En medio del mundo

LA ORIGINALIDAD DE LA GRACIA DE CRISTO

No, no creáis que tengo una fábrica de embutidos, sino que esta es  una marca de productos  de denominación de origen de productos extremeños. Lo traigo a colación porque anoche cuando llegué a casa sobre la mesa del comedor me encontré una caja elegante color negro con tipografía blanca y roja que anunciaba que en su interior estaba la “pata” de un cerdo de estos que tienen todo su historial bien consignado para que nadie dude de su origen y de su proceso, aunque quien acaba dando el verdadero certificado es el sabor disfrutado de quien lo consume, mejor si es con buen vino y buena compañía. Mi madre me explica que lo ha puesto ahí su cuidadora antes de marcharse y que lo ha traído alguien que ella no conoce. Dentro me encuentro un sobre con una tarjeta que identifica al generoso donante y con unas letras que me sobrepasan y me ruborizan, a la vez que me alegran: “En agradecimiento a ese “angel de la guarda” que se cruzó en mi “vereda a galope” y me socorrió en el camino como buen samaritano”. Era este nuevo amigo encontrado en la vereda, con quien tengo pendiente conversación y café por el simple gusto de conocernos más.  Le llamé agradecido para mostrarle  que el enriquecido y agraciado con la experiencia había sido yo en todos los aspectos, hasta me ha dado motivos para escribir y ya van dos post.
Pero quiero hablar de lo que es “denominación de origen” en cristiano. Hoy voy a celebrar el bautismo de Javier, el otro día fue  el de Miriam,  y de alguna manera ahí está nuestra denominación de origen, somos “hijos de Dios”. El otro día Pagola enfatizaba cómo Dios se había encarnado en Jesús, y en Jesús se nos había mostrado la verdad de Dios en su autenticidad humana, especialmente en su compasión. Jesús es el hombre con una denominación de origen más clara y perfecta: “El Dios encarnado y humanado”; desde él todos podemos ser realmente originales y auténticos.  Este es el verdadero camino de la fe: la originalidad de la gracia en Cristo. Todo  esto da mucho que pensar en estos tiempos que corren y el modo de vivir y de hacer que tenemos en el mundo y en la iglesia.

Nuestro mundo juega en dos direcciones muy distintas; por una parte las bases del mercado se asientan en la pluralidad de productos y sus modos para darnos la sensación de libertad permanente en la elección de los mismos. Existen mercados que te realizan un producto a tu propia medida para que no se repitan y tú puedas ser único en la utilización de  dichos productos. Pero por otra parte vivimos en el mundo de lo más copiado y falseado. Todos entramos por unos mismos cánones y  hacemos unas vidas muy similares, en muchos casos totalmente miméticas. Ya sean los estudios, las costumbres y diversiones, las modas, las aspiraciones…nunca hemos tenido un mundo tan igualado. La globalización, que podría posibilitar el encuentro y el enriquecimiento de lo diferente, nos da cuentas muchas veces de la uniformidad y de la imposición de lo poderoso y exitoso sobre todo los demás. Nuestros niños se vuelven locos  por ir a los Mac Donalds en lugar de desear jamón de denominación de origen de nuestras dehesas extremeñas . Se podría contar muchas veces la vida de un joven, en su hacer y aspiraciones,  y aplicársela a otro cambiando simplemente su nombre. Estamos en el mundo de la serie…made in…

Frente a eso siempre está permanente la invitación propia del ser humano a “ser uno mismo” y a serlo con “originalidad”. Vivir en Cristiano, vivir en la gracia de Dios, supone  estar y vivir la vida con claves verdaderamente originales, la claves que se obtienen viviendo desde él  porque Dios es un Dios realmente original. Esas claves son las que tenemos que descubrir  y experienciar en nuestras existencias como cristianos, como bautizados. Hoy vamos a derramar el agua sobre Javier,  Dios va actuar sobre él con su Espíritu,  en Cristo, le va a decir “Tu eres mi hijo amado”. Después vendrá toda una vida para hacer realidad esta denominación de origen, ojalá en la Iglesia sepamos ayudarle  a serlo realmente.

Hoy la Iglesia y los cristianos, el mejor regalo que  podemos hacer al mundo es el de la verdadera originalidad y autenticidad, si somos capaces de ser profundamente humanos  y desde  ahí ser realmente encarnado y compasivos, será nuestro sabor el que sale y alegre el mundo; será nuestro propia vida “buena noticia” del que es “buena noticia”, como Jesús lo fue de su Padre: “El que me ve a mí, ve a mi Padre”.

La tarea tiene su qué y la  primera cuestión a plantear es la que cuestiona dónde están las claves fundamentales de esta originalidad divina hecha carne, pero eso se merece otros espacios de post, a ver si poco a poco vamos desentrañando desde la vida lo de ser “auténticos y originales” , es decir, lo  que siempre hemos llamado “vivir en la gracia de Dios”.

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