“Evangelizadores evangelizados”

Prometí serviros las reflexiones conclusivas del encuentro de los sacerdotes y consiliarios en los Negrales en Madrid, convocados por la federación de los movimientos de Acción Católica. Aquí tenéis el primer apartado en el que nos planteábamos cómo debemos ser evangelizados hoy para poder evangelizar:

“Evangelizadores evangelizados”

El trabajo de reflexión compartido,  a la luz de las experiencias vividas por unos y otros,  nos abre  pistas de acción  para el  camino  pastoral que pretende ser novedoso y original. Hemos descubierto  que hoy más que nunca necesitamos “dejarnos evangelizar”  por el momento en que vivimos.  No podemos ni queremos olvidar que para Jesús, Nazaret fue el lugar de su “ser evangelizado”, y desde ahí fue portador de su experiencia de Dios Padre para los hermanos; apostamos por dejarnos evangelizar por el pueblo y su vida, para experimentar  a Cristo y conocer internamente sus sentimientos  para poder vivir desde ellos el ministerio en medio de la comunidad;  entendemos que para ello  debemos activar las siguientes actitudes y medios:

–          Avivar  y  levantar nuestra mirada  para ver  la realidad aceptando  e integrando  creativamente los análisis  y visiones que hacen otras instituciones del momento que estamos viviendo actualmente en la sociedad y en la cultura.

–          Plantear  la necesidad de una conversión eclesial, personal e institucional, para conectar y poder llegar a la profundidad  de las necesidades verdaderas de las personas, a sus gozos y tristezas, a sus dolores, fracasos así como avances y logros.

–          Ensayar nuevos lenguajes  para que el anuncio del evangelio se realice con planteamientos  más vivos que realmente se acerquen  a los  lo necesitan, desde el encuentro fraterno que posibilite la experiencia de  Dios.

          Discernir y clarificar que la verdadera misión pastoral es la formación de los apóstoles, que estará tocada de minoría, y que ha de caminar por procesos que les lleven a ser encarnados, con una verdadera espiritualidad y dispuestos para la acción. Esto sólo será posible, si nosotros mismos vivimos con coherencia en nuestra vida y testimoniamos opciones de este talante, y priorizamos en  nuestro quehacer ministerial tanto el anuncio como la presencia comprometida.

–          Detectamos la necesidad y valoramos como fundamentales los espacios de fraternidad sacerdotal y con fieles laicos para compartir la lectura evangélica y creyente de la realidad que vamos tocando y viviendo en nuestra sociedad y comunidades, con el espíritu propio de la revisión de vida, profundizando en el estudio del evangelio, y configurando nuestros proyectos de vida en comunidad.

 

–          La realidad actual necesita frente al individualismo  espacios y experiencias de fraternidad  y comunidad eclesial, donde de un modo  paciente y de ternura se sientan queridos, aceptados pacientemente, animados, y acompañados, por testigos de vida y no pastores-funcionarios.

–          Reconocemos que en esta sociedad sin Dios, hemos de avanzar en el descubrimiento de la sed y sus manifestaciones en aquellos que viven al margen de la fe, de la religión y de la trascendencia; necesitamos saber llegar a lo profundo de las personas y ayudarles a que ellos mismos se puedan encontrar con su interior y sus inquietudes en muchos casos dormidas, pero no muertas.