Confesiones de un médico

Unos pocos días antes de comenzar mi viaje de este año (Uganda), me pregunto qué dejo atrás: un país que despertó de un sueño (¿no habrá sido en el fondo una pesadilla?) y vivió “en falso” (sin ser quien era realmente). Este hecho afectó a todas las estructuras sociales y según parece a todas las instituciones (mi hospital no es una excepción). Así que ahora toca apretarse el cinturón y ajustarse a la realidad: España es un país de recursos limitados y ha de aprender a repartirlos.

Ojalá en este proceso (esta es mi lectura de la situación, imagino que puede haber otras) podamos recuperar lo que puede llamarse “valores perdidos”: lo que cuesta ganar el dinero y en suma el valor de todas las cosas, que nada se consigue sin esfuerzo, en resumen un conjunto de actitudes que me temo quedaron por el camino.

Como he dicho otras veces parafraseando a Haim Herzog, “no podemos cambiar el pasado, pero podemos aprender sus lecciones”. De nada nos sirve protestar y lamentarnos sobre lo que se ha hecho mal, simplemente habrá que intentar salvar lo que se pueda (por ejemplo las edificaciones a medio terminar o ya finalizadas y jamás utilizadas); tal vez ni siquiera pedir responsabilidades, dado que parece que nadie las tiene (¿?). Habrá pues que concentrarse en hacer lo mejor que se pueda lo que cada quien tiene entre manos (educación, sanidad, empresas), ayudándonos unos a otros y dándonos esperanza en este momento áspero. Eso los que tenemos trabajo: la gente en paro, intentando no caer en la depresión y ganando destrezas y conocimientos para el momento en que pueda volver a trabajar.

Y respecto a qué encontraré, ciertamente una realidad en muchos aspectos diferente, eso que aquí conocemos como “tercer mundo”, donde yo siempre he aprendido cosas. Tal vez un ejercicio de la medicina con menos medios pero todavía capaz de ilusionarme. Posiblemente también aprenda cosas de mí mismo: todo viaje no deja de ser un camino hacia el propio interior. En la medida de lo posible intentaré compartir esos hallazgos –los externos y los internos- con ustedes.

Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

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