Víctimas faraónicas

VÍCTIMAS FARAÓNICAS

ImágenesVanidad de vanidades, todo es vanidad y todo tiene su tiempo, como reza el eclesiastés…  Ahora en la cuesta de Enero y Febrero  el mercado se ralentiza y hasta los inmigrantes pueden hacer hueco en su agenda, entregada a los poderosos que dirigen nuestros destinos, y aprovechan algún viaje más barato para escaparse, besar, abrazar a la familia y a los amigos, respirar en la normalidad de lo amado y auténtico, para volver a sumergirse en las duras leyes de la crisis. Eso ha permitido estar una tarde con una pareja de jóvenes, miembros de un grupo de profesionales jóvenes, muy queridos para mí. Inesu, licenciada en matemáticas  que quiere ser profesora, y David, licenciado en Comunicación audiovisual, que le gusta la cámara y el cine, ambos se vieron  obligados a irse a Manchester a aprender inglés. Allí “sobreviven”, él friega platos y ella cada día se somete a la intensividad del inglés…expatriados, sufrientes, solidarios, solos, a la vez, que esperanzados, transformándose, amándose cada día más, dejándose hacer por la realidad, sin cambiar principios ni fundamento, cosa que no es nada fácil en aquella selva. Toda una odisea, que tiene responsables del dolor… y ellos se consideran afortunados aun en el sufrimiento.inés Desean, como locos, poder establecerse como pareja y tener hijos… pero el faraón  actual –mercado y crisis-  no permite que los hebreos-sencillos y pobres- tengan hijos. Tendrá que venir la plaga que acabe también con sus propios primogénitos faraónicos dinásticos y beban el veneno que ellos mismos están imponiendo a los débiles. Serán víctimas de su propia corrupción y sus violencias. Mientras tanto nosotros nos reforzamos en comunidad y hacemos creíble aquello de que podemos decrecer para crecer, que estamos llamados a ser creativos  y convencernos cada día más de que podrán matar nuestro cuerpo pero no nuestro espíritu, ilusión y esperanza, si nos anclamos en una fraternidad auténtica.

José Moreno Losada

One Response to “Víctimas faraónicas”

  1. Que nadie beba el veneno.
    Que podamos bendecir al que nos maldice para precipitar el fin del sufrimiento de los ‘Humillados y ofendidos’.