La pandemia de la violencia

Llevo un mes y medio viajando como una loca por Brasil, realizando talleres sobre movilización social para el control de la tuberculosis. Una enfermedad antiquísima que mata 5.000 brasileñ@s anualmente. Y de norte a sur, de este a oeste me sorprende la misma advertencia en las  ciudades que visito: “Cuidado, lleva pocas cosas encima que la ciudad está muy violenta”; “mejor coger un taxi”; “Estate alerta que no hay que dejarlo fácil”, etc. De esta forma comienzan una retahíla de episodios vividos por las personas que me van dejando los pelos de punta. Se habrá instalado una paranoia colectiva? Yo que creía que el miedo, la desconfianza y la guerra sólo estaban en Río de Janeiro.

Justo cuando el orgullo brasileño pairaba engordadísimo por causa de las Olimpíadas de 2016, tuvo que caer un helicóptero en la ciudad maravillosa para darle que hablar a la prensa internacional. A los cariocas les revienta que hablen mal de Río. Un taxista el otro día llegó a decirme que lo que se contaba de la ciudad era exagerado, que toda ciudad tiene sus problemas. Lo cual no deja de ser verdad. Pero no podemos negar  que la vida de miles de personas en Río y en otras grandes urbes, está llenas de episodios violentos que no tienen nada de esporádicos. Cotidianamente en Río se enfrentan bandas rivales del narcotráfico, entre ellas y/o con la policía. Cotidianamente hay muertes por balas perdidas. Cotidianamente algún transeúnte es amenazado con un arma y asaltado. El taxista que me dice que todo eso es exagerado, lo hace con las ventanas y puertas del coche cerradas a cal y canto. Ha oscurecido los cristales con una lámina gris para que  fuera no se pueda ver su interior. O sea, ha tomado todas las medidas de protección posibles porque no se fía ni un pelo. El otro día con el impresionante apagón que vivimos en Brasil, muchos viajeros que llegaron en plena oscuridad al aeropuerto Internacional del Galeão de Río de Janeiro, se vieron obligados a esperar hasta que se restableciese la luz, porque los taxistas se negaban a coger la autopista “Linha Vermelha”, que comunica el aeropuerto con el centro de la ciudad, por miedo de asaltos y secuestros.

El drama cotidiano de la violencia que nos lleva cada vez más a encerrarnos en casa y desconfiar de todo y de todos no es noticia. Lo son las imágenes de película, por ejemplo un helicóptero que cae. No lo fueron las 26 personas muertas posteriormente por la policía, entre las cuales se encuentra un alto  porcentaje de víctimas inocentes. Se calcula que no llega a 1% la población armada y ligada al tráfico de drogas dentro de las favelas. La mayoría  son trabajadores/as y pobres. Pero no importa, si se está en estos territorios la presunción de inocencia y la protección no existen. Es evidente que Río de Janeiro vive una guerra que tiende a recrudecerse.  Al igual que es evidente que otras ciudades brasileñas tienen hoy índices de violencia urbana asustadores, como Recife, Salvador de Bahía, São Paulo, etc. No podría ser diferente frente a la desigualdad reinante y la falta de perspectivas de las nuevas generaciones de jóvenes. La política adoptada es la de la represión policial. Diría más, es la violencia policial. Violencia para contener violencia.

La investigadora Cecília Minayo afirma “ Por ser un fenómeno socio-histórico, La violencia no es en si una cuestión de Salud Pública ni un problema médico típico, pero afecta fuertemente a la salud:

–         provoca muerte, lesiones y traumas físicos y un sin número de síntomas mentales, emocionales y espirituales;

–         disminuye la calidad de vida de las personas y de las colectividades;

–         exige una readecuación de la organización tradicional de los servicios de salud;

–         trae nuevos problemas para la atención médico preventiva o curativa;

–         evidencia la necesidad de una actuación mucho más específica, interdisciplinar, multiprofesional, intersectorial y comprometida del sector, paliando las necesidades de los ciudadanos (Minayo 2006)

En 2002 la OMS alertó que en todo el mundo la violencia se afirma como uno de los más graves problemas sociales de Salud Pública

Según el instituto de Pesquisa económica aplicada del ministerio de Desarrollo, presupuesto y gestión (Ipea/MPOG) en 2004 el costo total de gastos para asistencia a victimas de violencia, reparación de daños,  en relación a violencia fue de 90 billones de reales, o sea, el 5% del PIB brasileño.

La violencia, ya fue declarada pandemia global? Ya se movilizó el mundo para pararla? Difícil cuando le interesa a tanta gente.

Analizando  algunos datos asustadores[1] en Brasil:

–         El joven de sexo masculino es la mayor víctima: 80% de óbitos es por causas externas, de las cuales más de la mitad son homicidios y accidente de transporte.

–         43% de la violencia contra niños y niñas fue practicada por los padres

–         24% de l@s niñ@s agredidos lo fueron por sus madres y 19% por sus padres.

–         Las niñas demandaron mayor número de notificaciones, 60% del total.

–         50% de la violencia contra adolescente es dentro de casa.

–         63% de la violencia contra adultos ocurren dentro de casa.

–         30% de la violencia contra adultos fue practicada por la pareja y 11% por la expareja.

–         37% de la violencia contra viejos fue practicado por los hijos, 17% por otros parientes y 10% por la pareja.

–         Los negros son víctimas de homicidio casi dos veces más que los blancos

–         Negros (as) son las principales víctimas en todos los tipos de violencia, principalmente en los casos de agresiones.

–         59% de entrevistados en la 10ª Parada Gay de São Paulo afirmaron que debido a su sexualidad fueron víctimas de violencia verbal, física, chantajes, violencia sexual, o el golpe de “Buenas Noches Cenicienta” [2].

–  Sin hablar de los suicidios. Se calcula que a cada hora una persona muere

por suicidio en Brasil.

–   Ahora tenemos nuevas modalidades como el Bullying, o sea, todo tipo de

actitudes agresivas, intencionales, repetitivas, sin motivación evidente,

provocadas por algunos estudiantes en relación a otros. Responsable por

causar dolor, angustia, exclusión, humillación, discriminación entre otros

sentimientos en una relación desigual de poder.

–   El Instituto de Seguridad Pública (ISP) de RJ [3] divulgó en mayo de 2009

un estudio sobre víctimas de bala perdida. En 2008 fueron 236 víctimas

de las cuales murieron 16. Setenta y cinco por ciento (75%) de las

víctimas por bala perdida lo fue en vía pública.

Delante de este panorama, cuando se nos va la luz no se nos ocurre ni por un momento levantar la cabeza para ver las estrellas.


[1] Extraído de la revista SUS Painel de indicadores. Prevenção de Violências e cultura da paz. V.III. Brasilia-DF.  Noviembre 2008. Producido por el Ministerio de la Salud, Secretaria de Gestión Estratégica y Participativa y el Departamento de Monitoreo y Evaluación de la Gestión del SUS (Sistema Único de Salud)
[2] Se refiere a un tipo de golpe en El cual un Chico o chica se aproxima normalmente en una sala de fiestas,  bar o restaurante, entabla conversa y AL final de La  noche ofrece un chicle, caramelo o bebida a su víctima, sin que esta sepa que allí hay un somnífero. Pasado algún tiempo, La víctima cae en sueño profundo (hasta 1 día puede permanecer en ese estado) facilitando de esta forma el robo o violación.
[3] http://urutau.proderj.rj.gov.br/isp_imagens/Uploads/BalaPerdida2008.pdf

One Response to “La pandemia de la violencia”

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