Una fractura de cadera

El pasado lunes mi madre, una anciana de noventa y dos años, se cayó y se rompió la cadera. Al día siguiente, por fortuna, la operaron y por ahora está yendo bien, aunque a ratos se agita y se desorienta, habitual en una persona de esa edad cuando ocurre un stress agudo. Fui a cuidarla al hospital donde ingresó y ahora, ya de vuelta al trabajo, me hago algunas reflexiones que quiero compartir. Ver la sanidad “desde el otro lado” enseña mucho, como he tenido ocasión de comprobar estos días.

 En este momento, como tantos ancianos, mi madre se halla en una situación de gran fragilidad. Y muy posiblemente así vaya a quedar en el futuro. Es un escenario diferente y que no sabemos cuánto durará, donde tiene mucha más dependencia y muchas más necesidades. Es casi imposible que recupere su autonomía previa, antes bien tenderá a deteriorarse, con cada vez menor movilidad. Eso no es trágico ni dramático, es ley de vida y nos dará oportunidades de cuidarla y de cultivar virtudes como la paciencia. Tal vez también la ternura y la compasión. No hay nada terrible en ello, la vejez y la progresiva pérdida de facultades no son una enfermedad en sí mismas, sólo una condición diferente que coloca a la persona en una situación nada fácil, tal como ocurre también con la lesión medular.

 Si las cosas se hacen con cariño y ternura, con delicadeza, la persona cuidada no tiene por qué perder dignidad. La vejez es una condición, una situación muy parecida a la primera infancia, con lo que los dos extremos de la vida, el inicio y el final, se tocan, cerrando así el círculo vital. Es ley de vida. Convendrá analizar por qué nos cuesta tanto, al cuidador y al cuidado, asumir esto en la vejez cuando no cuesta nada al inicio. Si los lesionados medulares lo acaban superando, deberemos aprender a hacerlo nosotros. Estoy convencido de que esta fractura de cadera es un signo de los tiempos para nuestra familia y para cada uno de nosotros. Como todo signo de los tiempos, cada uno lo leerá a su modo, según su carácter, historia y actitud ante la vida.

 Estos días me han enseñado también cuán importante es el trato (además de la competencia profesional) hacia los pacientes y familiares, aunque a veces sea difícil. Y me ha hecho reflexionar sobre nuestro sistema sanitario y qué significan en él los recortes (ya escribiré sobre eso en otro momento), así como a valorar lo que tenemos: ni en mil años los países del tercer mundo que yo conozco tendrán (la inmensa mayoría de la población) hospitales como los nuestros. Y a apreciar los valores humanos en el hospital, no sólo de los sanitarios que en él trabajan sino en la convivencia entre la gente, con los compañeros de habitación, por ejemplo.

 De cualquier modo es una situación inestable y cambiante, a la que habrá que contestar según ocurra en cada momento. Esto se plantea en casi todas las familias antes o después, ahora le ha tocado a la nuestra. Espero desgranar un poco más algunas de estas reflexiones en los día sucesivos.

 

Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

 

3 Responses to “Una fractura de cadera”

  1. Me alegro de haber conocido tu blog y leído este post.
    Tengo una situación muy parecida con mi madre aunque afortunadamente no se ha roto aún la cadera a pesar de las numerosas caídas que lleva.

    Mis hermanos y yo ntentamos cuidarla lo mejor que sabemos. Mi padre que la quería muchísimo creo que estará contento.
    Con el también lo hicimos hasta que nos dejó hace 2 años y creo que si no lo hacemos mejor es porque realmente no sabemos.
    Para mi es difícil aceptar la vejez y que los padres nos tengan que dejar algún día.
    Me ha gustado mucho tu post y la visión cristiana del cuidado a los mayores y a los enfermos. precisamente uno de los mensajes del nuevo Papa es ese: rezar por lo enfermos y los más frágiles.

    Un abrazo y que sigas ahí ejerciendo la medicina con esa humanidad y teniendo presente a Dios en tu trabajo. Necesitamos muchos médicos como tú.
    No dejes de escribir en tu post!!

    Un saludo,

  2. Agradezco la reflexión a la que nos induce Angel, muchas veces las cosas más esperadas de la vida, nos sorprenden y desorientan. En este caso concreto, la vejez y sus consecuencias.
    Isabel

  3. La vejez aunque forme parte de un proceso natural y sea el ocaso de la vida, creo que es dura y en unas ocasiones más que en otras pues hay personas que están solas y no tienen la suerte de tener una familia como la tuya que se organiza para apoyar al anciano.

    Recomienfo una película fantástica pero muy dura . “Amour” (Amor), un producción francesa sobre una pareja de octogenarios y la fractura que surge en sus días cuando brota el Alzheimer en la esposa..

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