Un águila, una tarta y un pie

Este título peculiar resume varias de mis vivencias de estos días, en esta ciudad y hospital nuevos. Por una parte, he conocido una figura significativa para mí: D. Federico Martín Bahamontes, conocido como “el águila de Toledo”. Este hombre forma parte de mis recuerdos de juventud, según su edad también de las de vds. Como aficionado al ciclismo, nadie puede ignorarle: el primer español en ganar el tour de Francia, la más grande carrera del universo ciclista. 

He conocido a un hombre bien conservado, enjuto y erguido a sus 80 años, educado, bien vestido pero sin ninguna estridencia ni ostentación, con chaqueta y corbata, encantado de comentar sus recuerdos de juventud y ulterior madurez, sin pelos en la lengua, certero en sus comentarios. Tengo entendido que ha sido un ahorrador nato, como sólo puede serlo quien sabe lo duro que es pasar hambre de niño en la posguerra, cuando ganaba unos duros extras con el estraperlo, llevando mercancías a lugares distantes a lomos de una pesada bicicleta, a los 13 años. A pesar de ello sigue viviendo en una zona relativamente modesta de Toledo y siendo un hombre poco gastador en lo externo. 

Les recomiendo su libro autobiográfico del tour que ganó, “el vuelo del águila”: no es de interés sólo para los aficionados al deporte, lo es a mi entender para cualquier persona, porque narra cuán duro fue llegar a profesional y cuán duro ganarse la vida a lomos de una bicicleta en aquellos tiempos. Miren sus fotografías y observen un hombre sin un gramo de grasa, con el rostro curtido por el sol, que narra sus comienzos y las vicisitudes que atravesó hasta llegar a ser el hombre reconocido a quien todos quisieron arrimarse. Nada que ver con los iconos deportivos de hoy en día, con sueldos millonarios desde sus inicios y que tienden a derrochar el dinero que ganan. Se lo aseguro, este hombre no es un icono de nada ni de nadie, además no tiene los pies de barro sino bien firmes sobre el suelo.

 Otra vivencia que comparto es el cumpleaños de la hija de la pareja de inmigrantes con quienes me alojo. Su madre le compró una tarta de chocolate y me invitó a un pedazo, lo cual dio pie a charlar un rato. Así supe que es rumana, lleva seis años en España y al principio las cosas fueron bien: tuvo trabajo y disfrutó de un país diferente al suyo, que “funcionaba”. Pero ahora no tiene trabajo y el otro día alguien le recriminó en la oficina del INEM que cobrase el paro sin ser española.

 Me contó que recuerda su país triste y gris con Ceaucescu, cuando ella era una niña y había dos horas de televisión al día narrando los fastos del dictador, y tenían media barra de pan para cuatro personas. También me contó que su país es rico, con enormes recursos naturales, pero que no ha logrado salir de la pobreza por la corrupción extrema.

 Quien le increpó tal vez no recuerda que esta mujer sirvió nuestras mesas en los bares y limpió nuestras casas cuando ningún español quería hacerlo, como nuestros compatriotas hicieron los trabajos más duros en Austria, Suiza, Francia y Alemania en los años 40 y 50, donde también fueron ninguneados y verbalmente maltratados, mirados como inferiores por ser pequeños y de piel oscura. ¡Qué pronto olvidamos nuestra historia¡, como los catalanes han olvidado que fueron los emigrantes extremeños y andaluces quienes edificaron sus casas y limpiaron sus retretes. ¿O no fue así?. Además, les llevaron la rumba.

Hay en mi medio quien no entiende que viva en una habitación de alquiler mientras encuentro algo más convincente, en vez de alojarme en un hotel o un hostal. Si lo hubiese hecho, no conocería estas realidades que comparto con vds y no hubiese probado una tarta de chocolate en los dos años de una niña ecuato-rumana. Creo sinceramente que me hubiese perdido algo bonito.

 Finalmente, es obvio que no puedo dejar de hablar de mis nuevos pacientes. Cuanto más los miro más me impresionan, tal vez porque me dejo impactar por su situación de para o tetraplejia, obviamente más esta última. Me admira el coraje de muchos, por ejemplo hay quien se comunica con movimientos de la cabeza o de una extremidad, o quien va señalando penosamente las letras de un abecedario para componer una palabra o una frase.

 He contactado con un antiguo paciente del hospital y le he pedido consejo para mi quehacer de médico. Me indica que sea flexible, mantenga una mente abierta y sea cercano, que no me sitúe por encima de nadie ni sea soberbio. Me dice también que el proceso de adaptación a la limitación que supone la lesión medular es muy lento, y que cada paciente es un mundo, que es difícil generalizar y que cada quien se adapta a su nueva situación de forma distinta, va reconociendo su propio cuerpo y respondiendo como puede a las limitaciones, a base de paciencia. Y que me mantenga dispuesto a aprender, ya que el lesionado medular es quien conoce mejor su propio cuerpo. 

Citando sus propias palabras, resume su aportación en que me acerque al paciente con “humildad, respeto, trato como a un igual, apertura a aprender del prójimo, profesionalidad …”.Por de pronto me centro en lo último, porque este es un campo nuevo para mí, tras muchos años de una medicina convencional en la que me defendía muy bien. Sin embargo, tal vez con el tiempo descubra que lo difícil tal vez no sea ser médico (con lo cual aliviaré alguno sufrimientos), sino ser hermano en esos mismos sufrimientos. Ya se lo contaré.

Les ruego que recen por los pacientes y por quienes los cuidamos.

4 Responses to “Un águila, una tarta y un pie”

  1. “… humildad, respeto, trato como a un igual, apertura a aprender del prójimo, profesionalidad …” es lo que te han aconsejado; yo creo que no te han descubierto nada nuevo, a lo más confirmarte en lo que ya estás convencido y según parece practicas.

    ¡Ojalá también lo practicara yo!

    ¡Feliz Navidad!

  2. ¡Qué bien has visto:
    Al hermano campeón,
    a la hermana tarta
    y al hermano paciente!

  3. Ahí estás, esa era tu meta (de momento). Está bien haberse ido de Valdepeñas, cuántas cosas vas disfrutando, unas más que otras, claro. Y conocer a tu admirado Bahamontes eso ni soñarlo en el sitio anterior.

    Qué acertado estás en tus reflexiones, esas realidades que forman parte de tu nuevo destino son mucho más enriquecedoras que los comentarios maliciosos de algún que otro descerebrado, ya sabes.

    Ángel te deseo ¡¡Feliz Navidad!! donde estés, en Toledo o en tu familia.

    Un abrazo amigo

  4. Te deseo ¡Feliz Navidad! Pido para ti que sigas siendo luz en tu trabajo. Pido por todos los enfermos para que sepan encontrar la Navidad en sus vidas.
    Te deseo paz en tu corazón

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