Covid-19 y otras efemérides: miscelánea

Estamos en la segunda semana de un confinamiento que puede y debe ser largo.  Estoy firmemente convencido de que sólo con transparencia y tratando a la ciudadanía como los adultos responsables que la inmensa mayoría somos puede mantenerse la cooperación que hasta ahora ha existido. Es muy probable que las medidas de confinamiento debieran endurecerse además de prolongarse, y no creo que sea buena idea ir alargando los plazos de quincena en quincena. Sería mejor saber de veras a qué atenerse. Aunque soy un estudioso, la salud pública no es el campo que domino, pero me extrañaría que la situación esté de veras controlada antes del verano. Y ciertamente el aislamiento debería intensificarse en instituciones como los centros sanitarios, incluyendo el mío: en terminología epidemiológica, deben enjaularse (“caging”), nadie debe acceder a ellos salvo profesionales y pacientes, y todos los circuitos (proveedores, afectados y personal dedicado), deben ser segregados. Hay lugares que todavía no lo han entendido.

Quizás esto sea porque las incógnitas sobre esta epidemia son demasiadas, sólo así se explica el continuo baile de datos, a los que apenas presto atención porque los considero inútiles; básicamente, porque desconocemos por completo uno de los datos claves para comprender la dinámica de cualquier epidemia, el llamado R0, la “tasa de reproducción” o “ritmo reproductivo básico”, es decir, el número promedio de casos por cada infectado a lo largo de un proceso infeccioso. Hay otros factores implicados, el problema es más complejo, pero sin conocerlo es casi imposible hacer predicciones o estimaciones. Al inicio de la epidemia se publicó que era de 2.2, pero esa cifra ha ido subiendo y cada vez se acerca más a 4, incluso en agrupaciones familiares en China se han descrito cifras de 10 y hasta de 35 (en el sarampión es de 12-18, tosferina 12-17, Ébola 2-3, la gripe de 1918, 3 …). El 18 de Marzo microbiólogos norteamericanos (mSphere.asm.org) publicaron su estimación de una cifra de infectados 10 veces mayor de la que se cita, y reconocieron lo que muchos sabemos hace tiempo: la carga real del Covid-19 en la población sólo podrá saberse mediante estudios serológicos retrospectivos, y ahora es de hecho secundaria en el manejo de la epidemia.

Las estimaciones, pues, son casi imposibles, incluyendo la más dramática, la tasa de letalidad de la enfermedad, que se comunica altamente variable de país a país. Mi opinión particular es que los datos chinos son poco fiables a ese respecto (no en otros), porque las series que se han publicado (la más larga de 1099 casos en NEJM el 28.02) eran incompletas, dado que un número de pacientes se hallaban en evolución. Es indudable que se hizo una infraestimación de ese parámetro. Además, cuando consideramos números absolutos tan altos (infectados totales), incluso aceptar una letalidad del 5% nos da una cifra abrumadora, eso explica las imágenes de hoy mismo en el palacio de hielo de Madrid. Se mire por donde se mire, vivimos en el seno de una tragedia.

Disponer de pruebas rápidas sería vital, la actual maniobra diagnóstica con muestra de nariz y/o faringe es lenta, lo cual me lleva a compartir con ustedes mi propia experiencia. He sido testado esta mañana, porque ayer comencé con molestias compatibles con la infección. De acuerdo a las normas del SNS en mi comunidad autónoma (que se me explicaron telefónicamente con cortesía), dado que no estoy grave debería quedarme en casa y esperar, pero afortunadamente mi hospital me ofreció realizar el test y saldré de dudas en 24h. Debo decirles que en estas horas mis sentimientos han sido de incertidumbre y preocupación, los cuales comparto con numerosos compatriotas, muchos de ellos sanitarios. Si da positivo, observaré en casa mi evolución. Si negativo, respiraré hondo y volveré al trabajo del hospital. Claro, esta experiencia personal no deja de ser vivida con amargura cuando pienso en que la prueba se ha hecho de forma inmediata en muchos políticos, pero así es nuestra clase política, sobre la que no abundaré ahora.

Para ir ya terminando, algunas reflexiones. Por ejemplo, hoy se han dado datos de mala praxis en residencias de ancianos. Hablar como se ha hecho es peligrosísimo, porque induce desconfianza y zozobra, cuando en la mayoría de residencias se hace todo lo que se puede con los medios de los que se dispone (a todas luces insuficientes, pero no es el momento de debatir eso ahora), y en algunas de ellas incluso de forma ejemplar (numerosas residencias en toda España se han “enjaulado” tal como se debe hacer y hasta ahora no han tenido un solo caso). Mi temor es que este gobierno que no ha sabido proteger a la ciudadanía busque chivos expiatorios para justificar su pésima gestión (cuando en realidad los convocantes de la manifestación del 8 de Mayo son quienes debieran ser consignados a los tribunales), y puede haber encontrado en las residencias un buen ejemplar. Lo cual no es óbice para que se investigue lo que pueda haber ocurrido y sobre todo se ponga remedio lo antes posible a cualquier situación anómala que se descubra.

Esta epidemia –como todo evento que altera la vida de generaciones enteras, tal como una guerra y una catástrofe natural- podría forzarnos a “un nuevo normal” en numerosas esferas de la vida, tal como explica el editor en jefe del NEJM Catalyst el 17.03. Covid-19 puede ser lo que se llama “un evento dicotómico”, que divide la vida entre un antes y un después. Son hechos a través de los que vivimos, de los que aprendemos y a los que debemos ajustarnos (el SIDA, el 11-S). Puede, por ejemplo, cambiar la forma en que ejercemos la medicina, evitando un buen número de consultas físicas, que podrían ser telefónicas o telemáticas. O de veras utilizando las urgencias hospitalarias tal como se debe, sin acudir por problemas banales (esto se oye mucho en las urgencias estos días, “ahora es como siempre debería ser”, sólo acude la gente realmente enferma). O aprender a vivir de una forma más sencilla, más reflexiva, entendiendo lo que de veras es importante y lo que es accesorio …

Finalmente, hoy conmemoramos la muerte martirial de Óscar Arnulfo Romero, asesinado hace 40 años mientras celebraba una misa funeral en la pequeña capilla del hospital oncológico en el que vivía. Salvadoreño, sacerdote, obispo, profeta … y ser humano que pasó mucho miedo, que en no pocas ocasiones lloró de temor y desesperación, como quizás hacemos muchos estos días en ciertos momentos. El hombre que en su homilía de 23 de marzo de 1980 nos dijo que la liberación que predicaba la Iglesia tenía “por encima de todo, el respeto a la dignidad de la persona, la salvación del bien común del pueblo y la trascendencia, que mira ante todo a Dios y sólo de Dios deriva su esperanza y su fuerza”. A renglón seguido dijo, para continuar así con la misa: “Vamos a proclamar ahora pues nuestro Credo en esa verdad”.

No me digan que sus palabras no resultan relevantes para nuestro país en el día de hoy … Un abrazo a todos, recemos los unos por los otros.

2 Responses to “Covid-19 y otras efemérides: miscelánea”

  1. Esperamos que te recuperes lo antes posible, por el bien de todos.
    Cuídate y sigue reflexionando por todos nosotros.
    Qué triste que no te lean los responsables y reflexionen .

  2. Ahora rezaremos por los enfermos y pediremos para que tú salgas adelante porque eres necesario para poder seguir cuidándolos.
    Magníficas reflexiones. Animo

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