Reflexiones al hilo de una huelga

Mis colegas los médicos de Madrid han comenzado una huelga, entiendo que junto a otros colectivos sanitarios, aunque desconozco si los objetivos son los mismos. Aun ignorando los detalles que les han movido a esta acción, quiero compartir algunas reflexiones que me surgen al hilo de la misma.

Parece obvio que, al igual que en Castilla-La Mancha, la comunidad autónoma en la que trabajo, cualquier reforma que se ha emprendido se ha caracterizado por el irrespeto hacia los médicos, en último término los responsables de la sanidad, por encima de cualquier otro colectivo: somos los médicos clínicos quienes realizamos diagnósticos, prescribimos tratamientos y emitimos un pronóstico, los tres pilares del ejercicio de la medicina, aquí, en Uganda y en Tayikistán, prácticamente desde los tiempos de Hipócrates y de Galeno. Intentar una reforma sanitaria –por fundada y necesaria que pueda ser- sin contar con quien debe implementarla sobre el terreno está abocado al fracaso. Creer que los interlocutores son los así llamados “sindicatos de clase” (¿de qué clase? ¿La obrera?) es un error craso que se ha venido cometiendo desde los tiempos de Virgilio Zapatero y Ernest Lluch (qepd), los primeros y dolosos responsables de la situación de los médicos hoy en España, aunque analizar estos antecedentes y describir la misma no es el objetivo de estas líneas.

El primer problema que detecto es ¿quiénes serían los interlocutores de los actuales dirigentes sanitarios? Ciertamente no los gerentes y directores de los hospitales, por buena voluntad que posean no están cualificados para ello ni gozan de autoridad (entendida esta como auctoritas) entre sus pares. La inmensa mayoría procede del mundo de la pura gestión, no han visto un paciente en su vida y desconocen casi todo de la dureza de la práctica clínica diaria. Además son vistos –y posiblemente lo son- como los causantes del actual desaguisado sanitario. Los interlocutores naturales serían los jefes de servicio y otros clínicos con prestigio, en el mejor de los casos algunos líderes naturales, que pudiesen pergeñar un modelo sanitario diferente o al menos opinar sobre diversas propuestas. No se trataría de un proceso asambleario –en el que no creo en absoluto- sino de uno que recogiese las opiniones de las bases (los clínicos de los centros de salud y los hospitales) y pudiese estudiarlas de forma constructiva. No creo que esto fuese muy difícil, del mismo modo que tampoco sería imposible que cargos de gestión, como el de director médico, fuesen elegidos democráticamente por el staff de clínicos entre los que se postulasen para ello: al menos ganarían credibilidad e incluso margen de maniobra, en vez de limitarse a ser correas de transmisión, no resolver problema alguno sino convertirse a veces en problemas ellos mismos.

Sin embargo, no parece ser esta la vía elegida por los colegas de Madrid, que entiendo se han constituido en asamblea. Ciertamente les deseo la mejor de las suertes, aun sin conocer de cerca sus problemáticas ni reivindicaciones. Es lástima que, en este contexto, los colegios de médicos y la organización médica colegial no se erija en interlocutora, cuando bien podría desempeñar ese papel.

Sin embargo, hay un elemento de esta huelga que merecería la pena analizar, como es la continua denuncia contra la privatización. No soy ni quiero ser “experto” en economía de la salud y mucho menos en gestión de la misma, pero siempre he ejercido en la sanidad pública y la conozco demasiado bien como para esperar nada de ella y ser, sin embargo, demasiado consciente de sus errores y limitaciones. De modo que tiemblo cuando oigo que debe “mantenerse la sanidad pública a toda costa”. Porque entiendo que significa mantener a algunos médicos, enfermeras, auxiliares y demás estamentos que son incompetentes y vagos y que, por ser funcionarios, estatutarios o el –ario que sea son intocables. O permitir que las radiografías de los pacientes –esos que tanto van a sufrir con las privatizaciones- se hagan tarde y mal, o simplemente no se hagan. O que las plantillas de las unidades –por ejemplo aquella en la que yo trabajo, altamente especializada- sean permanentemente inestables, con un constante entrar y salir de enfermeras, sin que cuente para nada la motivación, el entrenamiento y la ilusión de las mismas, por no mencionar la opinión de los facultativos responsables de los pacientes. O que las muestras analíticas o microbiológicas se extravíen o no se recojan a su debido tiempo. O que nadie pueda opinar ni modificar un programa informático pagado a precio de oro y que se ha convertido en una pesadilla para quien lo utiliza cotidianamente. O …  cualquier médico que trabaje en un centro sanitario público y mantenga una mínima ecuanimidad podría citar mil ejemplos de mal funcionamiento, hechos que desmotivan y desmoralizan al más ilusionado de los profesionales y que, en su mayor parte, se deben a la desidia y falta de coraje –que no de información- de los gestores públicos, y que posiblemente no ocurren en la sanidad privada. Es triste el hecho de que en la sanidad pública convivan excelentes y motivados profesionales –en casi todos los estamentos- con otros incompetentes y vagos, y mientras esto sea así y se permita no habrá mejoras posibles por más dinero que se inyectase en la misma, obviamente en las situaciones de crisis la práctica se convierte en insoportable.

Por eso soy escéptico sobre algunas de las reivindicaciones de esta huelga: porque se denuncia la privatización como “el coco” cuando me es difícil imaginar algo peor que lo que hay, en lo que me he dejado la piel y el sueño durante los últimos veintidós años. Y todavía me resulta más infumable que se aduzca “el bien de los pacientes”, cuando en realidad se defienden condiciones laborales heterogéneas de sectores heterogéneos.

No creo, sinceramente, que esta vía de la huelga vaya a conducir a ningún lugar, aunque de todo corazón preferiría equivocarme. Si sirviese para que los dirigentes sanitarios reflexionasen, apeasen su prepotencia y escuchasen a los clínicos, ya sería mucho. Aunque eso no resolviese el hondón del problema: decidir qué puede pagarse y qué no, decidir qué recursos deben mantenerse y cuáles son prescindibles, racionalizar procedimientos y plantillas así como infraestructuras, y a nadie le gusta prescindir de cosas que ya tiene o esperaba tener.

Lo cierto es que en el mundo sanitario vivimos una situación potencialmente explosiva, caracterizada por la inquietud y el conflicto latente, y así es difícil ejercer. Comienzo a pensar que no debí volver de Uganda.

Recen por los enfermos y por quienes les cuidamos.

2 Responses to “Reflexiones al hilo de una huelga”

  1. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo procedo de la enseñanza pública y los problemas son similares. Hay buenísimos docentes, saben mucho, pero en muchos casos les falta entrega, amor, comprensión. Una oposición no significa que seas buen profesional,
    Seguimos rezando por los enfermos y los que los ayudan a vivr con dignidad

  2. Estimado Angel, soy médico en Madrid. La razón fundamental para la huelga es la forma de presentar un Plan de sostenibilidad, el día 31 de octubre, antes de una fiesta, a las tres de la tarde, sin el conocimiento tan siquiera de los directores de los hospitales y menos de los médicos. El plan es una chapuza, llena de disparates (convertir el Hospital de La Princesa en un geriátrico especializado…) y de decisiones complejas (privatización..), sin profundizar en las consecuencias de esas decisiones, sin transparencia, nadie sabe nada de qué compañías se harán cargo de esos hospitales, en qué condiciones… Los resultados con otras privatizaciones son malos. Se cita continuamente por los políticos que “en otros países funciona”, pero no se han estudiado esos modelos, ni se han explicado, en fin, un desastre. Al menos que perciban nuestro descontento y se sientan comprometidos a hacer las cosas mejor.
    Un saludo

Discussion area - Dejar un comentario






He leído y acepto las condiciones generales y la política de privacidad


Información básica sobre protección de datos
Responsable: REVISTA REINADO SOCIAL 21RS (más info)
Finalidad: • Gestión de la adquisición del producto, suscripción o donativo, así como la tramitación de los mismos.
• Envío de comunicaciones relacionadas con el proceso de compra, las suscripciones o los donativos.
• Envío de comunicaciones y ofertas comerciales, por diferentes medios, incluidos los medios electrónicos (email, SMS, entre otros). (más info)
Legitimación: Ejecución de una compra online, suscripción o donativo. (más info)
Destinatarios: No se cederán datos a terceros, salvo obligación legal. (más info)
Derechos: Acceso, rectificación, supresión, cancelación, y oposición. En determinados casos derecho a la limitación del tratamiento de sus datos. (más info)
Información adicional: Puede consultar toda la información completa sobre protección de datos a través del siguiente enlace (más info)
Los enlaces de (más info)