UN ADIOS AGRADECIDO

¡Orgullosos de ti, Joaquín!

Hoy he visto llorar a dos compañeros sacerdotes con los que hago el estudio del evangelio, ha sido al terminar la celebración litúrgica de acción de gracias y despedida de otro compañero, D. Joaquín Obando Carvajal. Estos dos amigos, habían estado cerca de él, pues habían ejercido el ministerio en Zafra y compartido misión y tarea pastoral con él. Pero unos  cien  miembros del presbiterio hemos ido a celebrar la eucaristía, junto a muchas personas queridas de las comunidades en las que él ha servido como sacerdote, para despedirle antes de depositar sus restos en la tumba, y lo hacíamos como un gesto entrañable de admiración y agradecimiento a su persona y a su modo de entender y ejercer el ministerio.

Al volver de la celebración, con Paco Maya y Ricardo Cabezas, en el viaje veníamos haciendo memoria de su historia y su currículum vital ministerial y de lo que habíamos conocido en él; al llegar a la parroquia del Perpetuo Socorro, unas chicas que tenían que hacer un trabajo para su clase de religión, nos hacían preguntas y nos grababan  a modo de reportaje de video, las preguntas eran sencillas: ¿por qué te hiciste sacerdote?  ¿Qué promesa es la que más te cuesta vivir? ¿ qué le dirías a jóvenes que se piensan ser sacerdotes?

Yo  ahora  en el silencio  y descanso de la noche  me adentro en el acontecimiento de hoy, en la muerte de Joaquín y el comienzo del Adviento, y siento deseos de orar en comunión con su vida sacerdotal ya ultimada:
“Padre te doy gracias porque –como dice mi madre- en una vida hay muchas vidas, y en la de Joaquín así ha sido; ha pasado por nuestra diócesis formando parte del presbiterio con un estilo y modo que siempre ha servido de ejemplo y ánimo para muchos de nosotros. Mi relación con él ha sido casi siempre en el orden del acompañamiento mutuo, perteneciendo a un grupo de sacerdotes que por nuestra propia cuenta, deseando vivir la fraternidad sacerdotal, nos reuníamos para compartir la  Palabra en la oración, la formación, la reflexión, la creatividad pastoral, y la comida y la relación entrañable y afectiva. Y en este campo siempre me ha llamado la atención aspectos que  vivía con una naturalidad  que iluminaban a los que  compartíamos la mesa con él.  Sí Padre, a él le revelaste cosas fundamentales del ministerio por las que yo  quiero alabarte y agradecerte:

–          Capaz de renovación y de juventud, era el mayor del grupo pero su mente siempre abierta, novedosa y acogedora, buen compañero de camino, sacerdote conciliar auténtico. Desde él, te doy gracias Padre por todos esos sacerdotes que supieron abrirse al Concilio con mente abierta y renovadora, capaz de conectar con una autocomprensión de la Iglesia de servicio y servidora en el mundo.

–          Preocupado por su formación teológica, bíblica, pastoral. Lector ávido de lo nuevo y lo profundo, y creador y creativo para transformarlo en alimento  puro y vivo para el pueblo. Fui compañero y compartí docencia con él en las aulas de la escuela de teología en Zafra, un servicio impagable que él sostenía de un modo especial y con una ilusión tremenda.  Desde él, Padre te  bendigo por todos los que en su ministerio entienden que la preparación forma parte del servicio, y que estudiar, pensar, escribir, publicar… es un modo de ser para los demás. Gracias por todo lo que aprendió y por todo lo que enseñó.

–          Humilde pastoralmente, sin más horizonte que la Iglesia y el pueblo de Dios que se le encomendaba, y desde ahí recibiendo y aportando para que la misión fuera abierta y para todos. Conozco a los que han trabajado mano a mano con él y todos los consideran y lo quieren, y lo lloraban hoy con un afecto singular, y lo portaban en su féretro, queriendo estar unidos en este momento en que se dirigía definitivamente al corazón del padre, abriendo la puerta del Adviento definitivo, en el saber y el sentir escatológico.  Por eso, te doy gracias Padre por el ejercicio ejercido en la fraternidad y en la corresponsabilidad, dejando que la misión una con valores fuertes como la sangre.

–          Hombre de oración, centrado en la Eucaristía, sabiendo pedir y celebrar el perdón, cuidadoso de lo fundamental en todas las dimensiones. Celebrar la fe con fe, un reto no siempre conseguido, te doy gracias Padre, por el sentir y el ser  de Joaquín en su dimensión orante y contemplativa, en su ser celebrativo, de raíz jesuítica enmarcado en lo diocesano y lo secular, supo ser fiel a los hombres, siendo fiel a Dios. Formador y profesor del Seminario muchos años, ha sido marca y referencia para la vida, el discernimiento y el compromiso ministerial de muchos compañeros.

–          Amigo, servicial y generoso; lo recuerdo desde cursillos de cristiandad, los equipos de matrimonios, desde la ayuda a los necesitados en comunión con los misioneros de nuestras diócesis, y disponible, muy disponible. TE doy gracias Padre por los que ponen primero a los otros y después ellos, de los que son fieles en la amistad sin juicio, de los que no le duelen prendas de valorar a los demás y estimarlos por encima de ellos mismos.

–          Te doy gracias, Padre, porque hoy me he sentido orgulloso de este hermano, y de este presbiterio que tú me has dado como regalo, ayúdanos a saber construir nuestro ministerio con lo mejor de cada uno de nosotros para que, como Joaquín lo ha hecho hoy en este primer domingo de Adviento, podamos salir al encuentro de Cristo Glorioso, acompañado por las obras buenas de nuestro ser y hacer sacerdotal.

HASTA MAÑANA EN EL ALTAR¡

3 Responses to “UN ADIOS AGRADECIDO”

  1. mUY ORGULLOSOS, ES CIERTO Y REAL COMO LA VIDA MISMA! Cuántas gracias tenemos que darles los que lo conocimos más de cerca! Cuántos ánimos en nuestra labor laical como miembros comprometidos del Evangelio.Ayer me venía a la mente,los paseos con él por el Infanta Cristina Hace unos años cuando le echaron el “remiendo” como él decía. Esos pasillos se llenaban de Esperanza, hablando de lo humano y Divino. De lo importante que es estar en el mundo sin pretender ser nada, de lo admirable de su ministerio, de la importancia de los seglares. Cuántas risas en aquellos pasillos y después en la habitación con la compañía de la oración y la meditación.Me animaba cada día a ir por allí, necesitaba ir a estar con él, para que me enseñara lo importante que era ser generoso y amable, cariñoso y sencillo. Me llamaba a menudo, lo visitaba en su casa de los Santos, era un gozo vivir con él esos encuentros llenos de entusiasmo POR TODO, me acompañaba con especial cariño a visitar a Don Ángel, QUÉ RATITOS MÁS ENTRAÑABLES, DECÍA SIEMPRE Y DE VUELTA A BADAJOZ DABA TANTAS GRACIAS A DIOS! Cuando me enseñaba el libro que era para todos, pero que de una forma especial quería que tuvieran sus compañeros sacerdotes y gente muy cercana a él. GRACIAS,Joaquín y gracias Pepe por este tan pequeño, gran homenaje.

  2. ¡Gracias, Pepe! Así me siento hoy: tan dolido como orgulloso de ser compañero de Joaquín, de haber tenido la ocasión de hacer el último servicio de portar su cuerpo en nombre de todos los sacerdotes. Los sacerdotes diocesanos, mis hermanos… porque yo soy diocesano, ¿sabes?

  3. Creo que no es un panegírico esto, sino una profunda reflexión del ser sacerdote, a cuya altura no creo que yo llegue, pero es una referencia buenísima. La reflexión, valga la redundancia, es todo un mensaje, más que escrito vivido. Comparto los dos que he leido hoy, el de César y el tuyo. Creo que definen al Joaquín que hemos conocido.