Yo, leproso agradecido

El Señor me ha regalado un lote hermoso, me encanta mi heredad”

Ha sido una Eucaristía gozosa de comienzo de andadura en una residencia de ancianos de la Junta de Extremadura, aunque realmente muchos de ellos me conocen desde hace muchos años- que la atendí junto con Julián-, y nunca he dejado de ir porque José Luis Garduño me ha buscado cuando él no podía celebrar con ellos.

El tema central al hilo del evangelio dominical ha sido el agradecimiento. Y yo he estado toda la eucaristía agradecido internamente; a cada paso de la liturgia encontraba motivos para celebrar e identificarme con lo que traía entre manos, el pan y el vino, la consagración, la comunión, la bendición. Todo y por su orden tenía un significado y sentir especial rodeado de esta comunidad de ancianos residentes.

Comencé dando explicaciones de porqué estaba allí, cómo José Luis -que ya se había despedido el domingo anterior- pasaba a otros ancianos y que yo – desde la parroquia de Guadalupe- estaba allí para hacernos cargo de esta responsabilidad y servicio.Ellos ,desde el recuerdo cariñoso a José Luis, no tardaron nada en felicitarme, acogerme y mostrarme su sonrisa y cariño.

Imagino que esta propuesta del Obispo – a través de su vicario- será porque debe saber que yo ya he estado años en este menester, que tengo experiencia por los años que llevo cuidando y atendiendo a mi madre en su dependencia, y ha querido que no pierda continuidad en esta labor pastoral aprendida y específica. Ha debido considerar que reúno las condiciones que se requieren para este trabajo tan determinado en una residencia de ancianos, donde la mayoría de los residentes son no-válidos. Ellos lo han entendido porque a la hora de darles participación en la reflexión del evangelio, con la cuestión de a quién estaban agradecidos en el vivir diario de la residencia fueron nombrando desde el director y su equipo, a los médicos y enfermeros, cocineros, mantenimiento, jardineros… y alguno dijo:”y al obispo que ha tenido a bien enviarnos a un sacerdote como usted”. Por lo que se ve la voluntad del obispo coincidía con la suya, y en este caso también con la mía.

Recuerdo, que en este removerme último y la preocupaciones propias de quien trabaja con celo y dedicación en un campo pastoral específico encomendado en la universidad -aunque se pueda interpretar como exceso de protagonismo- , alguien me dijo: “Pepe, no te preocupes, tú allá donde vayas vas a ser feliz”.  Hoy, Mari Ángeles,he sentido que llevabas razón, he sido feliz.

Recuerdo que hace muchos años, en esta misma capilla de esta residencia me inicié en el canto, entonando las canciones litúrgicas, yo que en el seminario nunca me habían dejado cantar en el coro dada mis pocas cualidades -ninguna-para el canto -lo desentonaba todo- . Un día, al acabar la Eucaristía, una de las ancianas me dijo en medio de todos :”Don José aquí nadie ha cantado como usted…dirá que qué mal lo hacemos nosotros”. A partir de ahí mi autoestima y cualidades musicales se transformaron, entono y canto sin ningún complejo. Hoy me ha pasado algo parecido, en la homilía he intentado acercarles el evangelio, el sentido de agradecimiento en la vida, en su situación, y han participado activamente. En un momento les he hecho una referencia a la comunidad que estábamos allí, y cómo yo agradecía a  Dios Padre poder celebrar la misa con ellos… y han roto en un aplauso alegre e inesperado por mí, pero que me ha sanado de la poca lepra que todavía pudiera quedarme en mi corazón herido y hacerme sentir que estaba excluido. Con ellos canto lo que quiero y me siento en comunidad viva y querida. ¿Qué más puedo pedir?

Con ellos pienso seguir sintiendo la presencia real de Cristo en la Eucaristía y en sus vidas, y me será más fácil creer en este misterio y en la transubstanciación. Además será un buen aula para seguir aprendiendo escatología directa y auténtica.

Grupo de residentes

One Response to “Yo, leproso agradecido”

  1. Pues si….a veces Dios se presenta como un aplauso inesperado que hace las veces de una suave brisa en el corazón….