¿Héroes? ¿Gloria? ¿Historia?

Es casi imposible sustraerse al mundial de fútbol y a la especie de delirio colectivo que está aconteciendo y que puede ser todavía mayor si España gana el mundial. Compartiré con ustedes reflexiones que me han ido acudiendo en el curso de estos días.

Es muy posible que en este fenómeno haya cosas positivas: indudablemente hay a quien le ayuda e ilusionan los triunfos deportivos, paliando en parte tanta amargura –también colectiva- de los últimos meses, en el contexto de una crisis económica diagnosticada mal y tarde y tal vez peor tratada. También parece surgir alrededor de la selección una suerte de sentimiento nacional, de españolidad y unidad, posiblemente en reacción a la atomización del país en autonomías y de todos los disparates que han ocurrido y ocurren al hilo de este hecho. Al fin y al cabo, el deporte siempre ha tenido una simbólica profunda y ha encarnado valores humanos importantes como la superación, el coraje, el espíritu de equipo, la entrega y dedicación en los largos entrenamientos.

 Además, los triunfos en fútbol se acompañan de la brillantez de nuestros deportistas en casi todas las disciplinas: Contador es un firme candidato al Tour, Nadal es el tenista número uno, los jugadores de baloncesto forman una selección temida, los pilotos de moto y de coche cosechan asimismo éxito tras éxito. Nuestro país tiene una solvencia deportiva fuera de toda duda, mucho mayor que la económica y la política, habiendo perdido ambas casi toda credibilidad. Desde esa óptica es explicable que la ciudadanía se enorgullezca de unos logros que se perciben como colectivos, por encima de ideologías políticas, partidos, autonomías, creencias religiosas, todos esos rasgos que se utilizan comúnmente para acentuar las diferencias entre españoles.

 Sin embargo, hay otras cosas nada positivas. La primera mereció un interesante editorial en un influyente periódico norteamericano, además es tan vieja como la historia: el “panem et circensesde los emperadores romanos, sólo que ahora en vez de gladiadores ponemos atletas. Ya no hay problema alguno en nuestro país en tanto la selección gane partidos. Y el segundo aspecto ciertamente negativo y a mi juicio de mucho mayor calado es el absoluto desenfoque y mal uso de conceptos y palabras importantes, como las que encabezan este artículo y que se prodigan estos días en los titulares de noticiarios y periódicos. Esto merece también reflexión.

 Tras superar la semifinal, los jugadores son “héroes”, tenemos una “cita con la gloria” y “hacemos Historia” (con mayúsculas). 

Lo siento pero no. Primeramente, no puedo dejar de pensar en Bertolt Brecht, el dramaturgo comunista alemán, que pone en boca de Galileo Galilei la frase “desdichado el país que necesita héroes”. Además de eso, pobres de nosotros si los futbolistas son los héroes que necesitamos. 

Y la gloria es otra cosa: “la gloria de Dios es el hombre que vive”, como dijo San Ireneo y con frecuencia enunció monseñor Romero. Y la continuación de esa frase: “y la gloria del hombre es la visión de Dios”. Nada que ver con ganar una competición deportiva, ni con hacerse rico, ni con tener éxito con las mujeres, ni con todas esas cosas que suelen envidiarse en los futbolistas (y en quienes no lo son).

 ¿Y la Historia? Consiste en recoger y narrar hechos trascendentes, significativos, desde diversas perspectivas, e intentar aprender de ellos. Todos tenemos nuestra historia personal, las sociedades tienen la suya, los países, incluso la humanidad entera.

 Sinceramente, no creo que nuestra realidad nacional se modifique para mejor o aprendamos algo de ganar este mundial. Nos sentiremos fuertes por unos días, tal vez orgullosos, después volveremos a la vida real y cotidiana, cuajada de problemas. Del mismo modo Sudáfrica, el país organizador y uno de los países africanos con mayor índice de casos de SIDA por habitante volverá a sus rutinas y tal vez se haya desaprovechado una buena oportunidad para llamar la atención sobre los graves problemas que le acosan.

 La gloria, pues, es otra cosa. La Historia también, y los héroes son otros: la gente cotidiana, los hombres y mujeres corrientes que sobreviven el día a día con sueldos magros, tal vez sin trabajo, esforzándose en llevar el pan a la casa y en educar a sus hijos, intentando mejorar su pequeña parcela de mundo y hacer la vida algo más feliz a quienes les rodean. Las personas que afrontan la adversidad –falta de salud, de medios, de cariño- con entereza y sin echarle la culpa a nadie. Esos son los auténticos héroes y cuando estos muchachos con pies de barro –ninguno de los cuales parece además tener ideas propias ni hablar de algo que no sea el fútbol- desaparezcan de los focos, ellos seguirán tejiendo la urdimbre sin la cual un país no puede sobrevivir.

Todo esto se lo dice una persona sumamente deportista desde niño, tanto como practicante de deportes de fondo como espectador. Quienes me conocen de cerca saben que me sería difícil concebir mi vida sin hacer deporte. He vibrado mucho con nuestros atletas: ciclistas, tenistas, futbolistas, fondistas. Pero no se me ocurre pensar en ellos como personas a admirar salvo por su rendimiento deportivo: ninguno de ellos se ha hecho acreedor a mi admiración más allá del respeto personal que merecen. Sin embargo, admiré a profesores y maestros, escritores, teólogos, médicos, personas de espiritualidad profunda y sobre todo a las buenas personas que Dios ha ido poniendo en mi camino. Todos ellos sí me han enseñado de veras y han contribuido a mi historia.

 A pesar de todo, deseo que nuestra selección gane el partido final si ello va hacer felices –aunque sea por un rato- a mis compatriotas. Pero desearía mucho más que recuperásemos el sentido de país uniéndonos por algo que no sea el deporte, así como que reflexionásemos sobre el significado profundo de palabras trascendentales y malempleadas hoy. 

Estas son las reflexiones que quería compartir con ustedes. No están expresadas con la finura ni la agudeza de un columnista, pero pertenecen a un médico y a un cristiano. Tal vez a alguien le resulten de utilidad.

Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

3 Responses to “¿Héroes? ¿Gloria? ¿Historia?”

  1. De un amante del deporte a otro: excelente reflexión, Angel. Ayer mis hijos me miraban extrañados, porque estube a punto de no mirar el partido contra Alemania.
    Y es que me asquea ya la manipulación de un sentimiento deportivo ¡¡deportivo!! o eso debería ser.
    Un saludo Angel.

  2. Cómo me identifico con tu comentario…aunque vea los partidos y me gusten. Me alegra más mi pronta partida con jóvenes para días de formación en Perales del Puerto en sierra de Gata para trabajar el tema “Diseñando cultura. Por una juventud creativa y original en la sociedad”. Si quieres venir, no está lejos de Toleo. Un abrazo.

  3. Los deportistas tienen una faceta de su vida que es admirable. Para llegar a la cima de cualquier deporte hacen falta muchas horas de preparación y de renuncias que es lo que debemos hacer ver a nuestra juventud. No hay nada gratis en la vida
    ¡Qué cures a muchos pacientes! Seguramente algunos tratamientos exigirán que renuncien a muchas cosas para curarse… como los Puyol de turno
    Isabel

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