La muerte como fuente de vida

Ya ha pasado un tiempo desde nuestra celebración de cada año con José Ándrés. Desde su partida física nos reunimos familiares y amigos en torno al día 21 de enero, y celebramos una misa de acción de gracias en casa.
Hay mucha gente que no comparte que sigamos haciéndolo, porque es como regocijarnos en el dolor año tras año, y porque recordarlo es entristecernos.

Sin embargo yo no lo veo así. Justamente lo veo al revés. Es un encuentro familiar que nos sirve para ponernos al día de nuestras vidas unos con otros, porque hay gente que no nos vemos mas que ese día al año.
Nos sirve para analizar cómo nos va, y cuestionarnos cuánto tiempo dedicamos a nosotros mismos y a nuestra propia familia. A nuestros amigos.

Es un encuentro que nos ayuda a compartir con todos, lo bueno que ha hecho en nosotros la vida de José Andrés.
Lo positivo de su existencia en cada uno de nosotros.
Por eso insisto en que es bastante bueno este encuentro.

Tal vez de no hacerlo, sería un tema que nunca trataríamos, se quedaría en nuestro interior y no lo compartiríamos, ni expresaríamos en voz alta.
De este modo sí lo hacemos.

La asistencia a este encuentro anual, por supuesto es libre. Creo que para ninguno de los que nos reunimos resulta una obligación. Por nuestros quehaceres personales y laborales, no siempre es posible estar. Incluso a veces, es difícil para alguno de nosotros asistir porque emocionalmente nos pilla en un momento complicado de nuestras vidas por diversas circunstancias.
A todos nos pasa, tenemos días y días…y reconozco que a mas de uno le cuesta trabajo.

Aprovecho para agradecer a todos los que estais con nosotros, física o espiritualmente, este acompañamiento incondicional. Aunque no lo hablemos nunca, sois un halo de esperanza en nuestra vida para seguir caminando cada día.

Este año, fieles a nuestra cita de enero, hemos tenido nuestro encuentro familiar y posterior almuerzo.
Al comienzo de la celebración siempre nos cuesta arrancar. Este año comencé yo leyendo lo que había escrito en el blog sobre estos cinco años sin él, pero con él, con José Andrés. Era como una explicación al motivo de celebración.
Luego la ceremonia y expresiones en voz alta de familiares y amigos.
Este año éramos diecisiete personas, contando tres niños, uno de ellos, Jandro, nos hizo de monaguillo.
Una ceremonia muy entrañable, donde se respiró mucho cariño y ternura, pero sobre todo siempre nos transmite mucha paz, acentuada con la presencia de los pequeños, los niños, partícipes también en toda la celebración, que se amenizaba por un fondo musical de los chicos del coro.

No se debe aconsejar a nadie sobre nada, porque nadie es salvador, pero este encuentro que celebramos, año tras año, a nosotros nos sirve para fortalecernos, haciendo del duelo un crecimiento personal. Teniendo bien claro que cada uno de nosotros lo vivimos y exteriorizamos a un ritmo diferente.

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