Te quiero. Amoris laetitia.

La fidelidad en el amor  matrimonial no es una obligación, sino una aspiración y un sueño,  posible y real.

Lo veo diariamente en cientos y miles de personas, desde las personas que están ultimando su existencia en la residencia de los mayores hasta los jóvenes que se atreven a decir, con una madurez y una ilusión inigualables, el “sí quiero” con deseos de eternidad.

Acaba de publicarse la última encíclica del Papa sobre la familia y el amor. Casi  todo los medios se han cnetrado en aspectos colaterales, aunque muy importantes, sobre el tema de las relaciones de pareja en los matrimonios. Pero lo central de este documento es la proclamación de la alegría del amor,  la verdad que sigue moviendo almundo y a la familia. Es algo sencillo y callado que casi nunca es noticia, pero que permanece y sostiene el mundo y la humanidad, la verdad del amor auténtico. Se trata de la mayoría  de las personas que aspiran a un amor auténtico y lo hacen labor cotidiana en sus matrimonios y sus familias. El otro día acompañaba a unos novios en su celebración matrimonial, fue íntima, no había más de veinte personas, pero su preparación fue cuidada y elaborada interiormente. Una vez más allí se estaba celebrando un amor que se comprometía y quería ser para siempre… desde una experiencia sencilla y esperanzada. Me anima y me ayuda volver sobre sus propias palabras de libertar, amor, fecundidad, y de entrega en un consentimiento de aspiración en un amor sin límites, confesado desde la propia debilidad  fortalecida con la fe:

Escrutinio:

¿Venís a contraer matrimonio en libertad?

–         Hemos crecido en nuestras familias,  hemos madurado como personas, y nos hemos encontrado de un modo gratuito, nos hemos enamorado con total libertad. Desde esa libertad profunda,  hemos construido nuestra pareja ayudándonos mutuamente, cuidando uno del otro para que siempre nos sintiéramos libres, por eso hoy con total libertad damos este paso matrimonial, agradecidos a todos los que nos han ayudado a crecer como personas en nuestras vidas.

¿Estáis dispuestos a amaros y respetaros mutuamente durante toda la vida?

–         En nuestra vida de pareja hemos experimentado la gracia del amor, nos aportamos alegría, positividad, equilibrio, estabilidad, hemos crecido interiormente, nos sentimos cómplices y aspiramos a una fidelidad radical, con un proyecto que deseamos que sea para toda la vida, y así queremos pedírselo a Dios.

¿Estáis dispuestos a recibir responsable y amorosamente los hijos y a educarlos en el evangelio de Jesús y en el amor a su Reino?

 –         Nuestro proyecto es  formar una familia en la que  podamos  recibir con alegría y generosidad los hijos que Dios nos conceda, para transmitirles nuestra vida y nuestra fe.

Así lo soñamos y por eso lucharemos.

CONSENTIMIENTO:

Esposo:

…, te  conocí y te amé, desde entonces hemos realizado juntos un camino de pareja y conocimiento, que hoy se consagra en esta ceremonia.

Hoy  proclamo, ante esta asamblea, que eres la  persona más importante de mi vida y quiero que seas mi esposa para siempre, me gustaría ser para ti fundamento, que siempre te sientas querida por mí y en mi persona encuentres  fidelidad total.

Ante Dios me comprometo, y ante todos los que nos acompañan, a quererte y amarte siempre.

Esposa:

…, tú has sido para mí, desde que te conocí,  una persona totalmente transparente, te has mostrado sencillo y verdadero. En ti he encontrado el mejor catalizador de todas las cosas buenas, contigo he crecido y me he sentido valorada de un modo especial.

Yo quiero ser para ti, en tu vida, escucha, compasión, apoyo. Deseo que nunca te falte mi consejo amoroso, ni mi mirada de ternura, para que te puedas sentir siempre querido por mí.

Ante Dios y los que nos rodean en este día entrañable, me comprometo a amarte y cuidarte durante toda mi vida.

 Alianza:

–         Recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti.

Arras:

–         Recibe estas arras como prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes que vamos a compartir.