EL INDIO AISLADO
Rondonia es un estado de Brasil…
Si existiera una justicia justa… aislado no sería un indio que hace agujeros.
Era demasiado joven para soportar la visión del infierno que la vida le tenía preparada. Pero aguantó. No pudo mirar atrás. Sabían bien que cuando los hombres civilizados se aproximasen con sus armas de escupir fuego, había que salir corriendo y convocar entre jadeo y jadeo al espíritu de las sombras. El único capaz de volverles invisibles.
Posiblemente, días antes, la luna les habría sorprendido con un anaranjado extraño de malos augurios. Y habrían pasado la noche entre rituales y danzas. Para apaciguar el miedo. Estaban cansados.
Los hombres civilizados aparecieron en jauría, con sus perros domesticados para el ataque. Las araras lo gritaron locas. Aquí vienen! corred!, corred!, volad! No les dio mucho tiempo, aunque lo intentaron. Los mataron a todos. Menos a uno. El indio tribu se quedó solo entre muertos. El indio pueblo se tornó aislado.
Vagó las noches y los días por treinta años, construyendo sus chozas de tierra y paja, escarbando en todas ellas un agujero de 1 metro de longitud y 3 de profundidad. Una cama. Una tumba. Por treinta años conversó con los espíritus, lloró su nostalgia en las márgenes del río, en una región que el hombre civilizado rasgó en el mapa y llamó: “Tierra indígena Tanaru”. Por treinta años vistió la transparencia del aliento de la floresta. Y no le vieron, no le encontraron. Invisible, sobrevivía.
Nos llegó la noticia esta semana. El Indio del agujero, como es conocido, o el indio aislado, si prefieren, único superviviente de un pueblo, puede haber sido herido de bala por alguno de los seis terratenientes que intenta a toda costa robar la tierra indígena Tanaru para poner más ganado. No que quieran robar, su religión cristiana les prohíbe. Quieren producir más para contribuir mejor con la nación. Nación ésta que aspira a ser potencia mundial de alguna cosa. Como todas. Estos hombres hacendados, civilizados, aprecian el sabor de una buena cazada. Imagino yo que igual lo disfrutaron sus padres, abuelos y tatarabuelos. Los colonizadores. El sabor de la aventura y de la determinación. Cercada la pieza, se dispara.
El indio aislado está hace medio siglo enredándose en las ramas de un bosque quejoso que se resiente de hambre y de sed. Se publican cada dos o tres años decretos para protegerle. A él y al bosque. Al bosque y a él. Pero está llegando el tiempo…
Se lo han dicho las hojas con sus siseos. Lo han dibujado los rayos entre las nubes. Lo ha visto en la ausencia de huellas. En el grito angustiado del primate. En el agotamiento precoz de las mariposas. Está llegando el tiempo de la ceguera. Del error.
Se habrá muerto el indio aislado? nos preguntamos.
Quedaremos inexorablemente solos sin él.
Buenos días, Lola.
Leo tu historia en el trabajo, poco antes de comenzar la jornada en mi nuevo lugar. Me conmueve, como la mayoría de las tuyas, ésta tal vez más. Me vienen a la memoria palabras de mi maestra en paliativos, EKR: “la tierra pronto nos hará pagar todas estas fechorías. Mis guías me lo han indicado. Nos aguardan terribles cataclismos”.
Primero nos separamos de la tierra, luego la hemos violentado y saqueado: detuvimos el curso del río Zambeze con el lago Kariba. En la construcción del mismo murieron casi 100 obreros, todos ellos negros, por supuesto; lo llamaron “la venganza del Zambeze”.
Creo que algún día no será el Zambeze o la Amazonía, será el planeta entero el que proteste. Me pregunto, con Bertrand Rusell, si la especie humana no ha sido un accidente en la evolución que algún día se destruirá a sí misma.
Mientras tanto, haremos lo que buenamente podamos por sanarnos a nosotros mismos, a nuestros semejantes y a la madre tierra. Torpemente, eso intento yo como médico.
Realmente “médico”, o nos re-humanizamos o no es posible mirar para el mundo con la sensibilidad necesaria para cambiar las cosas. Actualmente Copenhague. Hay que estar por dentro. Movilizarse. Ya pasó el tiempo de los discursos, o de limitarnos a nuestros micromundos sólo con buenas intenciones. Hay que actuar desde la lógica que nos une ” vida para todos”. Hay que mirar el mundo, como mundo.
Hace meses que no escribes nada. Yo tampoco escribo mucho ahora. Me pregunto qué vida llevas por ese Brasil en que vives. Siempre leía con gusto tus entradas, alegres o amargas.
Cuídate mucho (por cierto, mi nombre es Angel, el médico que escribe en otro blog de esta revista).