Lady Bird
La cuota de cine independiente en los premios de este año está cubierta con Lady Bird, de Greta Gerwin. A la crítica le ha encantado, y en algunas webs especializadas ha pulverizado récords de puntuación. Pero es que, además, la cinta se ha convertido en una enseña del movimiento #MeToo / #TimesUp y las reivindicaciones sobre el papel de la mujer en la sociedad. Ojo, que podría llegar a dar la sorpresa…
Momentos brillantes
La película se abre con una escena brillante: inesperada, natural, tierna y cómica a la vez. En ella encontramos a la joven protagonista con su madre al volante de vuelta de conocer una universidad. Se nos da a entender que la joven está a punto de cerrar una etapa de su vida, ya que en los Estados Unidos la visita a los campus forma parte del rito iniciático hacia la madurez. Llama la atención ver a madre e hija escuchando el audiolibro de Las uvas de la ira, pero esto da lugar a un hermoso momento de comunión entre las dos al emocionarse con el último párrafo. Acto seguido comienza una discusión sobre el futuro de la menor que acaba con ésta tirándose del coche en marcha. Como suena, tal cual. Acciones kamikazes a parte, a la película le basta una secuencia para retratar lo propio de la adolescencia y sus contrastes: la inseguridad y la tozudez, el miedo y la temeridad, la utopía y el escepticismo, el amor y el odio… Más adelante, en otro momento de discusión familiar, la madre, cansada de ver a su hija sin rumbo, confiesa “quiero que seas la mejor versión posible de ti”; a lo que la otra responde, “¿y si esta ya es mi mejor versión?”. Esta pregunta condensa toda la incertidumbre adolescente (y -¿por qué no?- también adulta), la inquietud por el futuro y la frustración por no llegar a colmar las expectativas de los demás y las personales. Y todo esto, en solo dos escenas.
Momentos mediocres
A parte de estas dos secuencias, poco más. De este periodo de la vida ya nos han hablado muchas otras películas y, mayormente, lo han hecho de tres formas diferentes. La adolescencia ha sido tradicionalmente pretexto para la comedia alocada, al estilo American Pie (Paul Weitz, 1999); pero en ocasiones ha sido objeto de aproximaciones que, 
sin dejar la comedia, se tiñen de un tono más sarcástico y crítico, como por ejemplo Juno (Jason Reitman, 2007) o la más reciente Las ventajas de ser un marginado (Stephen Chbosky, 2012). Y de vez en cuando aparece algún título que trata la adolescencia con realismo y rigor, como es el caso de Boyhood (Richard Linklater, 2014), la obra definitiva sobre este periodo de la vida.
El problema de Lady Bird es doble: ni aporta nada nuevo ni acierta con el tono. La película plantea el típico arco narrativo adolescente: la graduación del instituto, la obra de teatro del cole, la búsqueda de la universidad, el primer amor y la primera vez, las peleas de amigas, discusiones familiares… y lo hace a través de un personaje que lo único que tiene de especial es el nombre que ella misma se otorga. En cuanto al tono, encaja mejor en la categoría de comedia sarcástica y crítica, pero le falta acidez. Dicho de otra forma, es como si intentase jugar en la primera división de dos modalidades deportivas distintas (la de Boyhood y la de Juno) para al final quedarse a medio gas en ambas y no estar a la altura en ninguna.
Momentum Lady Gerwin
Realmente yo quería que la peli me encantase. Lo que Greta Gerwin hizo en Fraces Ha (Noah Baumbach, 2012), en la que interpretaba a la protagonista además de firmar el guion, es espectacular y dejaba las expectativas muy altas ante su debut en la dirección. Pero no. Sin ser una mala película, este trabajo resulta decepcionante. Sin embargo la crítica se ha desecho en elogios hacia esta ópera prima y la única explicación que encuentro es que Greta Gerwin atraviesa lo que ahora se llama su momentum.
Es cierto que periódicamente Hollywood elige alguna película independiente y la adopta hasta ponerla de moda. Este bien podría ser el caso. Pero hay que reconocer que las acusaciones de abusos sexuales dentro de la industria han generado un efecto dominó en la sociedad y suscitado un discurso a favor de la mujer y su reconocimiento en el mundo del cine. Y claro, una cinta como Lady Bird (protagonizada, dirigida y escrita por mujeres) emerge en momento así y rápidamente se erige como estandarte de todo el movimiento.
Una peli de Oscars
Podría ocurrir que por todas estas razones los Oscars de este año se marquen un “Moonlight”, es decir, que decidan compensar un olvido beneficiando una obra mediocre (en este caso el de esas mujeres que no encontraron en su momento el reconocimiento por parte de una industria mayormente masculina). De los cinco premios a los que opta parece que donde no tiene posibilidades es justamente en las categorías donde menos desentonaría: mejor actriz y mejor actriz de reparto para las intérpretes que dan vida a la hija y a la madre. En las restantes nominaciones (película, dirección y guión original) podría llegar a dar la sorpresa si aprovecha su momentum y la falta de una favorita clara. Ahora bien, si hay justicia, se irá de vacío. Eso sí, habrá que seguir de cerca de su directora porque, a pesar de todo, promete.
@cinepacografico
Discussion area - Dejar un comentario