Confesiones de un médico

Hace unos días murió Don Ernesto, el ilustre escritor argentino. Aunque son las personas quienes más nos influyen y enseñan, no cabe duda que hay libros capitales en nuestra historia personal, ciertamente uno de los suyos lo fue, y no precisamente una de sus novelas.

En la década de los 90 escribió una suerte de memorias o crónica vital, “Antes del fin”. Lo leí varias veces, lo subrayé, escribí un buen número de notas al margen y podría decir que lo recé y lloré. Por sus páginas desfila el hombre profundo y en búsqueda que fue Sábato toda su vida, desde sus inicios escolares, luego las matemáticas y el comunismo, más tarde la literatura, la comisión que investigó el genocidio argentino, la pérdida de su mujer y su hijo, su profundo amor por su país siempre presente … es un libro cuajado de reflexiones intensas y encarnadas, sentidas y padecidas.

El libro llegó a mis manos en un momento personal difícil: no habiendo encontrado trabajo en mi ciudad de origen emigré a Cataluña, donde me había formado. Aunque allí no me faltó distaba mucho de ser el ideal: se trataba de “guardias mercenarias”, en hospitales en los que nunca alcanzaría un contrato estable, en servicios de urgencias, con horarios malos y en días que nadie quería, como fines de semana y festivos varios. Laboralmente no fue una época fácil, y tampoco en lo familiar.

Tal vez por ello existía un humus que me hizo apreciar sobremanera las vivencias de Don Ernesto, algunas tan cercanas a las mías, tan bien expresadas, reflejando mi propio mundo interior, en búsqueda y conflicto. Páginas llenas de sensibilidad y ternura hacia quienes sufrían y buscaban en un mundo convulso. Puedo decir que el libro me ayudó mucho, leído y meditado en el tren que iba de Barcelona estación de Sants a Sabadell y regreso, con el cansancio de guardias de noche con mucho sueño y pocas esperanzas.

Ha habido otros muchos libros en mi vida (las obras de Bretch, un buen número de libros de teología y filosofía, Kübler-Ross), cada uno ha tenido su momento y su lugar, pero “Antes del fin” figura entre los más significativos y a veces lo releo, recordando el contexto de su primera lectura y todo lo que me dejó.

Ojalá Don Ernesto tenga en la muerte una paz de la que posiblemente no gozó en la vida. Marchó de este mundo un hombre de veras, un argentino cabal.

Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

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