¿ AHORA O SIEMPRE?
SÍ, ES POSIBLE…
Aquel joven lo tenía todo en el “ahora” de su vida, no le faltaba nada; bueno nada no, le faltaba algo, era feliz, pero quería serlo totalmente, estaba inquieto, deseaba la vida en plenitud, soñaba con el “siempre”. Se acercó a Jesús, algo le decía que este hombre sabía de lo eterno, de la alegría que es para siempre y que nadie te la puede quitar, del Reino de Dios, de la salvación. Lo acepta como maestro para la vida y le pregunta con la sed de un joven que sueña y es capaz de utopías en su vida, que no se conforma con algo porque lo quiere todo.
A Jesús le toca el alma, se la alegra, un joven que se dispone para el Reino a tope, un hombre hecho a imagen de Dios que tiene la sed tremenda de querer ser como su creador y hacedor. Sólo falta ponerlo en contacto directo con ese Dios para que lo experimente como Padre en su interior. Hay que comenzar por lo básico, no hacer ningún daño a los hermanos, y eso está cumplido; ahora lo siguiente, saltar a la otra orilla, entrar en los sentimientos de Dios, en la compasión y la ternura, y vivir todo con el sentido de la gratuidad y la bondad sin límites, sin nada que te frene, ni te pare en ese camino de vida y salvación. Y ahí se rompe el corazón, se frunce el ceño del joven y su alma se entristece, porque era rico; no quería poner en juego su ahora por el siempre, algo por todo, el ya por el todavía no.
Nuestro mundo está en crisis, como el joven del evangelio, tiene el ceño fruncido y el alma triste. Hemos preferido el ahora del éxito y de la seguridad individual de la riqueza, frente al siempre y el riesgo de la fraternidad y la justicia verdadera. Cada uno se ha buscado su seguridad y hemos entregado la bondad y la gratuidad de Dios como un riesgo que nos frenaba desde el miedo; hemos preferido la seguridad de la tristeza que la entrega de la alegría. El mundo se ha hecho rico y no ha aceptado la clave de la salvación del Reino: la fraternidad que genera justicia y dignidad. No es fácil entender el mensaje de la crisis que vivimos en el mundo, pero Dios lo presenta claro y el evangelio es luminoso como el día. Sólo hay un camino de salvación: otra economía es posible, la alternativa de la común y de lo fraterno; sin cambio del corazón, no saldremos de verdad del hoyo, sin riesgo no habrá vida auténtica, sin entrega del ahora no habrá siempre, ni todos, ni un nosotros de ternura y compasión.
Pero sí hay quien lo entiende, y señales no faltan. El otro día, en un encuentro con voluntarios de Cáritas, una señora que escuchaba con atención unas palabras mías para intentar iluminar el quehacer de esa institución eclesial, hablando de que lo más importante eran los sentimientos de Cristo, que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (2 Cor 8,9), nos contó -mostrando que se había enterado muy bien del mensaje- un hecho de vida que se me quedó marcado y que aquí os sirvo para poder entender lo del ahora y el siempre del amor. Una señora mayor le había dicho un día, que ¡los que aman que pronto se hacen pobres¡ Había ahorrado durante mucho tiempo para asegurar su vejez con tranquilidad; pero ahora su hijo se había quedado en paro , siendo esposo y padre, tenía encima la hipoteca y no podía sobrevivir; ella ante esto, había sacado todos sus ahorros – sus seguridades, su ahora- y se lo había dado para salir de esa situación. Desde ahí proclamaba: ¡qué pronto se hacen pobres los que aman¡ Y no lo decía triste, ni con el ceño fruncido, sino con el orgullo y la paz de los que han entendido la vida y el amor. Sí, ella había echado lo que tenía para vivir. Era una anciana, pero apostó y arriesgó lo que el joven no fue capaz aprisionado por la seguridad y la comodidad que generan miedo.¡Padre dame ese Espíritu¡
Te invito a rezar en este enlace: http://www.rezandovoy.org/images/stories/mp3/rv121013.mp3
Extraordinario,felicidades!
Gracias por tus palabras que iluminan la Palabra. ¡Padre, danos ese espíritu!