Feliz Navidad desde el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo

Lo he expresado así otras veces: la lesión medular es posiblemente, tras la muerte, la situación de enfermedad que puede resultar más difícil de habitar para un ser humano, especialmente las de niveles altos, que resultan en tetraplejia y, en algunas ocasiones, en la imposibilidad de respirar y la dependencia de ventilación mecánica. Otras enfermedades neurológicas también son crueles y comportan pérdidas similares, pero la lesión medular supone una catástrofe en décimas de segundo, colocando al paciente en una situación de dependencia absoluta mientras mantiene intactas sus funciones cerebrales y su inteligencia. Esto es muy penoso, y está ampliamente demostrado desde la mitad del siglo pasado que los hospitales dedicados específicamente a este tipo de patología son útiles en el intento de que la persona recupere lo que pueda o, en el peor de los casos, se ubique en la nueva realidad de lesión medular. Además, muchas veces las personas son jóvenes, en la flor de la vida, y no sólo queda afectado el paciente, también su familia entera, su medio social … toda enfermedad grave es un reto y un descalabro para una familia, pero la lesión medular, con las secuelas casi siempre irreversibles que provoca, tal vez lo sea de forma superlativa.

Por eso es difícilmente comprensible la situación actual del hospital nacional de parapléjicos de Toledo, un centro desnortado e infrautilizado, en el que los pacientes para ingresar han de aguardar demoras administrativas insoportables y que en ocasiones jamás regresan a una revisión, aun deseándola, porque no son autorizados desde sus comunidades autónomas; con unos equipos de investigación descoordinados, sin que haya visos de que ni a medio ni a largo plazo se vaya a proponer tratamiento experimental alguno que pueda resultar de utilidad a los pacientes (que en realidad sería el objetivo de cualquier actividad de investigación que se haga o pueda hacerse en este hospital); un centro cada vez más utilizado como drenaje del hospital general de la ciudad y menos para cumplir su misión monográfica de atención puntera al lesionado medular y algunas otras enfermedades neurológicas igualmente devastadoras; que no dispone de TAC y cuya política de personal es a todas luces inadecuada para un centro de referencia … podría ahondar más en cada uno de estos aspectos, y citar muchos otros, pero no es el momento ni el lugar de hacerlo. Este es un hospital con alma, muy diferente a cualquier otro que yo haya conocido, y entristece que los actuales dirigentes y gestores sanitarios desconozcan, ignoren y olviden a esa alma.

Es desde este contexto, lleno de problemas e incertidumbres pero también de pasado (al fin y al cabo ha atendido a más de 13.000 pacientes desde su fundación) y de potencialidad (no en vano dispone de personal especializado y motivado en casi todos los estamentos, que a pesar de las dificultades mantiene una alta calidad humana y profesional), desde el que les felicito la Navidad. Hubiese querido no traer a colación problemas, sólo alegría e ilusión -al fin y al cabo esos son ingredientes básicos de estas fechas-, pero miro a mi alrededor y decido ofrecer, junto a todos los buenos deseos, realismo: el nacimiento de Jesús -porque no es otra cosa lo que celebramos estos días- ocurre en un contexto concreto, real, según la composición que dibuja Lucas: en un país pobre y ocupado, en el lugar donde viven los animales, sin asistencia ni acompañamiento alguno, y sólo los marginados son conscientes de lo que ha ocurrido. Nada halagüeño, como tampoco lo es nuestra situación aquí y ahora.

Por eso mi Feliz Navidad para todos ustedes se pronuncia desde un hospital con un pasado ilustre, un presente gris y un futuro incierto; pero no por ello lleva menos deseos de paz y felicidad para todos. Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos. Que Dios los bendiga.

One Response to “Feliz Navidad desde el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo”

  1. Creo que muchas veces solo nos quedamos con lo bonito que hubo en la primera Navidad. Pero realmente hubo mucho sufrimiento e incertidumbre en aquella joven pareja y el nacimiento de su hijo, Emmanuel.
    Por eso me ha gustado que nos felicites la Navidad desde la realidad que te toca vivir y sufrir. Es, verdaderamente, una pena que ciertas instituciones acaben siendo un problema en lugar de una solución. La esperanza queda en la calidad humana de quienes allí atienden a las personas que precisan ayuda.
    Sé que el año no ha sido fácil y habrá una silla vacía en estas fechas que provocará añoranza. Lo sé porque a mí me ha pasado lo mismo. Pese a todo feliz Navidad porque nuestra esperanza acaba de nacer.

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