Kamiano

Al inicio de la eucaristía, la abuela Angustias dirige a la asamblea las siguientes palabras:

Buenos días a todos. Poco a poco se van acercando las fechas de la Pasión del Señor. Es un tiempo muy especial para los cristianos. Cuare y Desi me piden que les haga torrijas, porque dicen que están de chuparse los dedos. Aprovechando el entusiasmo de las torrijas, les suelo hablar de Jesús, que es como el grano de trigo que cae en tierra, muere y luego va a florecer. Así son también nuestras vidas, una oportunidad para la entrega y para el amor. Os lo digo yo que he vivido mucho: al final lo que queda es el amor.

Al comenzar la homilía, Cuare y Desi mantienen el siguiente diálogo:

–   ¿Qué te pasa Desi? ¿Vaya cara que llevas? –pregunta Cuare.

–   Es que me ha castigado mamá sin Nintendo ni ordenador durante una semana –dice compungido Desi.

– ¿Qué es lo que has hecho esta vez? – le interroga Cuare.

– Ya sabes que me tienen dicho que no juegue al balón en la cocina ni por casa. Como a veces no me doy cuenta, resulta que cuando la abuela estaba haciendo las torrijas encesté el balón en el recipiente del huevo y la leche. A la abuela le ha salpicado todo y se ha puesto perdida –expresa con dolor Desi.

–  ¡Vaya, vaya, pues esta sí que es gorda, Desi! –exclama Cuare.

– La abuela me ha perdonado, pero mamá entraba en la cocina en ese momento y se ha puesto hecha una furia. Yo lo comprendo… – asiente Desi.

–  ¡Qué buena es la abuela! Siempre nos perdona. Ella ha dado la vida por sus hijos, por su marido y ahora por nosotros. Está pendiente de todo lo que nos hace falta. No mira por sí misma sino por nosotros. Hemos de hacerle la vida más fácil y cómoda –indica Cuare.

–  Sí, la abuela Angustias, con sus arrugas y sus años, es para mí un ejemplo. A partir de ahora voy a cambiar y a estar más atento a ella –concluye Desi.

Y luego el sacerdote continúa la homilía.

Dibus: Patxi V. Fano y Poe Ortega

Texto: Fernando Cordero ss.cc.

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