Ante la adversidad

Las adversidades inherentes a la vida nos golpean antes o después. Pueden ser naturales y casi esperables, como una enfermedad o un accidente, nuestro o de las personas más queridas. Puede ser un desamor, una separación inesperada, una ausencia. Cuando se ama, el sufrimiento es algo casi inevitable, el envés de la hoja. O puede ser un “fracaso” personal o laboral, la pérdida del empleo, o conflictos e injusticias que con nosotros o personas queridas se cometan. Tal vez estas últimas, las injusticias, resultan más dolorosas, porque la enfermedad es algo casi inevitable, pero los daños infligidos por otras personas son muchas veces gratuitos e inmerecidos.

En estos años trabajando en el Hospital Nacional de Parapléjicos, he intentado acompañar como médico a personas que han visto que su mundo anterior desaparecía en un segundo y se veían condicionados a la dependencia: a veces por completo, incluso para poder respirar necesitaban la ayuda de una máquina; en otros casos, de otras personas para cualquier actividad cotidiana, por simple que fuese; en el mejor de los supuestos, de una silla de ruedas para poder desplazarse.

En ese momento, cuando uno deja de poder leerse en las claves previas (profesionales, familiares, el rol social que ocupaba), nos vemos compelidos a redescubrir lo realmente importante, el hondón de la vida, los objetivos fundamentales. Y estos no son otros que aprender a amar y ser amados incondicionalmente. No nos identificamos como seres humanos por nuestra profesión, o por nuestro lugar en la escala familiar o social, sino por la profundidad de nuestra persona, por cómo afrontamos la adversidad y cómo nos relacionamos en esa situación con nuestros semejantes, por lo general los próximos, los compañeros de camino: algunos estaban antes y estuvieron y estarán siempre, otros los encontraremos ahora.

He visto todo tipo de actitudes a la hora de este afrontamiento: personas que han sido capaces de realizarlo extraordinariamente y han llevado vidas plenas en la nueva situación de lesión medular; en una silla y con dependencias más o menos importantes, pero capaces de habitar esta situación adversa y fieles a lo que habían sido antes, personas cabales, listas para seguir dando y recibiendo cariño a sus prójimos. Y he visto lo contrario: quienes han sido incapaces de este afrontamiento y han llevado y hecho llevar a otros vidas desdichadas. Si en vez de leer “lesión medular” escribimos “cáncer”, “enfermedad grave”, “ancianidad propia o de nuestros familiares”, la pintura quedará más completa y posiblemente muchos de nosotros nos encontremos reflejados.

Cuando, como decía Elisbeth Kübler-Ross, “pasemos al otro lado”, no nos preguntarán en qué trabajamos, cuántos títulos tuvimos, cuánto dinero ganamos, quiénes fuimos en la escala social. En todo caso, tendremos que contestar a cuánta gente quisimos, a cuánta gente ayudamos y por cuántos nos dejamos querer y ayudar.

Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

Discussion area - Dejar un comentario






He leído y acepto las condiciones generales y la política de privacidad


Información básica sobre protección de datos
Responsable: REVISTA REINADO SOCIAL 21RS (más info)
Finalidad: • Gestión de la adquisición del producto, suscripción o donativo, así como la tramitación de los mismos.
• Envío de comunicaciones relacionadas con el proceso de compra, las suscripciones o los donativos.
• Envío de comunicaciones y ofertas comerciales, por diferentes medios, incluidos los medios electrónicos (email, SMS, entre otros). (más info)
Legitimación: Ejecución de una compra online, suscripción o donativo. (más info)
Destinatarios: No se cederán datos a terceros, salvo obligación legal. (más info)
Derechos: Acceso, rectificación, supresión, cancelación, y oposición. En determinados casos derecho a la limitación del tratamiento de sus datos. (más info)
Información adicional: Puede consultar toda la información completa sobre protección de datos a través del siguiente enlace (más info)
Los enlaces de (más info)