En medio del mundo

Hace unos días hablaba de abrazos de ultimidad, hoy llego a mi despacho en la facultad y me encuentro una cesta llena de huevos y una bolsa llena de pimientos, y siento en ellos un abrazo desde lo último, en este caso de Ángel, un señor que sembró estos pimientos, los regó, los vió crecer y los quedó ahí como sacramento suyo y hoy están en mi mesa,  junto a esta cesta de huevos de una gallinas que en medio del campo han sido criadas, mimadas y alimentadas también por él y su esposa Hilaria.

EStando en la asamblea de la JEC de extremadura, vi llamadas perdidas y un mensaje de “Mamen limpieza”. ES una de las señoras del equipo de limpieza de la facultad, de aquellas que fuimos a Guadalupe el curso pasado, me tenía dicho que su suegro estaba hospitalizado y que moriria pronto, me mostraba su deseo de que les acompañara cuando llegara ese momento último en su entierro.  Le dije que me avisara, si estaba en Badajoz iría con ganas. Ahora me cogía fuera y lo tenía difícil, pero al hablar con ella noté que  si podía debía estar, y así lo decidí con los animadores que me acompañaban. Al día siguiente acompañé a Mamen, a su exposo Félix, a  la esposa de Angel, a todos sus hijos y nietos, amén de todos sus familiares y amigos. Fue una celebración desde la persona y la vida de Ángel, que había vivido sus ochenta y dos años con claves fundamentales  en las que Dios se habia revelado de un modo muy sencillo.

Vivía en medio del campo a dos kilómetros de la ciudad, en una relación fraterna y generosa con la naturaleza, ahí había criado a sus hijos y habían crecido sus nietos,el campo es para todos la enseña y el sacramento de la vida. Así  lo escribieron en una carta entrañable sus nietos. Dimos gracias al Dios de la vida y de la naturaleza.

Agradecimos su sentido de familia, su paternidad y sus generosidad, cuatro hijos que habían dado sentido a su existencia junto a su esposa Hilaria, a quién ahora hay que cuidar más que nunca.  Bendecimos al Dios Padre que siempre proteje y fortalece a los suyos y los reúne en una sola mesa.

También resaltamos su mundo de relaciones sencillas y naturales, su ser ciudadano, vecino, amigo y dimos gracias al Dios de la historia, que nos ha heco sociables y nos ha invitado a la fraternidad. El templo estaba a rebosar en un Domingo temprano.

Y también dimos gacias por la Iglesia, por su sentido cristiano de la vida y su transmisión de los valores fundamentales  de un modo natural y sencillos a todos los suyos.

Hoy cuando he llegado al despacho y me he encontrado los huevos y los pimientos, de su campo y de su vida, he sentido deseos de bendecir a Dios, y he gozado con este abrazo de ultimidad en este detalles que sabe a su vida y a su existencia, así como a agradecimiento de su familia por haber estado con ellos. Ya le he dicho a Mamen, que un día que estén en el campo con la abuela yo quiero ir con ellos para ver y sentir ese lugar sacramental de Angel, a quien no enterramos, sino que lo sembramos para que florezca en la resurrección y lo encontremos de nuevo en la plenitud del Reino.

Recuerdo que a veces me he sonreido con mi amigo César, sacerdote de pueblo, con un post que él hizo  acerca del regalo de unos huevos en su pueblo pequeño, yo le dije que en la universidad no tenía yo esas riquezas rurales, ahora  empato y le doy gracias a Dios por este tono rural en un despacho universitario. Otro trozo de sonrisa divina que hace que la higuera se plante en el mar.

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