Trans-

Lo había arreglado todo para comenzar una nueva vida. Despedida de los amigos, el antiguo trabajo, la ciudad de siempre quedaban atrás. Una promesa de realización que había deseado con delicadeza y en silencio. El sueño se perpetuaba por otros caminos que prometían quebrar la rutina. Porque hay momentos en la vida que uno sabe, hay que romper con lo establecido para seguir avanzando. Alguien empujando, animando, entusiasmando las rupturas. Se habían fijado en él y él creía. ¿La confianza? Establecida.

Llegó a la reunión  exhalando optimismo. La empresaria bien sucedida le miró fijamente y con la seguridad absurda de los que manejan poder declaró:

–          No es posible. La crisis actual, lo que tú quieres, lo que prometimos. Nos retiramos.

Pero cómo… ¿Cómo se tuerce la vida y usted de repente me mira como si no estuviese?

Jaimito se siente morir, y se muere. Los párpados se le van cayendo a pesar del esfuerzo.

Llegó a Río de Janeiro un cadáver. Aún mantenía una cierta sonrisa porque que culpa tienen los otros. Entró en el taxi y dio la dirección. El mulato entupidamente frustrado comenzó a lanzar improperios al aire. Que si hay colapso en el tráfico por causa del hijo de puta de Lula, que si usted vive en un barrio de delincuentes y vaya usted a saber si usted es uno de ellos, que si estos rieles de tranvía viejo deberían estar prohibidos en el siglo XXI…

Jaimito muerto salió del taxi, no se sabe con la ayuda de que espíritu aventurero.

Subió las escaleras de los tres pisos cargando el ataúd y cerró la puerta. Encendió el ordenador para sentirse con gente, y cerró las ganas… de tener argumentos. No hay argumento.

¿Cómo se puede joderle la vida a alguien con tamaña amabilidad?

A mi me han enseñado que el diablo es feo. Tiene colmillos, un rabo largo y un tridente. Que cojones me viene usted a matar el sueño con un abrazo y un beso. Usted es diabólico aunque parezca un ángel, hable como un ángel, eructe como un ángel.

Jaimito está intentando saber por donde se abre este ataúd.

Cuestión de viento le susurra el tiempo.

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