ALBERTO, NAZARENO…(I)

Clave teologal y teológica de una vida

En estos días de ejercicios espirituales, acompañado por el maestro de contemplación en la vida de Manolo Barco, nos hemos adentrado en el Jesús pobre de Nazaret y hemos contemplado la dimensión teologal y  teológica  de este signo nazareno. En el ejercicio de la oración, en el contexto del estudio del evangelio, al conectarlo con la vida, el Espíritu me puso delante una vez  más la vida y la persona de Alberto -un joven cristiano especial  y querido enla JEC-y entendía que quería hablarme de Nazaret desde él. Por eso comparto el enriquecimiento que supone para mí  Alberto como signo del  Jesús Pobre de Nazaret y su menaje salvador, en clave de oración. Nazaret lo hemos descubierto una vez más como clave teologal y teológica para el conocimiento de Jesús, y se nos ha revelado como: misterio, irrelevancia, presencia, aprendizaje, misión, silencio, éxodo. Y todo esto se me revela a mí en la persona de Alberto, en un militante singular y especial, que Dios me ha regalado como lote de mi heredad y mi copa, y junto al que vamos creciendo muchas personas. Por eso  me voy a permitir el lujo de ir orando con todos vosotros desde su persona y su riqueza en estos días, para seguir el susurro del Espíritu que desea hacer de este blog un pequeño Nazaret de la vida y del encuentro con el Dios de lo pequeño y de lo sencillo.

“Alberto llegaste a mi vida y eres un verdadero misterio, y todavía no he entrado en ti como quiere Dios que lo haga. Cada día estás a la puerta llamando para que te descubra, pero yo te digo mañana para lo  mismo decir mañana, como nos recordaba el poeta; pero hoy, cuando el espíritu pone los corazones a punto, quiero pararme y entreabrirte mi puerta para mirar a la tuya que siempre está abierta y así contemplar, acoger y comulgarte.

ALBERTO (Nazaret) ES MISTERIO:

Siempre estás fuera de, y para casi todos descentrado, aunque hay más de una persona muy centrada en ti (Tu madre, hermano, abuela, tios…) que te tratan con un cariño y una normalidad total, y esos animadores y compañeros de grupos de revisión de vida de los que has formado parte; sí, eres para la mayoría nada, para unos cuantos mucho como el Nazareno. No es fácil ni definirte ni describirte, aunque te imitemos –yo lo hago bien-, no lo saben o no pueden hacer ni  los mejores técnicos en personalidad, ni ninguno de los reyes magos de Orienta. A veces, como nos pasa a todos, ni tú mismo te entiendes,  y expresas con claridad para todos tus confusiones internas y tus sufrimientos, a la vez que gritas y cantas tus alegrías. Pero eres natural, transparente, directo, expresivo, sin cálculos artificiales, sin mentiras, incluso tu propio egoísmo y tus miedos no los escondes, ni disfrazas, sino que lo expones con una claridad meridiana para que todos lo puedan conocer.

¡Qué misterio¡ El indescifrable para los sabios y entendidos, se cifra en la cotidianeidad de un nazaret, hecho a trozos de verdad y de luz en la debilidad.

Alberto, así como eres, tú eres verdad y por eso eres verdadero, como Jesús de Nazaret, y desde ti oro hoy al Padre:  ayúdame a desentrañar el misterio profundo de la vida, de cada día, de cada nazaret, que sepa situarme como tú, y descifrar  el misterio que se dice en lo cotidiano y en lo diario de cada día, en cada persona, en cada acontecimiento, en cada quehacer, que tu espíritu me haga transparente y sincero, y que en  mi debilidad, los otros puedan descubrir la claridad y cercanía de un Dios, que en la  limitación de lo pequeño y lo débil  se hace universal, hermano, y ternura.

 

 

 

One Response to “ALBERTO, NAZARENO…(I)”

  1. Muchas gracias Pepe por esas bonitas palabras que has dicho de mí.No me lo esperaba.Tu artículo me ha emocionado muchísimo.No sabía lo mucho que significo para ti en tu vida desde que nos conocemos.

    Te doy muchísimas gracias a ti y a los de la JEC por haber entrado en mi vida,por encontrarme con Cristo,por hallar un sentido a mi vida y por ser mis amigos