Al norte de Lusaka

Como comente en mi anterior entrada, no he tenido acceso a internet durante las tres semanas de trabajo en el medio rural de Zambia. Ahora, la tarde antes de partir, puedo escribir desde un hotel unos cuarenta kms al norte de Lusaka, la capital. Manyana, si Dios quiere, tomaremos el avion de vuelta a Europa. Les aseguro que no me resulta facil porque hemos sido felices aqui, entre la gente que vinimos a conocer y atender en lo que se pudiese. En su inmensa mayoria muy pobre pero agradecida y gentil, amable y cordial.

Durante las dos primeras semanas permanecimos en el centro de salud rural de Ipafu, con consulta por la manyana y alguna tarde, el resto del tiempo paseos. Cada dia unos treinta pacientes de lo mas variado, puedo decir que recuerdo muchos rostros, muchos ninyos con sus mamas, con malaria en muchos casos, otros con infecciones respiratorias. Es la epoca seca aqui y el ambiente es terriblemente seco, hay que estar bebiendo agua y aun asi se nos formaban costras en al nariz y los labios.

Casi todos los pacientes son personas muy jovenes, hay mayores de 40 pero no demasiados. Nunca pense que el HIV/AIDS condicionasen tanto una sociedad como en este pais africano, hay que ejercer teniendolo siempre en cuenta y aconsejando hacerse la prueba a quien no conoce su situacion, al menos en un segmento de edad. He visto mucha patologia, en muchos casos muy avanzada, tambien mas banal, consciente siempre de que tener que referir un paciente al hospital de Chingola era en muchos casos emitir una sentencia de muerte: no habia dinero o posibilidad de trasladarse. Una noche nos desperto hacia las 4.30am un coro de gritos y lamentos: una joven habia acudido al hospital con una rotura uterina y habia fallecido, de modo que la familia lloraba su muerte. Por suerte ha sido el unico caso junto con del recien nacido del primer dia.

Por las tardes saliamos a pasear por los bosques y sabana de la zona, sin animales salvajes en esta zona. Eso nos ha hado la posibilidad de saludar a la gente y ver como vivian, tambien fotografiar en muchas ocasiones, Carmen siempre contenta con los ninyos que querian fotos y en ocasiones un dulce. La convivencia con las religiosas fue buena, amables, compartiamos las comidas con ellas, sencillas y gustosas.

Y la tercera semana quedo para viajes, en orden a conocer los otros dos hospitales que llevan las hermanas: el de St. Francis, algo mas al oeste, en la zona de Solwezi, y el de St. Joseph, mas al suroeste, cerca de una localidad llamada Kalulushi. Son dos grandes misiones franciscanas con hospital, colegio, la segunda con una escuela para sordos y la primera con algo muy impresionante para nosotros, una leproseria. Dedicamos dos dias y medio a cada una de ellas, los hospitales eran mas grandes y con pacientes ingresados, de modo que tambien pase sala, en orden a hacerme una idea de su funcionamiento. En St. Francis no habia medico, si en St. Joseph, un congoles que lleva anyos en Zambia.

Ambos hospitales, a grandes rasgos, son tipicos de un hospital misional, con hermanas al frente, lo cual asegura que estan razonablemente limpios y que su funcionamiento es correcto, asi como unas equipaciones y farmacia minimas. Es obvio que ha sido un tiempo cortisimo en cada uno, pero suficiente para captar dinamicas de funcionamiento, problemas (al menos a mi juicio) y potencialidades. En ellos he vuelto a ver numerosos casos de SIDA, mas graves al tratarse de pacientes ingresados, y he recordado con carinyo a Sir Alexander Fleming, que nos lego ese medicamento que tantas vidas salva a diario, la penicilina. Creo que mucho podria mejorarse insistiendo mas en el razonamiento clinico y la exploracion, incluso un medico del primer mundo, acostumbrado a disponer de multiples exploraciones complementarias, puede darse cuenta de eso y aguzar el ingenio a falta de otros medios.

He dejado para el final la visita y breve trabajo en la leproseria de St. Francis, anexa al hospital. Ahi residen unos sesenta pacientes antiguos de lepra, con las terrible secuelas de esta enfermedad, siendo imposible para ellos el retorno a lo que un dia fueron sus hogares. Muchos de ellos han tenido familia aqui, que a su vez se ha instalado en al mision. Les aseguro que no fue una visita facil porque las secuelas de la lepra en el tercer mundo son mucho mas severas de lo que yo habia visto en persona, tan solo en fotografias, asi como las condiciones de vida tampoco son las de nuestro mundo (estuve un par de veces en Fontilles).

En la leproseria, bien atendida por una hermana, hay su cocina, sus casas para los pacientes y una enfermeria propia. Ahi habia tres pacientes con complicaciones de sus secuelas y me pidieron si podia hacer algo para tratar sus heridas. Afortunadamente los sacaron al aire libre, no creo hubiese aguantado en un espacio cerrado y no fue mucho lo que pude hacer: la lepra ha dejado sus miembros en munyones y cualquier herida se sobreinfecta, de modo que destruye los tejidos, por suerte sin mucho dolor al hallarse la zona anestesiada por la implicacion de los nervios perifericos. Sin los medios necesarios solo la amputacion podria resolver esos casos. Me limite a desbridar (retirar la carne muerta) lo mejor que pude y supe y dejar las heridas limpias.

Y esto es lo que, a bote pronto, puedo hoy contar desde Zambia. Tiempo habra, al regreso a Espanya, de transmitir mas impresiones. Nuestros ultimos dos dias han sido de relax, alguna compra de recuerdos en Lusaka y paseos por la reserva que circunda el hotel, con la emocion de ver animales que solo habiamos visto en fotografia como cebras y diversos tipos de antilopes.

Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

One Response to “Al norte de Lusaka”

  1. Me alegro de tu experiencias y subrayo cada vez que dices “hermanas…”. Bendito sea Dios por esa virginidad tan fecunda, esa obediencia tan libre y esa pobreza tan enriquecedora, de todas esas “hermanas religiosas” que son el rostro de la ternura y de la entrega de nuestro Dios, la eucaristía viviente de los que lo hacen en memoria del El…

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