Un aniversario y catorce despidos.
Mañana es –un año más- el aniversario de monseñor Romero. Releo mi entrada del año pasado y me encuentro citando las mismas palabras de monseñor, con las que concluyó su más conocida homilía, hoy hace justamente veinticuatro años, el veintitrés de marzo de 1980.
“La Iglesia predica su liberación tal como la hemos estudiado hoy en la Sagrada Biblia, una liberación que tiene, por encima de todo, el respeto a la dignidad de la persona, la salvación del bien común del pueblo y la trascendencia, que mira ante todo a Dios y sólo de Dios deriva su esperanza y su fuerza.
Vamos a proclamar pues ahora nuestro Credo en esa verdad.”
Como toda palabra basada en una verdad eterna como es el Evangelio de Jesús (en qué consiste esa verdad sólo se descubre mediante una praxis, como el mismo monseñor dijo en otros momentos), la palabra de monseñor Romero es palabra viva, aplicable a diferentes realidades históricas, por ejemplo la española en nuestros días, a mí no deja de interpelarme:
– “el respeto a la dignidad de la persona”: ¿dónde queda hoy en España?
– “la salvación del bien común del pueblo”: ¿dónde queda hoy en España? Las diferentes opciones políticas más bien se caracterizan y retratan a diario por ignorarlo, de norte a sur y de oeste a este del país
– “la trascendencia”: no está de moda preocuparse ni ocuparse por nada que esté más allá de lo que puede verse y es inmediato
Pero no es bueno preguntarse sólo en qué interpela a nivel social, tal vez sea bueno preguntarse en qué me interpela a mí como persona individual. Ciertamente yo lo hago, aunque tampoco quedo muy bien parado. Este es un momento confuso en nuestra historia y no es fácil saber qué puede hacerse para aliviar las cargas que otros soportan, además de las propias. En relación con esto, decirles que el día veinte catorce trabajadores del Hospital Nacional de Parapléjicos fueron despedidos, para disminuir gastos, dijeron. Se ha tratado de personas con contratos interinos, que han pasado a engrosar las listas del paro. No son para mí personas anónimas, sino que tienen un rostro, y no sé qué hacer para ayudarles. Ignoramos si habrá más despidos en el corto y medio plazo.
He compartido con ustedes mi comentario anual por el aniversario de monseñor Romero, mis preguntas sin respuesta, mi tristeza por los despidos en mi hospital y mi impotencia ante los mismos y ante el momento histórico de este país.
Recen por los enfermos y por quienes les cuidamos.
Después de leer tu entrada, como es lógico, se me queda el corazón dolorido. Me duele el trato dado a Monseñor Romero, pero me duele más el dolor a todos los que sufren el problema del trabajo porque eso conlleva dolor para ellos y sus familias. En ellos está el rostro de Dios ¿Qué podemos hacer por ellos? Además de rezar por los enfermos y por los que los cuidan rezaremos por ellos para que no pierdan la esperanza ni la alegría.Gracias por compartir tu dolor