Confesiones de un médico

Un año más, les deseo Feliz Navidad desde el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Estos son unos días relativamente “raros” en nuestro hospital: todos los pacientes que pueden razonablemente valerse por sí mismos o ser cuidados por los familiares se han ido a casa de alta o en lo que llamamos “permiso de preadaptación domiciliaria”, que sirve para detectar lo que se hace bien en el el cuidado del parapléjico o tetrapléjico y las carencias que existen. Suele ser útil y al regreso se comentan los aspectos que no han funcionado. Por lo general, sólo quedan hospitalizadas las personas a quienes les es imposible prescindir de los cuidados del hospital, por lesiones altas que requieren ventilación mecánica, por ejemplo. Se intenta que pasen la Navidad de la mejor forma posible: así,  hay actos de celebración, mayor espacio para las familias, la posibilidad de comer fuera … y la esperanza de que las Navidades del año que viene sean mejores, ya fuera del hospital. Intentamos tener el mejor ambiente posible para que los ánimos -ese aspecto tan importante en cualquier enfermedad, pero todavía más en ésta- se mantengan.

Otro día habrá tiempo de hablar de problemas, de carencias, de dolores … ahora es tiempo de esperanza, de celebrar en paz un nacimiento, con la apertura a la vida y al futuro que eso simboliza, de contemplar la vida que fluye. Incluso si la liturgia cristiana nos pone inmediatamente después de la llegada de Jesús la figura del martirio, quizás para recordarnos que el pro-seguimiento del Mesías quizás nos lleve al conflicto y al sufrimiento.

Feliz Navidad, aunque sea con unas horas de retraso, y que Dios nos acompañe, nos ayude y nos bendiga. Les invito, como siempre, a recordar en su oración a los enfermos y a quienes les cuidamos.

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