Querida Adela:

PADRINO DE CONFIRMACIÓN

Querida Adela:

Recuerdo tu mensaje al móvil hace meses: “me confirmo y me gustaría que tú fueras mi padrino”… Algo ya me había llegado de que sería posible esta propuesta, ya te puedes imaginar cómo. Yo ante esta posibilidad ya tenía el sí, era un honor para mí acercarme al altar  y poder decir con solemnidad tu nombre: ¡Adela¡

Hoy que ha sido el día de Pentecostés, con el que hemos cerrado litúrgicamente el tiempo de Pascua, te he recordado y he vuelto a la celebración en la Almudena, allí donde más de cien universitarios os abríais al don del Espíritu conscientes de que este gesto de Dios sobre vosotros, a través del obispo Martínez Camino,  os vinculaba más profundamente a Cristo y a su Iglesia y os señalaba como testigos adultos del resucitado en medio del mundo. Pero no quiero hablar de la celebración a la que le podríamos poner sus “peros” sobre todo en lo que se refiere a pastoral universitaria dado el material humano precioso que constituíais el centro de la asamblea, ya sabes lo crítico que soy,  o resaltar sus gracias…,  prefiero pensar en ti  y en lo que tú celebrabas y Dios celebraba contigo, con tu persona, y por qué estaba yo allí.

Te conocí hace algunos años, para ti muchos, andabas por los nueve años con una inocencia recién estrenada, con unos ojos limpios y con un alma sencilla, una niña ilusionada con su primera comunión. Tu madre te acercó a mí para que celebraras por primera vez  el sacramento del Perdón, y a mí me dieron ganas de pedirte perdón a ti para que me absolvieras, por tu modo tan sencillo y tan ilusionado  de prepararte para el día de la ilusión blanca y gozosa. Es curioso, tu madre vio un cartel en la facultad de económicas que invitaba a la eucaristía universitaria el Domingo, se acercó y desde ahí comenzó una relación de fe y amistad que produjo aquel encuentro y que logró desde ese encuentro, que tu vida ya tuviera que ver con la mía en el ámbito de la fe  y de tu crecimiento creyente en la iniciación de la fe, que ahora culminaba sacramentalmente en la confirmación.

Todo eso propició que te sintieras parte de aquella comunidad pequeña que celebrábamos la eucaristía dominical universitaria, siempre activa y participativa y cuidando de que Benito no la armara mucho, aunque él optaba por dormirse con mis homilías largas y aburridillas. Pero tú ya las entendía y las seguía, aunque muchas veces te gustaba ir con tus amigas  a la Eucaristía de Don  Mateo, que lo hacía más fácil.  Después en secundaria, ante la invitación de Peri el capellán del Colegio diste el paso de iniciarte en un grupo de revisión de vida de la JEC (Juventud Estudiante Católica) y a partir de ahí, junto a Alberto, Ajito.., con el animador Jesús Cordero, comenzó la toma de conciencia de tu ser creyente de una manera más madura personal:  la lectura creyente,  la revisión de vida, la campaña que las monjas no entendían, los campamentos, las celebraciones, asambleas, encuentros… y tu mirada interna y profunda. Recuerdo  el tren que hiciste como ofrenda y símbolo en tu final de etapa en el colegio de las  Josefinas  y en tu paso a la universidad.  La decisión del Colegio Mayor, que todavía no sabemos si acertamos por aquello de que el Espíritu nos invitaba a arriesgar mucho más… después  tu estudio centrado e ilusionado de la arquitectura en esa ciudad cosmopolita y abierta que es Madrid, y en esa politécnica  que has descubierto como un aerópago y atrio de los gentiles, que te interpela y te invita a ser inquieta y a buscar tu autenticidad  y originalidad, tanto como persona como creyente, si es que esto se puede separar.

Me ilusionó ir a Madrid y acompañarte con tu familia, como un miembro más de ella, porque tu persona tiene mucho significado para mí, y veo en ti muchos apuntes del Espíritu y su vida en tu interior, y hoy pentecostés deseo proclamar algunos:

–          Eres una persona con una madurez grande en muchos aspectos: en tu ser y participación en el seno familiar con tus padres y hermano, con tus tíos y hermano. Eres capaz de dialogar, profundizar, compartir, acompañar, responsabilizarte y facilitas las cosas. En el estudio y tu capacidad de organización y autonomía has dado muestras de grandeza y seguridad, sin preocupar sino aliviando responsabilidades.

–          Tu ternura: es lo que más destaco, sé que vas a curso por año en la arquitectura y con holgura, pero yo veo más perfección en tu compasión, en tu capacidad de ser sensible y ponerte en el lugar de la otra persona: la relación con tus abuelos es de lujo, cómo disfruté con su presencia en la celebración y en la cena que gozamos juntos y que ellos nos invitaron, me encanta como los entiendes y acompañas; además gozo con tu ternura dirigida también con mi madre, ella ha disfrutado con  esta elección tuya respecto a mí, y me pregunta muchas veces para que le cuente detalles, hoy ha sido el último día al llegar de misa y decirle que había estado con tus padres; nunca olvidaré la tarta que le trajiste de recuerdo de Inglaterra.

–          La capacidad de relación y encuentro:  tu relación con Alberto, Ajito.. y tu caminar con ellos en el grupo considero que os ha enriquecido, saber caminar con todos desde donde están los otros es una clave fundamental de vida, y ahí en el grupo lo ejerciste muy bien. Aunque ahora Madrid lo haga más difícil.

–          Y también, la conversación última en los viajes por Madrid aquel día, en los que nos conducías tú a nosotros como madrina experimentada en esa ciudad gigante, y que facilitaba una conversación previa al sacramento: tu preocupación por el sentido humano, social y servicial de tus estudios; la necesidad de buscar profundidad porque el objetivo no es ser una arquitecta genial y con éxito, sino profunda y llena de vida, que sepa poner su saber al servicio de lo humano, para que tengan más vida y el Reino de Dios avance entre nosotros, y especialmente con los pobres. Me hablabas de hacer optativas que se fueran dirigiendo a un sentido social y comprometido de  tu carrera, y desde ahí abrirte a un master  especializado y específico  que te pudiera orientan en el sentido de tu futuro. Ahí  hablamos de que lo fundamental era que tu vida estuviera llena y te realizaras desde lo auténtico, que llegaras a la dicha de sentirte llena de vida y con ganas de generarla en los demás, de vivir a tope tu ternura en la generosidad. La necesidad de espacios de referencia que fortalezcan esas inquietudes y acompañen.

–          Cuando llegamos al altar, te pusiste de rodillas delante del obispo, para recibir la unción, correspondía poner sobre tu hombro izquierdo mi mano derecha y decir con nitidez tu nombre, y lo dije con fuerzas, alegría y esperanza, porque sabía lo que bulle dentro de ti y que ya es fruto del Espíritu del Resucitado; en mi interior había solo una oración sencilla: “Entra hasta el fondo de su alma, divina luz,  y sigue enriqueciéndola, para que siempre sueñe, en los sueños descubra tus promesas, y fiándose arriesgue para que su alegría llegue a plenitud al ver que todas se cumplen”.

 

One Response to “Querida Adela:”

  1. Felicidades Adela!! Me alegro muchísimo por tu confirmación.Yo sé por experiencia lo que supone este sacramento en la vida.La confirmación te da el Espíritu Santo y con él los dones para poder llevar el Evangelio al mundo entero.También me alegro que hayas elegido a Pepito para ser tu padrino.

    Que Dios te bendiga y te guíe en la vida para hecer el bien a los demás y llevar el Evangelio a aquellos que aún no lo conocen o lo han olvidado.
    Un beso.Alberto Gata