Alberto, nazareno (IV)

Aprendiz de Nazaret

Cuántas veces hemos leído ese versículo tan sencillo de  la vida oculta de Nazaret en el que se encierran treinta años, la mayor parte de su vida: “Bajó con sus padres a Nazaret… y allí  aprendió a vivir…creciendo en gracia y en sabiduría delante de Dios y de los hombres”; Dios se hace aprendiz de la vida en lo oculto y desde lo pequeño de una aldea anónima. El texto leído desde tu vida Alberto, y tu  relación con los que compartimos camino contigo, cobra un color y sabor especial  y único.

Si aprender es vencer y manejar situaciones y dificultades, tu eres un aprendiz ejemplar, de los mejores que he conocido. Cuántos modos y cosas has adquirido y aprendido con nosotros en estos años: Salir de casa por tu cuenta en autonomía, estar tranquilo en  reuniones de horas, tú que eres un remolino psicofísico; dormir en tiendas de campaña,  cuando al comienzo traías tus tapaojos para dormir, hacer marchas duras para ti; viajar, convivir, hablar en público; conocer la Iglesia y su historia, sin  perderte ni un solo papa en sus virtudes y defectos; la liturgia, el catecismo, incluidas las oraciones en latín, la vida de los santos; los problemas, causas y consecuencias, del  tercer mundo, la oración y el compromiso… En todo eres pregunta, búsqueda, inquietud, y esa cuestión permanente que me planteas: “¿Pepe, tú crees que con mis estudios de Historia yo podré ponerme al servicio de le los más pobres…? porque no estoy seguro y eso me preocupa mucho, estudiar para nada importante”. Te da disgusto pensar que no puedas poner tus estudios, tu saber al servicio de los pobres, para lograr un mundo mejor y más justo. ¡Madre mía, si este fuera el tono vital de todos los que estudian en la universidad (alumnos y profesores) que atrás quedaría Bolonia para nosotros¡

Padre, dame el espíritu del aprendiz en la vida, el que vivió Jesús en la vida oculta en Nazaret, que sepa situarme como discípulo y sacarle a cada momento la grandeza de lo nuevo, del verdadero aprendizaje, de la alteridad y del encuentro con lo que me rodea y con los hermanos que me has dado para construir  un mundo mejor y más justo. Que mi aprendizaje no se cifre en el éxito, ni en la competitividad, sino en lo sencillo y en lo profundo del vivir de cada día, que nada se me escape de esa lectura creyente que tú me inspiras  y en la que tú mismo  te das para que tengamos vida en abundancia. Gracias por encontrar en Alberto, un aliciente para aprender y caminar sin que las dificultades me detengan en ese camino de la sabiduría que tu Espíritu da a los que la piden y la buscan cada día. Hoy nos hemos reunido los sacerdotes compañeros para programar nuestro nuevo curso de estudio del evangelio, ayúdanos a conocerte más profundamente en tu saber nazareno desde la vida y que lleguemos a ti , como evangelio gozoso de lo diario y de lo oculto.