¿Y si hubiesen perdido?

Todo el mundo parece contento con la victoria de la selección, de lo cual me alegro enormemente: por todos los buenos aficionados (mis tres hermanos varones entre ellos) y por un país tan necesitado de alegrías que alivien en parte este momento amargo que vivimos (abundan sobre ello en estos blogs otros colegas más ilustres).

Pero desde ayer me pregunto ¿qué hubiese pasado si pierden el partido? Bueno, no hubiese pasado nada, la vida hubiese seguido su cotidianidad, los que tenemos la suerte de mantener nuestro empleo hubiésemos ido hoy a él tal como hemos hecho, mis pacientes hubiesen continuado con su rehabilitación … aunque tal vez alguna gente estuviese entristecida o amargada, tal vez por haber puesto su esperanza en algo tan efímero como una victoria deportiva.

Mi reflexión conduce al hecho de perder. Está muy bien alegrarse por ganar, pero en la vida perdemos más veces que ganamos, y cuanto antes aprendamos esta realidad tal vez sea mejor para nosotros. Comprender esto me lo ha dado la edad y mi profesión de médico.

 He aprendido que podemos perder el trabajo y la salud, lo vemos a diario en nuestra sociedad y lo veo a diario en mi práctica clínica. Podemos perder amores que hemos considerado “eternos” y seguros. Y perdemos condición física y potencia intelectual. Elaborar todas estas pérdidas lleva tiempo, ese periodo lo llamamos duelo. De hecho hay una parte de la vida que empleamos en realizar –lo más sanamente posible- los diversos duelos por los que atravesamos. 

No hay nada malo en perder: es inherente a nuestra condición humana, es sano aceptar con honestidad y realismo nuestras limitaciones de toda índole, de hecho eso nos humaniza y nos hace por lo general más comprensivos con las limitaciones de los demás.

 Finalmente, perdemos tal vez lo más querido, la vida, pero no hay tampoco nada malo en ello: al fin ya al cabo la muerte es la forma natural de terminar la vida, las personas que han vivido plenamente por lo general no le tienen miedo a la muerte.

Es por ello que me asustan los mensajes publicitarios de las grandes marcas deportivas, seguro que ustedes los han visto estos días: “Impossible is nothing” (no hay nada imposible), “I want, I can” (quiero, puedo). Creer que querer es poder nos ha llevado a muchos de nosotros a malentendidos dolorosos: nos educamos de una forma voluntarista y exigente, con un súper-yo marcado y potenciado desde la ideología y espiritualidad de aquellos años. Hemos sufrido deshaciendo el entuerto que querer no equivalía a poder, que nuestros medios humanos y nuestra misma naturaleza eran limitadas y que era mejor comprendernos y comprender que exigirnos continuamente a nosotros mismos y a los demás.

A pesar de todo, me alegro mucho del triunfo de la selección, otros blogueros y yo mismo hemos enumerado valores de este equipo y del fenómeno social que se ha puesto en marcha con este mundial. Y me quedo con las declaraciones del autor del gol, dedicado a su amigo que murió, al acabar el partido: cuando el locutor le preguntó a quién recordaba se quebró su voz al encontrarse con el recuerdo, con esa “ausencia presente” de la que nos hablan los místicos. Tal vez muchos de nosotros recordamos también a personas queridas con quienes nos hubiese gustado estar y celebrar el triunfo.

Sin embargo, tal vez hoy sea bueno decir y decirnos que las derrotas son por lo general más frecuentes y que de ellas pueden extraerse muchas enseñanzas, aunque resulten dolorosas. Ahora que estamos en el “high”, preparémonos para el “low” que acontecerá cuando la realidad mostrenca nos devuelva a un momento económico y social duro: lo dice San Ignacio, “en tiempos de consolación tómense fuerzas para la desolación venidera” (o algo así, cito de memoria).

Alegrémonos sanamente por las realizaciones de unos jugadores que representan a un país y nos recuerdan que España es capaz de muchas y grandes cosas. Pero pongamos nuestra esperanza y nuestra fuerza en otros valores más sencillos, trascendentes y permanentes:  “En El solo la esperanza”, como se titula uno de los libros de Pedro Arrupe SJ.

 Cuídense mucho y recen por los enfermos y quienes los cuidamos.

One Response to “¿Y si hubiesen perdido?”

  1. En El , sólo la esperanza ….y ¿dónde si no ?.
    Pero…¿dónde lo buscamos a El ?

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