Vivencias de estas semanas

Sion y Bernard.

Los conocí en Sierra Leona, una pareja de africanos que han vivido muchos años en España. Ella es nutricionista, aunque ahora trabaja cuidando ancianos; él sabe hacer un poco de todo y ahora está en paro. Visito a mi madre en Zaragoza y ceno con ellos, compartimos recuerdos de África y hacemos planes para un futuro que esperamos mejor, tal vez en Zambia, de donde es Sion. Ambos esperan noticias de su solicitud de nacionalización, presentada hace muchos meses, sin respuesta hasta ahora. Viven en condiciones duras, sobreviviendo con el magro sueldo de ella, viendo cómo muchos otros inmigrantes marchan: la sociedad española les hizo un hueco (posiblemente nunca completo) cuando necesitó mano de obra en los trabajos que los españoles no quisieron por duros o incómodos y fueron los primeros en perderlos, en esta crisis que aparentemente nadie fue capaz de prever. Ahora ya no hay lugar para ellos.

 Recortes sanitarios.

Han comenzado por Cataluña, esta vez tristemente pionera. Drásticos y tajantes, sin diálogo, sin alternativas. Según me cuentan mis amigos de ahí, donde me formé como especialista y trabajé varios años, se negocian servicio por servicio y se hace una suerte de chantaje: aceptar recortes salariales encubiertos o los hospitales rescindirán los contratos eventuales. Sin medidas que no acudan al hondón del problema (qué puede costear la sanidad pública de veras y qué no, y durante cuánto tiempo) cualquier “apaño” que se quiera hacer no podrá tener éxito, más aún cuando quiere imponerse a fuerza de perjudicar a pacientes y profesionales.

 Cualquier recorte es difícil, mucho más si quien lo propone carece de credibilidad alguna (muy pocas autoridades sanitarias la tienen) tras años y años de derroche y aumento de los gastos en burocracia y gestión (hay hospitales en los que el número de cargos de gestión se ha duplicado en los últimos dos años, todos ellos “a dedo”, sin cualificación ni criterio alguno). Por ello cualquier medida impuesta desde arriba es denostada, aumenta el malestar y tal vez con el tiempo sea boicoteada. Nadie rinde laboralmente si está descontento. Es sangrante pedir control del gasto a los profesionales cuando éstos ven que el mal uso del dinero público se mantiene en casi todas las otras esferas de la vida sanitaria y política.

 ¿En qué creer hoy en el medio sanitario?

Cuando las noticias son malas se mire donde se mire hay que volver a los orígenes: el médico es el responsable último de sus pacientes (en muchos casos el primero es el propio paciente) y se debe a ellos. Es tiempo de recuperar el trabajo bien hecho, el gusto por el estudio, por intentar mejorar profesionalmente, reciclarse en campos que uno no domina o en los que tal vez quedó atrás. Atender cursos si se puede, leer y estudiar, cuidar el trato con los pacientes y el manejo de cada caso. No en vano los médicos utilizamos un posesivo que siempre me ha llamado la atención: “mis” pacientes. Eso es bueno y es malo: positivo porque habla de un cuidado y una preocupación por los destinatarios de nuestro trabajo, ante los que nos sentimos responsables. Negativo porque los pacientes son de su padre y de su madre y de sí mismos, no los poseemos, y porque a veces hacernos demasiado responsables puede abrumar, sobre todo si se ejerce en malas condiciones.

 Con toda sinceridad, es lo único que se me ocurre recomendar a mis colegas en dificultades: olvídense de gestores que dicen desde sus despachos lo que hay que hacer sin ver jamás un enfermo, tal vez no habiéndolo visto nunca o habiendo sido profesionales mediocres. Concéntrense en lo que saben hacer y háganlo bien. Y recemos para que vengan tiempos mejores para la sanidad y el país, donde prevalezca el sentido común y podamos trabajar mejor. Lo recomiendo así porque es lo que me digo a mí mismo.

 En último término, recuerden que creer sólo se puede en Dios y pongan en El su esperanza y su fuerza, tal como hizo monseñor Romero y hago yo a día de hoy, en circunstancias personales algo difíciles que tal vez un día les cuente.

 Recen por los enfermos y por quienes les cuidamos.

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