VICENTE CAÑAS
He sabido hace poco, que uno de los primeros colaboradores de la organización en la que trabajo actualmente fue un jesuita español, llamado Vicente Cañas, que llegó por aquí en los años 70. La trayectoria de este joven, según dicen, con excelente humor y energía, fue intensa y meteórica. Después de mucha expectativa le pidieron que trabajase como misionero y terminó realizando los primeros contactos con un pueblo indígena llamado Enawené Nawé. Con ellos pasó 10 años de su vida, los últimos, ya que lo asesinarían los rufianes del lucro por defender los derechos de estas gentes. Hasta hoy nadie ha sido condenado, aunque todo apunte para la participación de madereros y de un delegado policial. Este hombre se fue transformando en enawené hasta ser uno de ellos. Renació Kiwxí.
Kiwxí era un indio que en otra vida llegó a ser un peninsular de los bandos de Albacete. Un revoltoso y apasionado. Lo único que Kiwxí quería, cuando se llamaba Vicente, era ser torero. Hizo sus primeros pinitos en el arte del capote a escondidas de su padre, con una confidente tierna que le escondía las travesuras, su hermana. Y le puso ímpetu, le puso garra, pero no sabía él que la vida es gira-mundo antes que cualquier otra cosa y al primer despiste, una vuelta de este carrusel le volteó la mirada. Vicente serenó la espada y abdicó de la “guerra” cuando le inició el buen dios en el arte de inclinarse para aupar pobres. Vicente fue re-bautizado de Hermano en la orden jesuítica. Malabarista de cazuelas y especierías, servidor de curas, embarcó rumbo al nuevo continente.
Y allí vuelta a girar todo, de punta cabeza como dicen por aquí. El castellano torero, que había trocado el traje de luces por una sotana oscura, terminó deshilachando el disfraz, empezando por el alzacuellos, que dificulta mucho eso de inclinarse para aupar pobres. Y se quedó desnudo. Desnudo amó, desnudo escribió, desnudo cantó, desnudo luchó hasta que en otro vuelco, en la tribu hermosa desvistió el cuerpo.
Que lindo poder leer estas cosas sobre un país (brasil) que llevo en el corazón y sobre unas gentes a las que amo. Cuando uno conoce el mundo indígena ya nunca mas se puede alejar de el.
Soy uno de los coautores del libro ” Kiwxí Tras las huellas de Vicente Cañas” Te doy las gracias por este artículo que has publicado. Eso hace que no nos olvidemos de este hombre que dio la vida por una causa justa.
Conocí a Vicente Cañas de oídas, creo que pertenecía a la misma provincia jesuítica en la que yo entré en el noviciado.
“Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo volveré a él” (Job)
No sabes cuántas veces me lo he repetido estos últimos años.
Cuídate.