LA MUJER PALITO
La mujer palito va por la calle tambaleándose. Demasiado delgada para aguantar el propio esqueleto se sujeta a los postes y pivotes mientras la gente mira de soslayo con una dosis de espanto y otra de pena. Nadie se mueve. Todo alrededor se ha congelado de repente como en las películas. Y la mujer palito erre que erre queriendo atravesar la calle para alcanzar su esquina mientras se nos atraganta la caña, el cigarro, la palabra, la bandeja con los aperitivos, las ganas de volver a casa, la propina, el titular del periódico a medio leer: “A Brasil la crisis no le……”, el beso.
Ni el aire se mueve, sola la mujer palito a tientas por los adoquines.
¿Qué hacemos? se preguntó el mundo estupefacto. Y un silencio vacío respondió. Otra caña por favor. La bocanada de humo suelta una nube. Dos empanadillas de queso y unas aceitunas pero sin picante. Como iba diciéndote… Tres monedas se derraman sobre la mesa de plástico rojo del bareto. El taxi para y un hombre de sombrero blanco y carpeta negra entra corriendo. “A Brasil la crisis no le va a llegar tan fuerte”. Bésame mucho.
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