Hospitales misionales: Kitovu Hospital

Durante estos últimos años he colaborado en varios centros de salud y hospitales misionales. Los he conocido de varios tipos: exclusivamente misionales, gestionados por los gobiernos, mixtos … El Kitovu Hospital (KH) de Uganda es del primer tipo y tiene en este momento muy serios problemas. Se trata de un hospital misional clásico, con pabellones de una planta de las especialidades fundamentales: medicina, cirugía, obstetricia y pediatría. Tiene también los edificios habituales de un hospital de este tipo en el tercer mundo: capilla, zona para lavar y cocinar, residencias para el personal y para las monjas, laboratorio, radiología, zona administrativa, siendo todos los edificios de una planta. Necesita la mayoría de estos servicios porque, al ser los transportes precarios, los familiares permanecen en el hospital arreglándose como pueden mientras el paciente se halla ingresado, y obviamente deben lavarse y lavar ropa, cocinar … y el personal sanitario vive en su inmensa mayoría allí, por lo general en sencillas habitaciones o pequeñas casas. En definitiva se trata de una pequeña sociedad dentro de otra sociedad.

Mientras los hospitales fueron gestionados por monjas europeas se apoyaron mucho en las ayudas que venían del norte (en este caso, básicamente de Irlanda e Inglaterra). Obviamente con el fin de la sociedad colonial y el envejecimiento de las monjas, progresivamente fueron asumidos por órdenes nativas. Con ello los centros se africanizaron, lo cual es positivo en muchos aspectos pero ha traído no pocos problemas. El primero e indudable, económico: dependen en un pequeño porcentaje de los fondos del gobierno, que siempre paga poco y a veces tarde, por más que los hospitales misionales suponen una gran ayuda en la atención sanitaria de la población. El resto de presupuesto proviene de lo que los pacientes pueden pagar: como la gente es en su mayoría pobre, esto es muy poco. Si a eso se suma que la ocupación no siempre es alta, el balance es francamente negativo. Por este motivo el futuro del KH es hoy día incierto, ya que se halla fuertemente endeudado.

El otro problema es el deterioro en la calidad de la atención, sobre todo en los cuidados de enfermería y, en menor medida, médicos. Es indudable que la ética del trabajo es diferente en las diversas sociedades. Con honrosas excepciones, podría decirse que el personal de enfermería del KH tiende en el cuidado de los pacientes a la indolencia, la indiferencia y el nihilismo. Muchos factores pueden explicar este hecho: la falta de medios y de recursos, el entrenamiento recibido, la constatación de que el esfuerzo muchas veces es infructuoso (los pacientes se mueren por falta de tratamientos o de diagnósticos se haga lo que se haga), la diferente percepción entre la vida y la muerte, .. Posiblemente hay más razones, pero ciertamente éstas condicionan que no exista un sentido de la urgencia ni de la importancia vital de, por ejemplo, asegurar unos horarios en la administración de fármacos o la toma de constantes vitales. Es un fuerte riesgo refugiarse permanentemente en la falta de recursos (aunque indudablemente son muy escasos) para justificar la pereza o la mala formación, porque se acaba haciendo mal lo que en realidad se podría hacer bien. Así se establece un círculo vicioso difícil de romper. También influye que el recambio del personal de enfermería es altísimo (apenas quedaban conocidas del año anterior) y eso condiciona que haya siempre que comenzar de cero.

De cualquier modo, sería ilógico fijarse sólo en lo que no funciona y obviar lo que de bueno se encuentra en un hospital africano de este tipo: por lo general buen ambiente y amabilidad, la inmensa paciencia y aceptación de la gente, el agradecimiento y el aprecio del esfuerzo que se hace por los pacientes y la valoración de las mejorías. Sería también estúpido y descortés por mi parte colaborar durante cuatro semanas y pasarme todo el tiempo apuntando lo que encuentro mal. Otro día les contaré cómo oriento yo mis periodos ahí y cómo organizaba mi tiempo, dado que ha habido muchos aspectos interesantes y positivos. Pero no puedo negar que este mes he sido agudamente consciente de los problemas del KH y he querido compartirlos con ustedes. Y por lo que sé son comunes a otros hospitales misionales, al menos en Uganda. ¿Tal vez su tiempo ha pasado? ¿Tal vez la colaboración (sanitaria y de otros tipos) debe orquestarse de otros modos? Estas preguntas quedan abiertas, aunque intentaré aportar mi opinión en futuras entradas.

 Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

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