Mi blog y yo

Siempre soñé con tener un blog, mucho antes de que la tecnología lo hiciera factible. En realidad tuve mi primer blog con doce años. Entonces, durante un verano yo escribí a mano, en hojas de libreta, un periódico del que tiraba dos ejemplares. Uno era para mí; el otro se lo vendía a mi tío Justo por dos pesetas. Así seguí en veranos sucesivos y luego en el instituto, con periódicos a mano o a multicopista. Después ya es ahora y es siempre. Hace unas semanas me puso una nota María Ángeles López preguntándome si me apetecía tener mi blog en el espacio 21. No tuve escapatoria, me sentí perdido, esto es, ganado para la causa de las bitácoras. En realidad, junto al periodismo industrial hay una larga historia de periódico de autor, esto es: escrito, impreso y distribuido por el propio interesado. Entre nosotros ningún caso tan extraordinario como el de Mariano José de Larra que se sacó de su joven cabeza cabeceras que hoy se estudian en los institutos, como “El pobrecito hablador” o “El duende satírico del día”. Larra tenía sólo 28 años cuando se quitó de en medio con un pistoletazo, pero ésa es otra historia. Gracias a Internet, el pasado y el presente más futurista se dan un abrazo tecnológico. El periodismo artesanal de ayer, amasado con una sola mano, es ahora una realidad que desborda la red. Un exceso, incluso. Pues aquí estoy yo, el exceso y uno más. Mi vocación es el periodismo, la actualidad, la literatura, la vida. Hay blogueros vegetarianos que sólo entienden de lírica. Los hay carnívoros, siempre con el diente hincado a la política. Por no cansar, yo como de todo. Llamadme el bloguero omnívoro.