El milagro de Milagros

EL MILAGRO DE “MILAGROS”

La  preocupación llegó a ser grande, a veces incluso me despertaba en la noche y me situaba en la dificultad; estaba notando que mi madre que había cuidado de mí los últimos años, tras la muerte de mi padre, iba cediendo en habilidades y las limitaciones crecían a un ritmo que a mí me parecía agigantado: vasos que caían por falta de fuerzas en las manos, esperarme sentada en el suelo por no poder levantarse tras haber realizado labores doméstica de rodillas… eran signos evidentes de que llegaba el momento en que debía “ser servida”  la que había entendido toda su vida como “servicio para los demás”. Me preocupaba saber hacerlo, realizarlo bien, que se viera rodeada de todo lo que ella necesitara en todos los niveles. En ese momento apareció el ángel que viene a servirte en la inquietud, y  a través de una amistad, me puse en contacto con la Cruz Roja, y una de sus asistentes fue la que hizo el estudio y la evaluación de la  limitación y dependencia de mi madre, en el llamado Plan Concilia Extremeño, y no tardó mucho en resolverse una ayuda para que pudieran asistirme en el cuidado y acompañamiento a ella.

La primera persona, conocida en la parroquia, fue Querube que estuvo con nosotros  tres años hasta que la enfermedad se lo impidió, y que como he comentado en otras ocasiones hace años, estuvo integrada con nosotros con una exquisitez y una profesionalidad de gran nivel, y con una formación espiritual  que iluminaba y transmitía en paz. Al tener que marcharse ella,  por los dedos de Dios, llegó Milagros, que permanece hasta hoy. En algún tiempo también ha colaborado por las tardes Pilar, vecina y cercana.

Pero hoy quiero centrarme en Milagros que viene realizando este trabajo profesional, como mi madre dice que a ella le gusta llamarse cuando alguien está al teléfono: “soy la cuidadora de Dolores”, ligada ya al  plan de dependencia que se inauguró en España hace pocos años. Me centro en su persona y en este contexto porque hoy en el grupo de profesionales que se reúne en casa nos toca aportar señales de personas, situaciones, estructuras que se “encargan de la realidad” para transformarla respondiendo al dolor, al sufrimiento, a la crisis y sus consecuencias, de un modo humano y singular. Los queremos contemplar y leer creyentemente para descubrir desde ellos los sentimientos de Cristo, y así convertirnos más a  dichos sentimientos.  Pues desde esa búsqueda  de hechos y personas yo quiero orar hoy con este fondo de amor divino que se me revela en  “el milagro de Milagros”:

“Te bendigo Padre, por lo que este mundo tiene de humano y digno, por las estructuras y las leyes que están tocadas de gracia en el ámbito de lo social y lo público, y especialmente en estos planes de Concilia y  ley de dependencia dirigido a los más débiles de la sociedad para que no les falte el bienestar; a través de ellos, hay miles de personas cuidadas, asistidas, tocadas, animadas, ilusionadas, acompañadas… por otros que con su trabajo humanizan  y se dignifican a sí mismos. Te bendigo por los impuestos que pagamos y que lo hacen posible, por el uso compasivo de los  mismos, por las políticas sociales de las que estoy siendo testigo primero en este caso.

Te bendigo porque mamé la tradición del cuidado de los mayores en mis propios padres, en mi  propia casa, sentí la ternura, el aliento, hasta el último, de mis abuelos maternos, y esto lo he sentido dentro deseando tener en mis manos el último aliento de mi padre, como así fue junto a mis hermanos y mi madre, y por poder hoy estar acompañando el aliento tranquilo, sereno, bondadoso y hasta gracioso de mi madre, en la penultimidad de su vida… llevando como ella dice ya “cinco años de propina” , sus ochenta y cinco con los que supera la edad media de vida española. Te bendigo porque nos estamos pudiendo encargar de ella  con opción y vocación, sin que esté siendo difícil ni gravoso, sino enriqueciéndonos con el lujo de la ternura y la compasión que hace posible su fragilidad abrazada y besada.

Y sobre todo hoy quiero bendecirte por el milagro de “Milagros”, sí esa mujer de baja estatura y de profundidad alta y constante que nos está revelando  esa dimensión fundamental tuya, siendo “una gran cuidadora”, te bendigo por su cuidado y por el modo de hacerlo:

–          Por su trato familiar y cercano, en la sensatez y la dulzura de hacer protagonista  al débil y saber responder y proclamar su grandeza, la admiración que ella hace de la belleza en  mi madre  por su saber vivir lo poco, lo limitado y hasta lo imposibilitado como lugar del abrazo  y beso entrañable. Gozo cuando  mi madre te reclama, ante un posible olvido, que la beses antes de marcharte, y aún si irte te pide que vengas pronto. Bendigo a Dios por los comentarios que ella hace cuando te marchas, de lo afortunada que se siente  por tu presencia incondicional, por tu protección y tu diligencia, como la de una hija.

–          Y valga la redundancia, gracias  por tu gratuidad: no tienes reloj, ni medida, no hay leyes, ni condiciones, todo es natural, suave y produciendo un ambiente de seguridad, de gozo, de despreocupación y sin agobios. Es una grandeza ver que la profesión te dignifica y que lo  haces dignificando tu a los que te rodeamos de un modo silencioso, anónimo como el de Jesús de Nazaret. Alégrate porque  en ti debía pensar Jesús cuando decía aquello de que la medida que uséis la usarán con vosotros… la tuya está siendo remecida y rebosante.

–          Agradecido por tu compartir diario, nos tienes a nosotros en tu ámbito personal, hasta la bisnieta  Lidia, y sentimos lo tuyo como nuestro, porque tú te abres en la familiaridad sobre todo con mi madre y los haces con claridad, transparencia… lo haces nuestro: Antonio, tu marido, tus tres hijas y sus inquietudes y virtudes, tu madre, tu hermana, las primas, los suegros, los sobrinos, el pueblo, la parroquia…es un gozo la relación que nace de la vida del encuentro de lo humano, de lo que traemos entre manos, y de la sensibilidad de lo profundo que se da en los sencillos y  los limpios de corazón produciendo fraternidad en lo pequeño. Así todo es más fácil.

–          Y lo más importante es que en tu hacer y quehacer, en tu disponibilidad estás siendo sacramental, sí, lo que haces es el “memorial” de  Jesús cuando cada día te diriges a mi casa como a un altar para levantar a mi madre, acariciarla, lavarla y perfumarla, como a ella le gusta, darle de comer, cuidar de la casa, de su entorno, de sus medicinas y cuidados… es verdaderamente eucarístico tu trabajo y tus modos. El “encargarte de mi madre” es para mí motivo de celebración cuando estoy en la Eucaristía, y  uno esta labor tuya que me agracia con el “milagro de los milagros” la entrega del Dios amor hecha pan para todos. Dios te está haciendo pan diario, caliente, hogareño y  fortaleza para mi madre, y desde ella para mí y mis hermanos. Dios te dirá sin duda al final de la vida: Ven,  Milagros, ven bendita de mi Padre porque en la debilidad tú me cuidaste… cuando lo hiciste con Dolores lo hiciste conmigo..

–          Hoy  puedo reconocer y confesar que en  esta persona, Milagros,  y en su modo de hacer y cuidar la ancianidad de mi madre  se me hace presente la humanidad y los sentimientos de Cristo, y que recibo claves  esenciales para el ejercicio del ministerio pastoral y para el reto de la nueva evangelización.

3 Responses to “El milagro de Milagros”

  1. Muy bonito artículo, pero además del milagro que cuentas, el milagro es que puedas tener a Milagros, pues mi hermana Estrella lleva más de veinte años en silla de ruedas, con Esclerosis Multiple, con la cabeza como la una niñita pequeña, prácticamente tetrapléjica, y habiendo echado todos los papeles habidos y por haber, desde que salió la ley de dependencia (creo que se llama así) y aún estamos esperando nos manden una Milagros o una María cualquiera, y es ella con una pensión muy humilde y ayudada por otros como se tiene que costear su mantenimiento. Un abrazo Pepe

  2. Gracias por compartir esto Pepe se me engrandece el corazón por tus bellas palabras a todos los niveles.

  3. estupendo articulo deberia servirnos de ejemplo a muchas personas. gracias por hacernos reflexionar sobre un tema que a todos nos puede tocar