doloroso, ser capaz de vislumbrar a Dios. El esta con los mas pobres y con los que tenemos tanto miedo.
    Rezo por tantas Carmenes, tantas madres y familias que viven con miedo, pero que si nosotros somos capaces, les contagiaremos la esperanza en el Señor con nuestra actuación y actitud. un abrazo

  2. Gracias y ánimo
    José Ignacio Calleja

  3. GRacias por tu testimonio sobre CArmen y su flia.ESe es el rostro del Dios de Jesús. Un abrazo. FErnando Montes. Argentina

  4. Estimado José, no te conozco pero te siento tan cercano:
    he leido tu artículo ¡Cuanta ternura!!!
    La gran noticia es que el Reino de Dios ya está en medio de nosotros y que la dureza de la crisis se puede convertir en una oportunidad excelente para vivir la solidaridad como le pasó al samaritano. A mi me pasa.
    Gracias por tu reflexión. Ayuda a ser mejor persona.
    Contactar con gente como vosotros hace pensar que no todo está perdido y que tenemos razones para vivir la esperanza.
    Un cordial saludo

    Mª Luisa

  5. Un saludo y ánimo a José Moreno Losada por esa vivencia y ese testimonio de unas personas dignas, por muy débiles que sean en lo material. Un abrazo y gracias.

  6. Para Antonja Azpilicueta; Hola! . Me ha encantado saber de tí. Te resumo algo de mi vida.: Me jubilé a los 70 años, después de haber disfrutado muchos años enseñando Química. Mi marido falleció . Tengo una hija que trabaja en Barcelona. Yo vivo en Alicante y, en esta ciudad – y como voluntaria de Cáritas- enseño español a emigrantes desde hace unos años.
    Un abrazo Sagrario