Politica: una cuestión de confianza?

Politica y desconfianza

Ayer  se repetía en el congreso, una y mil veces, que se trataba de una cuestión de confianza lo que allí se estaba cociendo. El clima no sé si era de confianza real  o de desconfianzas mutuas, para seguir aumentándolas..

El ser humano vive por y desde la confianza, no hay otro modo de hacerlo. Somos fruto y semilla de la confianza, en medio de la debilidad. Cada día somos y vivimos desde el confiar mutuo: en la familia,  el trabajo, la educación, el tráfico,  la alimentación,  las conversaciones,  el juego,  la diversión,  el viajar, la salud, la administración… También en lo común, en lo público y necesariamente en la política. Esta política que nos trae de cabeza es un “desgobierno” producto de una total desconfianza.

Paula, su primer dia de “guarde”

Esta mañana me llega la foto, por el watsap familiar –tan pesado como entrañable- , que nuestra niña más pequeña, Paula, va por primera vez a su guardería. Ni que decir tiene que es la más bella del mundo para todos nosotros y que lleva una alegría desmesurada para que no nos entristezcamos al ver que se va a quedar en un medio totalmente nuevo, todavía no se dará cuenta de que su madre se irá y ella quedará allí en otras manos, aunque seguro que lo sentirá. Al ver la foto y pararme en los sentimientos que me provoca me surge la cuestión de la confianza. No podemos vivir sin ella, mis sobrinos, tras haber auscultado las posibles guarderías, han tenido que optar por una y  confiar en ella. Le dejan hoy en sus manos su bien más preciado, por el que darían la vida. No dan a su hija, pero la depositan en la confianza del bien interno de esa institución y de los profesionales que la van a tratar. Ya lo tuvieron que hacer cuando en el seno materno, con el cuidado de profesionales, en reposo absoluto su madre la esperó con paciencia y amor. No podemos ser sin la confianza, la necesitamos para todo.

La confianza, la cuestión de lo humano

La cuestión es de dónde viene y a dónde nos lleva la confianza. Puede haber desconfianzas que vienen del “pecado”, personal y social, como ocurrió con Adán y Eva en el paraíso, cuando todos querían jugar a ser dioses por ellos mismos y  como consecuencia, se acusaron uno al otro en aquello que era iguales, donde estaban llamados a ser humanos y hermanos hicieron un foso de separación y división. También puede ser por envidia y competitividad en el deseo de ser los mejores o tener más que los demás, lo que llevó a Caín y Abel a una violencia destructiva,  haciendo de aquello que podría haberles llevado a la justicia y a la igualdad, en la alabanza del bienestar, un herramienta mortal. Desde allí viene la carrera de armamentos, de la que ayer no se habló,  que a veces trabaja con balas y otras con palabras duras de juicios severos y mortales, la del faraón en Egipto, esclavizando hasta axfisiar. Pero sobre todo puede venir de la ceguera solipsista, de los individualismos que no tienen corazón para entrar en el dolor y en el deseo de la dignidad de los humanos.  La ceguera que impide determinar cuáles son los sufrimientos, los problemas más graves, sus causas y consecuencias, y el posible modo de intervenir para sanar, ordenar, administrar y potenciar la realidad de un modo fraternal y humano. Es verdad que se hicieron referencias, muy pocas, a los pobres y sufrientes de nuestra sociedad, que no son pocos. Pero desde dónde se hicieron  y con qué intención.  A los grandes problemas del mundo laboral, educativo, de inmigración, sanidad… No dialogaron sobre ello, no presentaron sus ideales, ni convicciones, no hicieron análisis de las causas y sus consecuencias. Y así no pueden generar confianza, la que necesita una sociedad que ha de tener referentes e ideales de altura, para educar en la dignidad y la justicia. Convicciones profundas que provoquen adhesión e ilusión de compromiso y acción en la ciudadanía, que desarrollen la dimensión social y política de los ciudadanos.

Necesitamos recuperar la confianza política

Ayer, hoy y mañana, parece ser  que no buscarán caminos de solución para los que están pasando mal momento, o para el bien común. Se hablará de estrategias, aguante, turnos, para ver quién puede más o menos, o sea  un maremágnum que seguirá mermando en nuestra confianza política. Confianza que es la básica para la polis, para el bien común, para lo digno y lo humano. Nada nos hace más falta que la confianza política en la organización de lo público.

No hay duda de que nuestra sociedad, y sus políticos, necesitamos una conversión profunda de confianza y compromiso por lo humano. Ahora, en este país,  es un momento oportuno y sería una pena dejarlo de la mano, al arbitrio de veleidades y protagonismos individuales y partidistas, alejados del sentir común del pueblo, sin ser capaces de construir un horizonte esperanzador y plural. No hay alternativa, o tomamos las riendas  para un buen rumbo de nueva ciudadanía, o será una piedra de fuera, empujada por el dolor y la rabia,  la que venga a romper el imperio construido sobre bases de barro, y  entonces veremos confundido todo el oro, con la plata, el hierro y la miseria del barro en un desorden de un mundo ciego que no sabe de dónde viene ni a donde va. Son muchos los que están ya bajo las ruedas de ese carro que destruye, como en la visión  imperial del Nabucodonosor, cuando el profeta de lo sencillo, le avisaba del futuro de un imperio ciego que se autodestruye.

Volvamos a las convicciones, por Paula, por lo humano.

Aquí, ahora, ha surgido un pequeño profeta, anciano… como suelen ser los profetas  más verdaderos, el Papa Francisco –hay muchos más- que nos está invitando a convertirnos para llegar a la confianza de lo humano, como principio de vida y supervivencia de lo digno y lo justo para todos. La llamada está, el peligro acecha, los sufridos aguantan, y cada uno hemos de seguir confiando, porque nos va la vida en ello. Recuperar y devolver la confianza es asunto de todos, y también de nuestros políticos.Paula está en las manos de los profesionales de una guardería, todos estamos en las manos de todos. Nadie puede tirar la primera piedra, pero todos podemos poner una piedra  para cimentar la confianza en la vida de lo diario, de lo común y lo público. Ahora ha de ser el tiempo de la confianza, que habrá de tener como base la compasión y la misericordia para lo más humano y sufrido. Hoy en  Paula, veo la humanidad, y en nuestras manos, su guardería, en los políticos sus cuidadores, hagamos feliz a Paula, para que se realice y crezca en  todas sus dimensiones, y el camino de lo social y lo público que comienza hoy en su guardería sea un lugar verdadero de lo humano y lo justo.

N.B.: Su primer día mágnifico, ella espectacular muy de relaciones y disfrute, sus cuidadores muy dignos de confianza.