“…”
Desde este otro lado del Atlántico nos ha llegado la noticia como un guantazo. Doña muerte engalanada se ha abierto paso sin contemplaciones: “Deténganse las vacaciones, los planes veraniegos, la pretensión de que ejercemos algún control sobre la vida. Miren por un instante, sientan la finitud.”
Mi corazón se encoje pensando en los familiares y amigos de las víctimas. El mayor dolor. Perder abruptamente, perder al otro. Al otro que soy yo.
Frente a esta situación hay poco que decir. Uno piensa en el sentido de la vida, en las interminables explicaciones que le daremos a todo. A mí se me viene encima un silencio ensordecedor que apenas da cabida a una pequeña oración que me acompaña hace tiempo:
“Confía. Las cosas pasan exactamente en el momento que tienen que pasar. En los momentos felices, alaba a tu Dios; en los momentos difíciles, busca a tu Dios; en los momentos silenciosos; adora a tu Dios; en los momentos dolorosos; confía en tu Dios. Siempre, en todo momento, agradece a tu Dios.”
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