Convaleciente (2)

“El perdón y la justicia” (I)

En los días de reposo domiciliario por la intervención, uno se hace más cercano a la familia, al brasero, y también a la televisión. Y en este mundo tranquilo uno no deja de encontrar joyas auténticas. Algo de eso me ocurrió el sábado por la noche, viendo un  programa  en el que estaban informando, pienso que  de un modo muy pedagógico, de lo que está siendo  el proceso de negociación o mejor dicho de “reconciliación”  de las víctimas, sus familias,  y los terroristas arrepentidos de sus atentados. Tema actual y propicio para los cristianos en este tiempo de cuaresma, tanto para reflexionar como para aplicarlo a nuestra propia vida como para compartirlo en nuestra sociedad.

He tenido la suerte de conocer a personas que  han apostado desde el comienzo de los atentados por la paz, por la justicia y por la reconciliación desde el país vasco, personas que han estado en el corazón de “gesto  por la paz” junto a otros, y desde ahí se han movido en los espacios culturales, sociales, eclesiales y políticos con el deseo de conquistar esta meta, que ahora parece que va tomando forma. Entre ellos destaco a Pedro Luis Arias Ergueta, que fue portavoz de  “gesto por la paz” , a Inmanol Zubero, aportando desde su sentir y saber de sociólogo con entrañas de humanismo radical , y  mi amigo Galo Bilbao, que recientemente publicó su tesis que guardo como un sacramento en mi estantería, con su titulo “Sacrificadas a los ídolos”  refiriéndose a las víctimas y centrándose en todos los discursos de los obispos vasconavarros desde 1968 al 2006. Hace unos días  hablé con él para una pronta intervención en la UEx sobre la ética y las profesiones, y comentamos de su implicación en este proceso de verdad y reconciliación, que está siendo apasionante y arduo, me recuerda esta expresión a todo el proceso que vivió Perú tras años de terrorismo feroz y sufrimiento  radical de la población por todas partes, especialmente los más pobres e inocentes, y del que vi una exposición magnífica en Lima   y puede leer un documento apasionante y transformador con la verdad y la vida .

En el programa me sorprendieron los modos  de tratamiento del tema y las claves que entendí que estaban de fondo del proceso y de los pasos que se iban dando, no debe ser nada fácil entrar en ese mundo de sentimientos encontrados y buscar vías para la reconciliación, será necesario tener en cuenta elementos fundamentales que puedan posibilitar un proceso verdadero, que sane y ponga las bases de un posible futuro en paz que integre a todos y no olvide a nadie. En esa línea un primer punto que es necesario tener en cuenta es la relación perdón y justicia,no fácil de resolver:

–          No podemos reivindicar  la justicia  del que ha muerto inocentemente, porque esta no puede darse en el marco de la historia; pero tampoco podemos dejarla en el olvido porque por esa vía no se llega a la reconciliación y sólo se sanaría en falso; la inocencia destrozada no puede ser rehabilitada, pero si puede ser reconocida y proclamada.  Decían los que están dirigiendo el proceso que a veces se oyen palabras duras entre víctimas, familiares directos y  los terroristas, en concreto me  impactó las de una madre al asesino de su hijo: “prefiero mil veces ser la madre de un asesinado a ser la madre de un asesino”. Hay que reconocer que hay dolores tan fuertes tan encallados que necesitan ser dichos, ser proclamados, y ser escuchados por los que lo provocaron.  Pero el hecho de que no se pueda hacer justicia en este sentido estricto de rehabilitar al muerto o al mutilado, no quita que no se pueda hacer reconciliación.

La reconciliación está más allá de la justicia, sin anularla. Hay elementos  de justicia que no pueden darse por la irreversibilidad de los hechos, pero no por ello han de obstaculizar el camino de la liberación de los que nos toca vivir el presente y el futuro, entre muchas cosas por que lo merece la vida de los que se fueron inocente e injustamente; sus propias muertes reclaman proyectos de paz y de justicia que hagan válidas, sus muertes, que las doten de sentido; no sería poco, que lo que ocurrió sirviera para que nunca más volviera a ocurrir. Pero no es fácil entregar la reivindicación de la justicia del sufriente inocente  en orden a un futuro mejor, hay que tener convicción interna, ideal  y  sentido trascendente de  las personas y de la historia, y eso hay que desarrollarlo en el corazón de los familiares y de los afectados. La reconciliación va más por el camino del perdón que el de la justicia, llevándola al máximo de la gratuidad que sólo se logra saltando sobre uno mismo, para mirar enamorado un sociedad y una humanidad mejor, y en ella entender que florece la sangre del inocente dando  vida a los demás.