Bienaventurados los que dejan en su vida un hueco para que crezca Dios
Lc 6,17.20-26
En el Evangelio Jesús nos habla de ser “dichosos, felices”, los que son pobres, los que tienen hambre, a los que les insultan. Hay que estar un poco loco para fiarse de la Palabra de Jesús. Si Él de verdad es nuestro amigo, no importa lo que pase en la vida, que todo irá bien, por eso somos felices, porque Jesús es de verdad el que nos ayuda, el que nos sostiene. Jesús es como un puente, que nos ayuda a pasar de un lado al otro, a esquivar las dificultades y, sobre todo, con Él, siempre seremos felices.
¿Para qué quiere alguien muchas cosas si siempre está solo y no tiene amigos? Además, no podemos quererlo todo para nosotros, mientras hay personas muriendo de hambre en el mundo. ¡Ay, de los que no se fían de estas cosas del Señor! ¡Ay, de los ricos y saciados! Podríamos decir también de los ricos y “asociados”, de los que piensan que se es feliz con el tener.
Hoy Jesús llama bienaventurados a los que dejan en su vida un hueco para que crezca Dios. Es nuestra decisión: ¿Dar la espalda o acoger a Jesús?
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
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