¿Los muertos resucitan? El signo

EL SIGNO  JONÁS DE HOY: “EL NEGRO”

La imagen puede contener: texto“Si usted quiere transmitir una idea,envuélvala en una persona” (Ralph Bunche). Me llega este pensamiento a través del móvil al despertar, y eso me abre el apetito para ir a buscar el evangelio del día que afirma que “a esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás”. Eso lo dice Jesús ante el pueblo que le pide signos, demostraciones, espectáculo, milagros portentosos…imagino como en el corazón de Jesús está latiendo su experiencia profunda del Padre, que “tanto amó al mundo que le envió a su hijo único para que el mundo tuviera vida en abundancia y encontrara la salvación, la felicidad auténtica“. La idea del amor de Dios, su ternura, su misericordia, su entrega radical, nos la ha dado envuelta en una persona, en el que al nacer estuvo envuelto en pañales, vivió envuelto del dolor y la esperanza del pueblo y de los más pobres, murió desnudo y con un sudario… pero no lo puedo detener la muerte, porque el amor de Dios es más fuerte que la muerte y su hijo ha resucitado y vive para siempre. Por eso a nosotros no se nos dará más signo que la humanidad de Jesús de Nazaret, crucificado, muerto y resucitado. Hay un modo de vivir según Dios, desde El, hay quien es la imagen visible del Dios invisible, Cristo, y lo grande es que esa imagen está dentro de nosotros, si lo dejamos vivir en nuestro interior él desarrollará su mejor idea, su mejor amor en nuestras propias vidas. Estamos llamados a ser sacramento, signos de Jesucristo. La cuaresma es el tiempo para recuperar los signos de Dios en medio de la historia, abrirnos a ellos y dejarnos hacer. El espíritu del resucitado está actuando a favor de los crucificados de la historia, “viene a salvar lo que está perdido, porque no necesitan de médico los sanos sino los enfermos”. Abramos los ojos a los verdaderos signos de la vida diaria. Él nos muestra cómo nos da el poder de resucitar muertos, de recuperar a los que están hundidos en la oscuridad de la ballena del destrozo de lo humano, para que tengan vida. En la reflexión contemplativa recuerdo un signo que me hace creer la verdad del evangelio de hoy.

EL SIGNO DE HOY: De la calle a la comunidad

El otro día tomaba café en la cafetería de la residencia del los mayores en la granadilla (Badajoz), junto al “Negro” -así me dice que le conocen todos en Badajoz, o el “Chele”-. Me hablaba de que lo conocía todo el mundo, y conversamos del cura Antonio León y Pepe Carracedo, de la parroquia de San Pedro de Alcántara, en la suerte de Saavedra. En la conversación me explicó que él estaba perdido, viviendo en la calle durante cuatro años, destrozado, muerto… pero que estas personas eran para él más que una familia, le habían dado todo, aunque él estuviera fatal y no supiera responder bien. Lo encarrilaron con cercanía y acogida, lo animaron para el centro hermano, lo ingresaron en el hospital para curarse de una enfermedad grave, lo atendieron allí en Almendralejo, como familia, durante nueve meses, hasta le habían organizado y cuidado su economía. Y ahora, me decía “estoy vivo”, soy nuevo. Se lo comentaba yo al cura y él me decía que habían sido muchas personas los que habían colaborado en este proceso y cuidado, con mucha paciencia y tesón, también con autoridad porque no era fácil el trato y el cuidado, los límites necesarios para ayudarle a encaminarse. Hace dos días tomábamos café de nuevo, él , José y yo , la conversación volvía a recaer sobre el tema hablado, ahora con este compañero serio y formal, y la conclusión era que estaban como reyes en la residencia, que había que saber sacarle lo bueno a la vida y no mirar atrás. El “negro” confirmaba su sentencia: “yo estaba muerto, destrozado, y ahora estoy vivo” y volvía a hablar de Antonio. Pasó el director y le habló con cariño y buen humor, y hasta hizo una alabanza de él, de buena persona, él respondió con una sonrisa de resurrección que me iluminó el día. Ahí estaba el signo de Jonás, cuatro años en la calle tirado, perdido y ahora es un señor. El Dios de la vida, envuelto en las personas de Antonio y Pepe, y de otros muchos, se ha hecho cercano y lo ha sacado de la oscuridad de la ballena, a la luz de la vida y la comunidad. Y yo soy testigo de esta verdad que el “Negro” proclama a los cuatro vientos sin ningún rubor, con orgullo de haber tenido este signo de vida y de amor en su existencia. Ha resucitado, ha vuelto a la vida… Un verdadero Jonás de hoy, ahí está el signo para quien quiera verlo. Una idea envuelta en una persona.