Un perdón incondicional
Lc 15,1-3.11-32
El Padre, que es la luz, viene a abrazar al hijo que se marchó y al que se le apagó la luz, la alegría y la esperanza.
Así es Dios, el Padre de la Luz y de la Misericordia. El Padre que abraza y no castiga ni echa en cara –bastante tenía encima el arrepentido pródigo-. Acoge desde el perdón más puro e incondicional.
Pero, lo que más nos llama la atención de la parábola es que nosotros no estamos llamados a identificarnos con el pródigo o con el hijo mayor. Estamos llamados a identificarnos con el Padre que, con su corazón enorme, acoge al que se marchó y le hace una fiesta. ¡Cuánto cambiaría el mundo con más corazones como los del Padre! Pedimos la conversión de los corazones, especialmente para que terminen las guerras en nuestro mundo, con la mirada puesta en Ucrania.
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
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