El reto del diálogo interreligioso

Un nuevo reto

 Recientemente, el arzobispo de Mérida-Badajoz, D. Celso Morga, me ha encomendado el trabajo de animar la Delegación Diocesana de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso. Un nuevo reto que, en el contexto actual, alcanza una dimensión de primer orden, dado el momento histórico que estamos viviendo. ¿A quién no le es familiar un vocabulario que habla de fronteras, atentados, yihadismo, fundamentalismo, interculturalidad, globalización, inmigrantes, persecución religiosa, martirios…?

En principio, uno se asusta ante el reto, ante una tarea que se vislumbra confundida entre los deseos por cumplir y las fuerzas por llegar. Sin embargo, es mucho lo que se está haciendo y avanzando en este tema, puesto que la necesidad de paz y de ética universal que este mundo necesita es, cada vez, mayor.

Parece ser que los grandes pensadores de la historia se inclinan porque no es posible una ética universal, ni la consecuente paz, sino  es en el encuentro de todas las ideologías y convicciones, contando con el concurso de todas las religiones. La Iglesia católica, en el último siglo, especialmente desde el Concilio Vaticano II, está preocupada y entregada por aportar y favorecer todo lo que se refiere al ecumenismo dentro del cristianismo, así como al diálogo interreligioso y con los no creyentes. De este modo, hace honor a su propio calificativo de católico -que le llama a ser universal-, no desde el exclusivismo, sino desde el encuentro y la comunión. Aunque este aspecto no siempre estuvo tan claro en la historia de los pueblos e, incluso, de la propia Iglesia…

Cuestión universal

En este sentido y desde este horizonte que ahora vislumbro con mis propias manos, me entusiasma la noticia que en estos días me llega y que me anima en esta bonita labor de ser puente y no frontera. Se acaba de reunir el foro consultivo del KAIICID (12 de abril), un laboratorio virtual de ideas para fortalecer el diálogo interreligioso. Este foro tiene como finalidad una necesidad urgente, que es la de abordar los desafíos en la prevención y la lucha contra el extremismo violento. El KAIICID es la única organización intergubernamental del mundo dirigida por una Junta Directiva multirreligiosa que busca construir la paz en zonas de conflicto, aumentando la comprensión y cooperación entre personas de distintas culturas y fieles de distintas religiones. Este centro fue fundado por Austria, Arabia Saudí y España, siendo la Santa Sede de la Iglesia Católica Observador fundador del mismo. Su junta directiva está formada por destacados representantes de las cinco grandes religiones del mundo (budismo, cristianismo, hinduismo, islam y judaísmo), quienes diseñan y supervisan los programas del centro.

Una de sus creaciones ha sido el Foro Consultivo, un órgano de un máximo de cien miembros de diferentes religiones, organizaciones religiosas e instituciones culturales del mundo. Los miembros de este foro, a título individual, prestan sus servicios y aportan su amplia experiencia y conocimiento de las grandes religiones y de instituciones religiosas, internacionales y de la sociedad civil. Hace unos días, en abril, ha tenido lugar la primera reunión de dicho foro. En su trabajo, quieren servir no sólo a este Centro, sino a la comunidad mundial, dada su pluralidad e interreligiosidad, a la vez que interculturalidad.

El Papa Francisco y nuestra realidad

Noticias de este tipo nos animan a nuestra labor, sabiendo que nosotros vamos a ir viviendo tanto el ecumenismo, como el diálogo interreligioso y con los no creyentes, a pie de calle, a golpe de abrazo, en nuestras  parroquias, a nivel de diócesis y en comunión con otras. Cáceres, de hecho, ya lleva tiempo caminando en esta vereda, con una repercusión positiva en este tema a nivel de ciudadanía. El camino del diálogo tiene perspectivas muy ricas, desde un nivel de reflexión y encuentro para buscar la verdad, que no es posesión de nadie, sino a quien todos deseamos encontrar y servir, a la vez que profundizar en ella. Hay muchos detalles que, a nivel de ideas, reflexiones, deseos, esperanzas, doctrinas, celebraciones, sentimientos, trascendencia, alteridad, unificación, etc., nos podrán unir y fortalecer, sin pretender que nadie tenga que dejar su singularidad ni arriesgar la nuestra; como una riqueza que se encuentra, para darse la mano, sin prepotencia ni desprecio alguno.

Y, junto a la verdad, el amor. El papa Francisco nos regaló hace a principios de año un sencillo documento visual, acompañado con sus palabras, profundas, sinceras, donde aparecían personas y signos religiosos de las distintas religiones, aunando su corazón en una caricia de fe y proclamando el deseo y la aspiración de un mismo amor fundamentado en la mirada trascendente de todos.

 El camino de la ética y la compasión

La ética y la compasión serán, seguro, un camino en el que todos podemos transitar juntos ya, sin tener que esperar. Hemos de comenzar a dar pasos en él, sobre todo si oímos el grito de los refugiados en las fronteras de Europa, amén de otros muchos sufrimientos de la naturaleza y de la humanidad. Sin olvidar, por supuesto, la acogida y el conocimiento mutuo en nuestras sociedades, desde un respeto hecho de lo diario y de lo normal, en la calle, el comercio, el trabajo, la escuela, la política, la diversión, el asociacionismo, la cultura, los jóvenes… Esto es lo primero y posible para todos, desde la tierra donde habiten nuestros pies y en todos los lugares, pero animados y guiados desde todas las comunidades religiosas y civiles.

En estos momentos, desde este nuevo sendero que comienzo a andar, según voy reflexionando, el ánima se anima, y comienzo a imaginar personas que están inquietas, o pueden estarlo, y me ilusiono en poder caminar juntos, en buscar a otros, en compartir y caminar por estos senderos de verdad, amor, acogida, conocimiento y compromiso mutuos. En el deseo de que la religión no sea obstáculo sino camino, nudo del encuentro de lo humano, lo justo y lo digno, del amor y la compasión universal. Desde ya, queda abierta esta Delegación a todos los que quieran trabajar con estos objetivos, porque todos somos válidos en el trabajo por la unidad y el bien de la humanidad como único horizonte. Y es posible si creemos en el amor, porque todos –en esta maravillosa aventura de la fe- somos hijos de Dios y humanos.

Una clave: https://www.youtube.com/watch?v=qExx-SiALBE