Un plantón de encina y Cati

A jornal de gloria no hay trabajo grande

Llego a casa, cuando el sol va perdiendo la fuerza grandiosa con la que hoy   ha imperado en Extremadura, me siento  y  dejo que la letra y  la música del himno de  vísperas entren en mi corazón, y contemplo el  día vivido y  su contenido de gracia y de verdad.

Sí,  hace un rato se reía Paco, mi compañero y amigo, diciendo ya tienes tema para el blog. Acababa  de llegar Ana a la sacristía; ella es  técnica de Cáritas que está acompañando la formación de voluntarios de la Parroquia dedicados a esta dimensión sociocaritativa de la comunidad, venía risueña y con un color especial, se acaba de casar hace unos días. Traía el regalo que en su boda, su novio  Evaristo – ya esposo- había regalado a los varones; él como es ingeniero de montes había entregado como signo y señal sacramental de su unión con Ana, un plantón de encina,  en su estiércol  y con sus raíces, apuntando el deseo de ser centenario y milenario, como eterno quiere ser este amor  esponsal consagrado.  Pero el plantón es  pequeño y Paco,  que es de tierra de encinas como lo somos todos, no ha podido menos que  expresar lo que todos pensamos cuando vemos una planta de ese tamaño: “hasta que sea encina…” A Ana le ha faltado tiempo para invitarle a leer lo que pone  en el reverso del cartel  que anuncia el signo de la unión matrimonial con la fecha: “El hombre que planta un árbol sabiendo de antemano que él no va a sentarse nunca a su sombra, es que ha comenzado a  entender el verdadero sentido de la vida”. Ahí ha dicho Paco que esto terminaría en Post, la gente ya espera que lo haga y me lo indica, así ocurre muchas veces.

Me parece una clave magnífica para entender el día de hoy. Esta mañana  me levantaba temprano para marchar a Cáceres, para participar con Jesús  Sánchez y Paco Zamora en unas jornadas de responsabilidad social de la universidad, organizadas por dicha oficina, y que nos han invitado, entre muchas cosas porque no es pagado, y por que no es que haya muchos que estén interesados de un modo directo y explícito en estos temas.  Los que están encargados de esta dimensión universitaria, saben que desde Pastoral Universitaria, estamos empeñados en todo lo que signifique humanizar la universidad tanto en su interior, alumnos, profesores, personal variado, la investigación, la docencia, así como todo aquello que ha de ser la universidad para la sociedad, y mucho más en tiempos de crisis. Saben de nuestro proyecto de innovación docente para desarrollar las competencias éticas en el aula universitaria. A mí me tocaba exponer el tema  “Estudio y persona; El bien interno y la motivación profesional”, sí aquello evangélico de que “donde esta tu tesoro allí está tu corazón” y que nos hace falta bastante “bien-ser” para fundamentar con autenticidad el  “bien-estar”. Al ir  hacia Cáceres la mañana nos regalaba un vista de la dehesa extremeña llena de encinas sobre una alfombra de sembrados verdes agradecidos con las últimas lluvias de mayo, y sentíamos que con  esta calor, ya veraniega, en pocos días desaparecería este milagro primaveral  no contenido y explotado en gracia y en color.  Yo lo meditaba y entendía que íbamos a sembrar,  como la levadura y como el grano de mostaza, sin saber para cuando, pero con mucha esperanza, y alegres de ser elegidos para esta misión por nuestra universidad.

En el camino, recibimos la noticia de que Cati, la madre de Ana Campos, había fallecido anoche y sería enterrada a la  tarde. Es momento  de oración y reflexión en el propio camino, enseguida nos viene a la mente lo que sabemos  desde su familia y lo que hemos compartido con ella, sí,  hasta el cante de la zarzuela, siempre la recordaremos así, sorda y cantando con gozo e ilusión en un día de campo; hace pocos días en el hospital cuando ya estaba despidiéndose también se lanzaba a sus cantos, pidiéndole su hija silencio por el sitio en que se encontraban. Se va con cerca de cien años. Seguro que alguien la sembró y la plantó en la vida y en el amor, sin buscar sentarse en su sombra, sino queriendo protegerla y amarla; hoy la rodeaban todos los que han disfrutado de su sombra materna – especialmente Guadalupe, Ana y sus esposos- , de abuela,  conocida, alegre, vitalista, fuerte… y también los que ella sembró sin esperar su sombra, pero que han sido los que le han protegido en su ancianidad, sacando ternura, compasión, paciencia, generosidad, para que ella se sintiera querida, cuidada, amada, protegida… En todos sembró la fe y la confianza en Dios y hoy su entierro no había duda de que era siembra, como el plantón de la encina con sus raíces, pero ya sembrada en el corazón de Jesús resucitado, en el seno de la ternura infinita del Padre, en  el reino de los cielos, donde como decía el Evangelio de ayer: se nos da plenamente la alegría de Dios y llegamos al gozo inigualable y lleno de  plenitud que nada ni nadie podrá ya nunca romper, por eso hemos llevado estolas blancas pascuales. Ella que no atesoró donde la polilla y la carcoma corroen,  hoy nadie la habrá mandado callar sus zarzuelas en el cielo, sino que más bien la estarían esperando con el piano a punto y el coro de acompañamiento  para que su canción fuera  con estribillo de todos los ángeles y los santos que están marcados  con la blancura de los que han lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero.

Ha sido  después de la eucaristía del entierro cuando Ana ha entrado con su plantón para que  lo sembremos  en el patio de la parroquia; lo haremos con mucho gusto y  a mí siempre me sonará a zarzuela y me recordará a Cati, que en sus años de sordera, nunca ha dejado de escuchar a Dios y de confiar en él,  y quizá por eso nunca dejó de cantar en su alma y en su espíritu proclamando  que el “Señor es su pastor  y que nada le falta”. Y yo sigo con el himno…

Hora de la tarde,

fin de las labores,

amo de las viñas

paga los trabajos de tus viñadores.

Al romper el día nos apalabraste,

cuidamos tu viña del alba a la tarde,

ahora que nos pagas,

nos los das de balde,

que a jornal de gloria

no hay trabajo grande…

 

One Response to “Un plantón de encina y Cati”

  1. Escribes mejor que cantas… Pero por ambas cosas, unidas a tu alegría y gozo por la vida. Gracias