El hilo misionero
Acercarnos al Día de Hispanoamérica, que celebramos el domingo 7 de marzo, es esencial para reconocer y reconocernos en el hilo misionero, lleno de historias concretas, con el que llevamos años tejiendo desde la pastoral misionera. Un hilo misionero que, con sencillez y humildad, nos presenta el testimonio de los misioneros y misioneras que desde nuestros pueblos y ciudades han salido hacia América Latina.
Este hilo misionero nos ancla en lo auténtico y original que siempre nos transforma desde el Evangelio, pero que además se encuentra fortalecido desde la Trinidad Misionera, origen de la misión de la Iglesia, origen del ser de nuestra Iglesia.
El hilo misionero pretende ofrecernos la posibilidad de dialogar, para encontrarnos con nuestros hermanos de América Latina, acompañando en este momento tan crucial para toda la humanidad. El diálogo, el “verbo dialogar”, como señala el Papa Francisco en la Carta Encíclica Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social, es “acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, […] para encontrarnos y ayudarnos mutuamente necesitamos dialogar”.
Dialogar es lo que desde siglos atrás vienen realizando los misioneros y las misioneras, saliendo siempre para no encontrarse aislados en el entorno en el que viven, para vivir la catolicidad de la Iglesia, es decir la universalidad, que es lo que vamos descubriendo de la mano de la animación misionera, que nos abre los ojos y las manos, que nos alegra desde la misión el corazón, para poder abrazar al mundo desde la fraternidad misionera.
En ese salir, los misioneros y las misioneras también nos están ayudando a no encerrarnos en las redes sociales, que en tantas ocasiones se convierten en un “un círculo virtual que nos aísla del entorno en el que vivimos” (Fratelli tutti 47). Pero, es más, el Papa Francisco alerta en Fratelli Tutti que “Se suele confundir el diálogo con algo muy diferente: un febril intercambio de opiniones en las redes sociales, muchas veces orientado por información mediática no siempre confiable. Son sólo monólogos que proceden paralelos, quizás imponiéndose a la atención de los demás por sus tonos altos o agresivos. Pero los monólogos no comprometen a nadie, hasta el punto de que sus contenidos frecuentemente son oportunistas y contradictorios.” (n. 200).
Un discípulo misionero siempre está abierto al diálogo, comprometiéndonos, más allá de las redes sociales, desde el hilo misionero, con las historias concretas de hombres y mujeres al servicio de otros hombres y mujeres, historias que nos comprometen desde el Evangelio para servir, en una entrega total, sin paliativos, sin medias tintas, porque es la entrega que nace del corazón de Jesús, que nos hacen comprometernos por el bien común.
Este hilo misionero nos llega también con el sí confiado de María, con el sí que todos debemos plantearnos y dar en nuestra oración de intercesión a la Reina de las Misiones, para que “unidos en la tribulación” seamos capaces de estar siempre a la escucha y el servicio, porque el hilo misionero nos plantea afrontar la vida con alegría y con pasión por Jesús y por nuestro pueblo.
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