Kampala. Las aldeas.

Mi tiempo en Uganda se acaba. El fin de semana pasado visite Kampala, la capital, un lugar tan caotico como tantas ciudades del tercer mundo, que indudablemente pueden resultar interesantes y apasionar a algunos.Casi puede decirse que en ellas cada dia es una aventura. Kampala refleja la realidad de este pais: por una parte bancos, hoteles y supermercados de lujo, por otra la inmensa mayoria de la poblacion, luchando por sobrevivir en los suburbios, esos lugares que que monsenyor Romero llamo los “tugurios cuya miseria supera toda imaginacion, sufriendo el insulto permanente de las mansiones cercanas” (discurso al recibir el doctorado honoris causa por la Universidad de Lovaina, febrero 1980). Son los slums y shanty towns de estas ciudades. Aun reconociendo su intenso valor humano, marche de Kampala sin ganas de volver, agobiado por el trafico, la intensa contaminacion que provocaba lagrimeo y la disputa por cada metro de terreno entre peatones, animales, bodabodas, autos, camiones …

El viaje de vuelta a Kitovu tuvo su aquel, en una furgoneta que no partio hasta que no estuvo llena (catorce pasajeros) y donde me acomodaron en el asiento al lado del conductor, una suerte de meteorito que conducia sin miedo a los vehiculos que venian de frente y a los numerosos baches y hoyos. La verdad es que pase mal viaje, aunque llegue sano y salvo. En algun momento pense que alli se acababa my periplo ugandes (y vital), saliendo disparado por el parabrisas en algun frenazo o vaiven.

Asi comenzo mi cuarta y ultima semana aqui, cuajada como las otras de aprendizaje humano y medico, con un buen numero de casos interesantes y experiencias vitales. Por ejemplo, contarles que viaje con el equip0 de “Kitovu mobile” a varias aldeas para visitar enfermos de SIDA. Este equipo volante (vehiculos y motocicletas) nacio a inciativa de una sister, que quiso saber que les ocurria a los pacientes mas alla del hospital, cuando se iban de alta. Le horrorizo ver como la mayoria sufria y moria en las aldeas, asi que puso en marcha un proyecto para intentar el seguimiento fuera del hospital. Hoy es un buen equipo con bastantes medios humanos y materiales que va alli donde estan los pacientes.

No puede conocerse un pais sin viajar por sus zonas rurales, al menos los del segundo y tercer mundo (tampoco creo el nuestro). Como siempre, se encuentra a los campesinos en el vertice del sufrimiento, como vi en Centroamerica y como formulo monsenyor Romero en ese mismo documento: “ahi hemos visto a los campesinos sin tierra ni trabajo estable, sin agua ni luz en sus pobres viviendas …”. Como lo recuerdo aqui, en este medio que le seria tan familiar.

Viaje en un auto con el conductor, un enfermero, una clinical officer (tres anyos de estudios medicos) y una sister inglesa, la Dra. Brigid Corrigan, con mas de treinta anyos en Africa. En las aldeas controlaron y pautaron tratamientos para el virus del SIDA. Los medios eran austeros pero suficientes: unas cajas de madera con medicamentos, una bascula y un pequenyo aparato para determinar la hemoglobina y saber si hay anemia, asi decidir la primera linea de tratamiento antirretroviral. El viaje no fue facil ni comodo, por una carretera cuarteada y luego inundada por la lluvia.

Creo que es altamente positivo que los recursos sanitarios vayan a las aldeas, de otro modo su gente nunca accederia a personal sanitario tan cualificado. Los centros de salud no estan tan dotados y los campesinos viven a veces muy lejos de ellos, con transporte precario o inexistente, por ello algunas veces teniendo que caminar largas distancias, lo cual es sumamente penoso si se esta enfermo. Otro dia les contare algunos de los casos que vi en esas aldeas y que mucho me impresionaron. Fue un contacto aspero con una realidad diferente a la del hospital y posiblemente todavia mas dura. Debo decir que respire aliviado cuando volvi a las pequenyas habitaciones que han sido mi casa en estas semanas.

Ignoro si la temporada de la cosecha va llegando a su fin pero lo cierto es que recibimos mas pacientes y mas y jovenes. Mi colega ugandes Martin marcha al tiempo que yo porque su esposa va a dar a luz, de modo que quedara en la sala la Medical Officer (residente de primer anyo), pero eso es mejor que la mayor parte de postas sanitarias del pais, que solo cuentan con personal de enfermeria o, en el mejor de los casos, un clinical officer. Ahora que ya he comenzado a despedireme cuando marcho de la sala lo hago pensando que es posible que al dia siguiente varios pacientes ya no esten, me pregunto si llegaran a manyana. El tercer mundo imparte lecciones sobre la resiliencia, la fortaleza y la fragilidad de la vida humana. La vida y la muerte conviven mucho mas proximas de lo que lo hacen en nuestro primer mundo, tal vez por eso puede vivirse la medicina de una forma tan trascendente como arte de intentar curar y aliviar, cuando unose hace agudamente consciente de lo que esta en juego.

No se si podre hacer otra entrada desde aqui, cuando pueda les contare algunos casos concretos y la visita que parece hare manayna a un dispensaio rural que llevan las sisters y donde un viernes al mes va uno de los medicos del hospital. Como despedida posiblemente ire yo.

Escribi para ustedes desde Masaka, Uganda.

Recen por los pacientes y por quienes les cuidamos.

One Response to “Kampala. Las aldeas.”

  1. Espero que, como has hecho otras veces, nos cuentes en Sesión tu experiencia, sin duda interesante y digna de admiración por el coraje que hay que echarle. Al menos podremos enriquecernos aunque no sea de forma tan presencial como la tuya.

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