Siete mil millones

UN FILIPINO, MI NUEVO HERMANO

“Alfarero del hombre, mano trabajadora,

que de los hondos limos iniciales,

convocas a los pájaros la primera aurora, 

al pasto los primeros animales.

De mañana te encuentro vigor, origen, meta

de los sonoros ríos de la vida…”

Este himno de laudes, me ayuda a mirar el horizonte lleno de vida con un sol naciente, y a orar en este día de puente que parece llenar de calma y paz la ciudad, al menos en este rincón de Badajoz. Me he levantado con esa noticia que sonará hoy en todos los noticiarios y que va a provocar muchos comentarios de preocupación o de hilaridad… a mí me lleva a lo profundo: “Somos siete mil millones de personas en el mundo”, cada segundo nacen ciento cuarenta y ocho niños, parece ser que el que ha redondeado mil millones más ha sido un filipino.

Desde esta noticia elevo mi interior a Dios y lo descubro en el misterio de la paternidad, en el asombro de una historia humana llena de personas todas únicas, originales, auténticas, reflejo del corazón del Padre que ama a la humanidad y quiere a sus hijos a muerte, alumbrándoles en la esperanza de la resurrección, como clave de justicia y de felicidad definitiva en la resurrección de Jesucristo. Siento al Dios Padre  de lo siete mil millones de hijos, conociendo a cada uno por su nombre con una ternura infinita para cada uno, y me siento el más rico del  mundo al ver todos los hermanos que me ha dado, conocidos y anónimos… recuerdo el sentimiento interno de alegría al ver llegar cientos de miles de jóvenes este año a cuatro vientos, allí me sentí católico y universal, y me imagino lo que será cuando se de el encuentro universal escatológico de toda la humanidad en el corazón del Padre con los sentimientos de Cristo Resucitado y la alegría del Espíritu como alimento común y único.

Pero en este mismo día,  siento que este Padre es generoso, cuida de todo un universo y una naturaleza para que todos tengamos lo necesario para vivir en dignidad, en justicia, con satisfacción y alegría… y me duele que probablemente el filipino que ha culminado los mil millones, y abierto  los nuevos mil, sea pobre, y nazca con deudas, en una crisis ilógica y deshumanizada, cuando su padre es verdaderamente rico, gratuito y generoso. En ese momento me interpela, ser hermano suyo, ser hermano de todos, y entiendo que no hay  vocación más alta, que responder al amor del Padre en el cuidado a los hermanos. Sí, siento dentro la invitación de Jesús  a toda la humanidad: “como el Padre me amó, así os he amado yo, permaneced en mi amor…”  Amar a todos,  vivir en el rincón con un corazón universal, sabiendo que tengo siete mil millones de hermanos, y que no tengo oficio más alto que vivir para amarlos, en la construcción de un mundo fraterno y justo. No hay nada más noble, ni ningún camino  para poder ser felíz que no sea el propio hombre y el recorrido de lo humano.

Hoy  quiero darte gracias Padre por todos mis hermanos, y quiero que me des tus sentimientos para que yo me sienta interpelado por la vida de todos ellos y, celoso como tú de cada uno y especialmente de lo más pobres, viva de lo justo, desde lo universalizable, desde aquello que nos hace  hermanos. Y el mismo himno me sirve para suplicar:

“Que se acabe el pecado mira que es desdecirte

dejar tanta hermosura en tanta guerra,

que el hombre no te obligue, Señor,a arrepentirte

de haberle dado un día las llaves de la tierra.”

2 Responses to “Siete mil millones”

  1. Esta reflexión trasciende la noticia. Remite a lo más profundo : “He aquí, en las palmas de mis manos, te he tatuado” (Isaías 49:16) y discurre hasta lo definitivo:
    para que todos sean uno. (Juan 17: 21)
    .
    Somos la voluntad de Dios: Origen
    Estamos para hacer su voluntad: Retorno
    .

    “De mañana te encuentro vigor, origen, meta de los sonoros ríos de la vida…” ¡Que bien elegido, Pepe!

  2. Bonita reflexiòn Pepe.
    Es verdad que no hay vocaciòn màs alta que responder al amor del Padre en el cuidado a los hermanos.Creer en Jeùs es vivir y trabajar por algo ùltimo y decisivo:esforzarse por un mundo màs humano y justo, hacer màs real y màs creible la paternidad de Dios, no olvidar a quienes corren el riesgo de ser olvidados por todos.
    Que hagamos todo esto sabiendo que nuestro pequeño compromiso, pobre y limitado es el trabajo màs humano que podemos hacer